La letra de los himnos
Algunos pa¨ªses han dado con f¨®rmulas perennes, como el 'Dios salve a la reina' brit¨¢nico
Parece alcanzado un rechazo mayoritario en el empe?o de dotar de letra al himno nacional. Si a alguien le agrad¨® la que acaba de descartarse se guarda muy mucho de manifestarlo. El argumento m¨¢s notable para encontrar el ap¨¦ndice po¨¦tico a una m¨²sica cuya representaci¨®n aceptamos, parte del aspecto lastimoso que ofrecen los jugadores de la selecci¨®n nacional de f¨²tbol y los atletas de cualquier categor¨ªa vencedores en alguna competici¨®n internacional, cuando no saben qu¨¦ cara poner al sonar los acordes de la Marcha Real. El sentimiento de frustraci¨®n se extiende entre la masa espectadora, que se atreve a vociferar, a injuriar al ¨¢rbitro, a los contrarios, al propio equipo, pero no se decide a canturrear: "Chunda, chunda, tachunda, chunda, chunda, tatachunda chun", que, para o¨ªdos extranjeros tendr¨ªa el mismo valor que las sanguinarias estrofas de La Marsellesa o La Internacional. Siempre desde la lejan¨ªa de la memoria personal sobrevive una estrofa adaptada a la Marcha Granadera: "Hombre, caramba / qu¨¦ cara m¨¢s est¨²pida que tiene usted / parece un animal..." o lindezas semejantes.
Las investigaciones sobre la intenci¨®n de la mayor¨ªa de los himnos y canciones patri¨®ticas o idealistas deducen una ferocidad impresionante. Y no se crea que el esp¨ªritu patriotero acapara la agresividad. A¨²n recuerdo que me emocionaban cuando ni?o las beligerantes estrofas de aquel poema: "Oigo Patria tu aflicci¨®n / y escucho el triste concierto / que forman, tocando a muerto / la campa?a y el ca?¨®n..." para seguir con la invocaci¨®n b¨¦lica: "??Guerra!!, grit¨® ante el altar / el sacerdote con ira..." y cuando parecen escucharse los pasos extra?os, termina con tendencia gore: "... hasta las tumbas se abrieron / gritando, ?venganza y guerra!". En la otra acera, las masas azuzaban a "la hiena fascista", con la emotiva m¨²sica de Bandiera rosa; la Marsellesa es una meridiana incitaci¨®n al homicidio colectivo, sin que olvidemos la ex fam¨¦lica legi¨®n de la Internacional, o los inamistosos prop¨®sitos expresados en Els segadors.
Es cierto que algunos pa¨ªses, pocos, han dado con f¨®rmulas perennes, como el Dios salve al rey, o a la reina, brit¨¢nico, o el Dios con nosotros, divisa del ej¨¦rcito alem¨¢n, desde el k¨¢iser hasta hoy, pasando por Adolfo Hitler. El verdadero meollo, que no han tenido en cuenta quienes han puesto su mejor voluntad en dotarnos de una canci¨®n para todos los usos, est¨¢ en que la ¨²nica f¨®rmula positiva de encontrar una letra aceptable ser¨ªa la de hallar algo que concitase y reuniese el desagrado, el odio incluso, de todos los espa?oles. Y eso es casi tan dif¨ªcil como hallar soluciones justas, ben¨¦ficas y aceptables.
Nos coge entrenados, porque tampoco hubo un texto que acompa?ase la poco inspirada armon¨ªa del Himno de Riego. A finales del a?o 2002 publiqu¨¦, en estas p¨¢ginas, una croniquilla dedicada al tema, con no recuerdo bien qu¨¦ pretexto. Declaraba conocer la anticlerical y difundida estrofa: "Si los curas y frailes supieran / la paliza que les van a dar / subir¨ªan al coro cantando: / ?libertad, libertad, libertad!".
Lo que sigue adscrito con mentecata fidelidad en mi memoria retrospectiva -y as¨ª lo inclu¨ª en aquella cr¨®nica- es el monstruo del Himno de Riego, engarabitado en la memoria, que me falla en las cosas que hice ayer y me escolta con estupideces anta?onas. El monstruo, como saben cuantos tienen conocimientos en la jerga musical, es la reuni¨®n de unas cuantas palabras sin sentido, sobre las que se apoyan las frases musicales, una especie de falsilla que luego se sustituye convenientemente. Como creo que dije entonces, sigue aferrada a mi cerebelo la est¨²pida retah¨ªla, que repito, como curiosidad. "Adi¨®s, Conchita del alma, / adi¨®s por siempre jam¨¢s, am¨¦n. / Jes¨²s qu¨¦ vida tan perra / llevar¨¢s y nosotros tambi¨¦n. / Pero nos vamos con / la satisfacci¨®n / de haber puesto todos los medios en pr¨¢ctica / a fin de contribuir / a poder decir que lo hemos hecho bien". Si lo intentan tararear sobre la pegadiza marcha, ver¨¢n que encaja, aunque haya pocas cosas m¨¢s desprovistas de sentido.
Los versos seleccionados estos d¨ªas atr¨¢s como himno -prudentemente retirados- s¨®lo ten¨ªan la pega de que no se atacaba o amenazaba a alguien, ni se vilipendiaban ideas, situaciones, creencias o proyectos de nadie, y por ese camino es imposible llegar a parte alguna. Seg¨²n los indicios, al alcance de cualquiera, pocos momentos ha habido en la historia de nuestro pa¨ªs, donde -exceptuando la violencia mortal- la divisi¨®n entre la ciudadan¨ªa haya sido m¨¢s profunda. No recuerdo a qui¨¦n se le ocurri¨® recuperar la vieja idea de ponerle letra a la Marcha Real, pero en estos momentos re¨²ne todos los requisitos para hacerla inviable.
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