Hagan sus apuestas, votantes
El Partido Dem¨®crata celebra los 'caucuses' de Nevada en los casinos y en horas de trabajo
Ni urnas ni instrucciones de voto ni propaganda electoral. Nada en el Hotel Bellagio de Las Vegas indica que el que fue c¨¦lebre escenario de la pel¨ªcula Ocean Eleven va a ser hoy uno de los distritos electorales en los que Hillary Clinton y Barack Obama se juegan la presidencia de Estados Unidos.
Todo sigue como un d¨ªa m¨¢s en el Bellagio. Miles y miles de m¨¢quinas de apuestas, ruletas, mesas de p¨®ker, dados, black jack, un continuo desfile de camareras vestidas de conejitos, de potentes guardias de seguridad, procesiones multiculturales de gente en busca de un sue?o, arrastrados por una adicci¨®n o una simple curiosidad. Un paisaje infinito de caras de angustia, excitaci¨®n y cansancio observadas por los rostros morenos de los que reparten cartas o recogen vasos vac¨ªos y fichas ganadas. Siempre bajo los focos rojizos. Nunca es de d¨ªa ni de noche aqu¨ª. Es la org¨ªa sin fin.
"Lo importante no es lo que votemos, sino que empezamos a contar", dice Teresa
Los latinos son cerca de la mitad de la fuerza laboral de Las Vegas
Esto es Las Vegas, la patria del lud¨®pata, un monumento nacional americano, tan representativo de este pa¨ªs como la catedral de Burgos lo es de Espa?a. El propio Bellagio, junto al Flamingo, The Mirage, el Caesars Palace, el MGM, el Ballys forman, entre otros, una c¨¦lebre l¨ªnea de hoteles -the strip- en la que se ha escrito parte de la historia de este pa¨ªs, quiz¨¢ no la m¨¢s heroica, pero s¨ª alguna l¨ªnea de la que tampoco nadie se averg¨¹enza.
Estos hoteles han perdido hoy la peligrosa seducci¨®n que tuvieron durante buena parte del siglo pasado. Aquellos elegantes personajes de zapatos de charol blanco y acento siciliano han sido sustituidos por macarras cerveceros y turistas japoneses. Las fiestas parecen botellones, y el sexo se sirve como fast-food. En las carteleras, a¨²n es peor. Frank Sinatra ha sido sustituido por El Circo del Sol y Muhammad Al¨ª por el musical de Los Miserables. La violencia, al menos, ha sido casi por completo confinada a los episodios de la serie CSI Las Vegas.
Pero the strip sigue siendo esa brillante l¨ªnea de luz y color en medio del desierto que fascina a sus visitantes, enriquece a los inversores -m¨¢s de 25.000 millones de d¨®lares de beneficios el a?o pasado- y da de comer a cientos de miles de familias. Mal terreno para Obama, que en el pasado -como ahora se encarga de recordar Clinton- ha rechazado el juego por razones morales. Pero, eso s¨ª, un terreno con m¨¦ritos suficientes como para que estos hoteles y casinos, con su discutible est¨¦tica, entren hoy de lleno en el proceso de selecci¨®n de candidato presidencial.
As¨ª lo decidi¨® el Partido Dem¨®crata el verano pasado para facilitar la participaci¨®n de los cerca de 100.000 trabajadores de esta industria. Un 10% de los delegados tiene que elegirse hoy en los nueve hoteles que han sido designados como centros de votaci¨®n. A punto ha estado de no ocurrir, puesto que el sindicado de maestros, que apoya a Hillary Clinton, denunci¨® ante los tribunales la creaci¨®n de estos nuevos distritos electorales despu¨¦s de que el principal sindicato de la hosteler¨ªa manifestara su apoyo a Barack Obama. Finalmente, el juez se pronunci¨® el jueves a favor de la celebraci¨®n de caucuses en los casinos.
Celebrar un caucus en un casino no es, por otra parte, como hacerlo en Iowa. All¨ª, acudir a un caucus es un signo de identidad regional que se adquiere desde ni?o. Aqu¨ª, casi nadie lo ha hecho antes y, desde luego, nunca en un casino. Hace cuatro a?os, menos de 10.000 personas acudieron a los caucuses, el 2% del censo.
?sta es tambi¨¦n la primera vez para Teresa, camarera de The Venetian, un hotel tan presuntamente renacentista como cualquiera pero, al menos, sin volcanes que entran en erupci¨®n a media noche. "La verdad es que yo no s¨¦ todav¨ªa qu¨¦ hay que hacer all¨ª, dicen que hay que discutir durante casi dos horas; no s¨¦, ya me lo dir¨¢n, me hace mucha ilusi¨®n votar por primera vez", cuenta. Todav¨ªa no est¨¢ decidida por Obama ni por Clinton. Sabe que su sindicato se ha pronunciado por el joven senador de Illinois pero asegura que tiene libertad para votar por Clinton.
Teresa como muchos otros latinos, que son cerca de la mitad de la fuerza laboral de Las Vegas, tiene ciertas reservas a votar por un negro. Latinos y negros llevan a?os compitiendo dentro de la misma franja social y ambas comunidades han acumulado rencores que no son f¨¢ciles de olvidar. Una encuesta publicada ayer por el diario Las Vegas Review-Journal le daba a Clinton 32 puntos de ventaja entre la poblaci¨®n de origen hispano.
"Ahora lo m¨¢s importante no es por qui¨¦n votamos. Muchos de mis compa?eros est¨¢n ahora muy involucrados porque ven que empezamos a contar, eso es lo que importa", destaca Teresa, nacida en Hermosillo (M¨¦xico) pero ciudadana norteamericana desde hace una d¨¦cada.
David Damore, un profesor de la Universidad de Nevada, explica que Las Vegas ha sido vista ahora como "un lugar de tr¨¢nsito y de turismo". "Nadie ha querido perder el tiempo viniendo aqu¨ª a hacer pol¨ªtica", afirma.
Esta vez es distinto. En esta apretad¨ªsima campa?a electoral cualquier victoria puede pintarle a un candidato la cara de favorito. Obama y Clinton han hecho, por tanto, todos sus esfuerzos. No as¨ª los republicanos. S¨®lo Mitt Romney ha venido a Nevada y ¨¦l va a ser el probable vencedor, aunque sin gran repercusi¨®n en el resto de la campa?a.
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