A-legalidad
Alguien me dijo hace poco, mientras prepar¨¢bamos un debate radiof¨®nico, que yo era muy "legalista". Lo dijo en un tono de desaprobaci¨®n, como si defender el cumplimiento de la legalidad no le pareciera una actitud civil sino una forma de rigidez de car¨¢cter. Est¨¢bamos hablando del alcohol y los j¨®venes, y yo me quejaba de que alg¨²n restaurante de la Parte Vieja donostiarra hab¨ªa servido cenas prenavide?as para adolescentes (de 16 a 14 a?os) en cuyo men¨² figuraba expl¨ªcitamente la sidra; y lamentaba la facilidad con que los menores de edad consiguen alcohol en algunos establecimientos p¨²blicos. "La sidra tiene poca graduaci¨®n", replic¨® mi interlocutor, a?adiendo que aqu¨ª (se refer¨ªa a Euskadi) los chavales hab¨ªan bebido sidra toda la vida.
El relativismo a la hora de respetar la legalidad se trata de una moda institucionalizada
Ya, ?pero qu¨¦ pasa entonces con la legalidad? D¨®nde queda la prohibici¨®n de vender alcohol a menores, establecida de manera clara y rotunda por la ley vasca sobre prevenci¨®n, asistencia e inserci¨®n en materia de drogodependencias. Y no es cuesti¨®n de mucho o poco alcohol -aunque la sidra tiene, por cierto, una graduaci¨®n similar a la de la cerveza y emborracha- ni de m¨¢s o menos costumbre; de lo que se trata es de respetar las normas que una sociedad, mediante los sistemas previstos a tal efecto, ha decidido establecer. "Te veo muy legalista", repiti¨® entonces mi interlocutor, invit¨¢ndome a reconocer con ¨¦l que hay normas que no merecen ser cumplidas porque est¨¢n mal pensadas o mal hechas.
No dir¨¦ yo que no haya alguna que otra por ah¨ª, pero si es as¨ª se modifican o se derogan de acuerdo con los consensos y procedimientos establecidos. En cualquier caso a m¨ª me parece muy pertinente la norma que nos ocupaba y otras como la ley antitabaco en lugares de uso com¨²n, o la que penaliza el conducir un coche pasado de velocidad, de drogas o de copas. Me parecen reglas muy bien pensadas y sin embargo tienen entre nosotros un cumplimiento bastante el¨¢stico y/o relativo. Cruzas la frontera y aprecias enseguida que nuestros vecinos se han tomado muy en serio la estricta ley antitabaco que ha entrado en vigor hace s¨®lo unos d¨ªas. Mientras que aqu¨ª llevamos meses (?o son a?os?) a¨²n manga por hombro, sin saber muy bien a qu¨¦ atenernos, con las instituciones discutiendo a qui¨¦n compete qu¨¦, y observando inobservancias a porrillo. Y la Ertzaintza nos informa de que detiene a cuatro personas al d¨ªa por conducir bajo los efectos del alcohol, o que en el primer control de drogas que hizo, el 27% de los conductores dio positivo.
A lo mejor tiene alg¨²n sentido tomarse de un modo relajado la soltura, el relativismo, con que en Euskadi se abordan algunas leyes en concreto y la legalidad en general, pero yo no se lo encuentro. Y tiendo a tomarme el asunto por la tremenda, con aut¨¦ntica preocupaci¨®n. A verlo como un mal cimiento social, como el alimento de un ambiente invivible. Y adem¨¢s de muy mal arreglo, porque se trata de una moda institucionalizada, que viene desde arriba; como el efecto contagio del cuestionamiento o desaf¨ªo de la legalidad a que nos tienen acostumbrados nuestros m¨¢s destacados dirigentes. Y podr¨ªa ilustrar lo dicho con infinidad de altas citas, pero concluyo con la declaraci¨®n de I?igo Urkullu de que la consulta prevista por Ibarretxe puede ser "alegal" (sic), lo que no le impide, naturalmente, seguirla apoyando.
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