Sarkozy y Morin / 1
La utilizaci¨®n que hace el presidente de Francia de la apelaci¨®n Pol¨ªtica de Civilizaci¨®n que Edgar Morin lanz¨® en 1997 es evidentemente torticera. No tanto porque su prop¨®sito sea escamotear la gran asignatura pendiente del poder adquisitivo, que fue el tema central de la campa?a presidencial, cuanto por el antagonismo entre las tesis de Morin y las posiciones pol¨ªticas tan identificadas con la ideolog¨ªa neoconservadora norteamericana que ha asumido el l¨ªder de la derecha francesa. Hasta el punto de que algunos han sostenido que esta ¨²ltima pirueta podr¨ªa considerarse como una provocaci¨®n m¨¢s que como una sugerencia. Ahora bien, sin olvidar que el actual recurso a orientadores externos es cada vez m¨¢s general y responde a la falta de ideas, a la miseria ideol¨®gica general de la pol¨ªtica y de sus protagonistas. Morin ha cenado esta semana con S¨¦gol¨¨ne Royal, que quer¨ªa recurrir tambi¨¦n a ¨¦l como proveedor de doctrina. Pero no busquemos tan lejos; el PSOE mismo suscit¨® de cara a las elecciones la creaci¨®n de un think tank formado por 14 expertos, entre ellos tres premios Nobel, en su gran mayor¨ªa pertenecientes al ¨¢rea social-liberal, que no parecen haber presentado demasiadas iniciativas ni, sobre todo, ateni¨¦ndonos a los sondeos disponibles, haber atra¨ªdo demasiados votantes. Con todo, el afanoso Sarkozy no cesa y amenaza con establecer una nueva comisi¨®n de propuestas de la que van a formar parte los con frecuencia hoy tan mal utilizados Stiglitz y Amartya Sen.
Lo que cuenta son las afirmaciones de Sarkozy sobre la importancia de la religi¨®n en la pol¨ªtica
Pero m¨¢s all¨¢ de estas an¨¦cdotas del marketing electoral, lo que cuenta son las afirmaciones de Sarkozy sobre la importancia de la religi¨®n en la pol¨ªtica, que nos muestran que la influencia de los neocons ha tocado ya al n¨²cleo doctrinal ¨²ltimo de Francia, de la que su presidente es el m¨¢s eminente representante. Su alocuci¨®n en San Juan de Letr¨¢n en Roma tuvo como soporte b¨¢sico las ra¨ªces religiosas de toda comunidad pol¨ªtica y m¨¢s espec¨ªficamente de la europea y la funci¨®n esencial que la moral cristiana tiene en su buen funcionamiento. Pero m¨¢s revelador a¨²n es su discurso en Riad, en el que identificado con el neoconservadurismo religioso norteamericano, insisti¨® en que en el fondo de cada civilizaci¨®n encontramos siempre la huella de la religi¨®n. Lo que es dif¨ªcilmente compatible con su compromiso institucional de defensor de la laicidad, por lo que ha producido muchas reacciones negativas en Francia. En su libro La Rep¨²blica, las Religiones, la Esperanza, publicado en las Ediciones de Cerf, se declara profundamente cat¨®lico, pero al mismo tiempo de pr¨¢ctica religiosa muy epis¨®dica, cargando el acento sobre los aspectos no particularmente religiosos, que el catolicismo comparte con otras opciones profanas como las basadas en la trascendencia, la b¨²squeda de sentido.
Ese decantamiento por la ideolog¨ªa en detrimento de los preceptos, este abandono de la devoci¨®n y de la piedad, esta fe est¨¦ril, que Sarkozy comparte con muchos pol¨ªticos cat¨®licos, pensemos en los espa?oles, coincide, por lo dem¨¢s, con la posici¨®n de nuestra jerarqu¨ªa episcopal y, sobre todo, del Papa, al que todos conocimos como cardenal Ratzinger, Defensor de la Fe, Gran inquisidor, es decir, vigilante intransigente del cumplimiento de la integridad de la doctrina de la Iglesia y escrupuloso celador de la rectitud de las costumbres de sus fieles, cuyas intervenciones m¨¢s sonadas, al igual que las de muchas de sus jerarqu¨ªas nacionales, en particular la espa?ola, se refer¨ªan mucho m¨¢s al orden temporal que a las cuestiones espirituales. No deja de ser sorprendente el silencio actual de los poderes religiosos frente a los atentados a la ¨¦tica p¨²blica que representan las formas m¨¢s desvergonzadas y groseras de corrupci¨®n, con frecuencia vinculadas a ¨¢mbitos municipales concretos, como Marbella, Totana y, sobre todo, Castell¨®n, donde el presidente de su Diputaci¨®n, Carlos Fabra, sigue vi¨¦ndose agraciado por los favores de la loter¨ªa y de la Iglesia local.
Sarkozy repite con frecuencia que uno de los cometidos principales de un dirigente pol¨ªtico, sobre todo de un jefe del Estado, es dar sentido a su acci¨®n, inscribir su pol¨ªtica en los grandes designios de su pa¨ªs, que identifica con el ¨¦xito del capitalismo y de la empresa. Coherente con este supuesto busca encuadrar la creaci¨®n de riqueza, la l¨®gica del beneficio, la actividad empresarial en el marco de las grandes contribuciones sociales.
En concordancia con Ian Davis, director general mundial de la gran empresa de management MacKinsey (The biggest business, The Economist, Mayo 2005) y rechazando la posici¨®n de Milton Friedman para quien el ¨²nico objetivo del negocio es el negocio (the business of business is business) y declara que todas las otras cuestiones, sobre todo las sociales, son irrelevantes. Sarkozy, de acuerdo con Davis, y en su obsesi¨®n por cubrir todos los frentes, pretende que la funci¨®n del big business no se agota en la creaci¨®n de valor accionarial, es decir, en el beneficio, sino que tiene una Responsabilidad Social Empresarial, que tiene tambi¨¦n que cumplir.
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