Errores pol¨ªticos
Imagino que a estas alturas, que es cuando escribo estas l¨ªneas, la actuaci¨®n de la Delegaci¨®n de Educaci¨®n de Sevilla por la que procedi¨® al despido de seis profesoras interinas embarazadas habr¨¢ terminado definitivamente. La rectificaci¨®n por parte de la Consejer¨ªa de Educaci¨®n dejando sin efecto los despidos; las disculpas por parte del presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, reconociendo que hab¨ªa sido un error grave estos despidos, dan la impresi¨®n que viene a corregir, personal y pol¨ªticamente, la actuaci¨®n de la Delegaci¨®n de Educaci¨®n en Sevilla. Sin embargo, y aun cuando ya se supone que todo ha pasado, como tambi¨¦n que los efectos indeseables han sido corregidos, no puedo dejar de sorprenderme que estas actuaciones se den; que no existan mecanismos que las impidan. Nos movemos en el sector p¨²blico y con un Gobierno andaluz que en lo que m¨¢s ha destacado y destaca ha sido en un promover una regulaci¨®n legal de progreso, dirigida a consolidar y lograr avances sociales.
Es un hecho que no se puede esconder sino que, muy al contrario, hay que destacar, que en estos ¨²ltimos treinta a?os la mujer ha protagonizado el mayor avance personal y social en la historia, buscando y alcanzando cotas de una igualdad de la que carec¨ªan en ¨¦pocas muy reciente. Atr¨¢s han ido quedando los numerosos agravios que, con protecci¨®n legal y can¨®nica, ven¨ªan sufriendo. No es necesario recordar las limitaciones que hasta ayer ven¨ªan soportando en cuanto a su capacidad de obrar por el hecho de ser mujer o madre. Baste recordar que, si estas limitaciones no hubieran existido hasta fechas recientes, no hubiera sido necesaria la publicaci¨®n de leyes, tanto a nivel nacional como andaluz, que declararan la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Y en estas leyes, sin necesidad de acudir a otras complementarias, se declara que el principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres implica la ausencia de discriminaci¨®n, directa o indirecta, por raz¨®n de sexo y especialmente, se?alan expresamente algunos de sus preceptos, las derivadas por raz¨®n de maternidad. Una declaraci¨®n que no ha tenido en cuenta la Delegaci¨®n de Educaci¨®n.
Es probable, incluso se puede admitir, que en ning¨²n momento le haya guiado en su actuar el ¨¢nimo de vulnerar esta declaraci¨®n legal de principios. Es factible, incluso, que la intenci¨®n de la Delegaci¨®n haya sido la de atender eficazmente una determinada coyuntura como ha venido realizando normalmente, y en esta haya tratado de evitar una ausencia de profesorado que perjudica a los alumnos. No obstante, y a¨²n cuando haya sido este objetivo el motivo real y causante de los ceses, es de todo punto inaceptable que el mecanismo y el instrumento de soluci¨®n haya sido aplicar indiscriminadamente un cese de las profesoras en estado avanzado de gestaci¨®n, presumiendo que han actuado con enga?o, mala fe y picaresca. Son atribuciones gen¨¦ricas y fraudes generalizados que no pueden alegarse por el ¨®rgano de un Gobierno que practica una pol¨ªtica social de progreso.
Ni el fraude ni el enga?o ni la picaresca pueden presumirse en un Estado de Derecho; han de probarse uno a uno. M¨¢s a¨²n cuando son mujeres las afectadas y se les imputa la utilizaci¨®n de su embarazo para lograr ventajas laborales. En estas ocasiones, m¨¢s a¨²n, la Delegaci¨®n, por su condici¨®n p¨²blica, ten¨ªa que extremar su celo y cuidado. Son muchos lo avances que se han logrado en materia social. Posibles situaciones de picaresca ni pueden ni deben hacer perder la perspectiva y subordinar los criterios de actuaci¨®n de los poderes p¨²blicos en los que tiene que primar el principio de igualdad y una especial protecci¨®n de la maternidad como medidas concretas de una pol¨ªtica social activa, dirigida a corregir las enormes desigualdades que hist¨®ricamente ha soportado la mujer por el hecho de ser mujer y madre.
Una ¨®ptica y una perspectiva que, con las medidas de despido de la Delegaci¨®n, se hab¨ªan perdido. La readmisi¨®n y el mea culpa, pues, han venido a corregir una actuaci¨®n que en ning¨²n caso, y menos de forma general, debi¨® darse.
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