Las tres vidas del derrotado
Hijo de jud¨ªos ucranios, nacido en 1930 en el barrio de inmigrantes de Villa Crespo, en Buenos Aires, Juan Gelman tuvo una infancia pobre, libre, acaso feliz. La radio y ¨¦l crecieron juntos y el tango ser¨ªa desde su adolescencia y para siempre un compa?ero mundo. Gelman descubri¨® la poes¨ªa a fines de los a?os cuarenta; de ese entonces datan lecturas de autores que dejar¨ªan su huella para siempre en el recuerdo del coraz¨®n y en el coraz¨®n del recuerdo: Oliverio Girondo, Ra¨²l Gonz¨¢lez Tu?¨®n, Carlos Drummond de Andrade, poetas ingleses y franceses, y sobre todo el C¨¦sar Vallejo de Trilce. Gelman se afilia muy pronto a las juventudes comunistas y pasa luego al partido comunista.
Luego de la llamada Revoluci¨®n Libertadora de 1955 se proscribe el peronismo y se proh¨ªbe incluso mencionar la palabra Per¨®n. La resistencia opositora se organiza. Con el triunfo de Castro en 1959, Gelman simpatiza con la revoluci¨®n cubana, de la cual descreer¨¢ con los a?os. En 1964 renuncia al partido comunista, pero poco despu¨¦s, para la historia de las paradojas, se entera de que el partido lo expulsa por desertor. En Argentina se une a un movimiento guevarista, que se une luego con uno peronista, dando lugar a la organizaci¨®n guerrillera Montoneros, nombre de uno de los grupos peronistas. Desde el regreso de Juan Domingo Per¨®n en 1973, y sobre todo luego de su muerte (asciende a la presidencia su esposa Isabelita), empieza la "noche sudamericana". Cometiendo un grav¨ªsimo error, Montoneros entra a la clandestinidad. En 1975, amenazado de muerte por la Triple A, creada por Jos¨¦ L¨®pez Rega, ministro de Bienestar Social del Gobierno de Isabelita, Gelman se exilia en Italia, y se convierte en vocero de la organizaci¨®n guerrillera. El 24 de marzo de 1976 una Junta Militar da el golpe de Estado. En agosto de ese a?o los militares apresan a su hijo y a su nuera, a quienes ejecutan meses despu¨¦s. Entre 1975 y 1988, salvo algunas entradas clandestinas, Gelman vive un dif¨ªcil exilio en Italia, Francia y Nicaragua. En 1988 conoce en Buenos Aires a su segunda esposa, Mara Lamadrid, con quien, en ese mismo a?o, viaja a M¨¦xico, pa¨ªs donde reside desde entonces.
En la obra po¨¦tica de Gelman, me parece, hay tres etapas m¨¢s o menos distinguibles: la primera, la de los a?os cincuenta y sesenta, ligera, l¨²dica, llena de gracia y de destellos de ternura. Es el tiempo de libros como Got¨¢n (1956-1962), Velorio del solo (1961), C¨®lera Buey (1965), Los poemas de Sydney West (1969). O como escribimos una vez en un art¨ªculo: "En esta poes¨ªa est¨¢ pr¨®ximo el cuerpo de la mujer, ll¨¢mese Ofelia o Daniela Rocca, y el pa¨ªs y el mundo son imaginables como un castillo para construirse con las piedras del sue?o y la utop¨ªa, de la libertad y la fraternidad, aunque tambi¨¦n, entre 'las bellas compa?¨ªas', un afectuoso buitre se hunda prometeicamente en las entra?as".
Una segunda etapa se da a partir de varios hechos que le rompen el coraz¨®n y el alma: el ascenso en Argentina en 1976 de los militares, la ejecuci¨®n de su hijo y de su nuera, la ca¨ªda y muerte de cientos de compa?eros, entre ellos, Francisco Urondo, Rodolfo Walsh y Miguel ?ngel Bustos, y la pol¨ªtica de inmolaci¨®n de la dirigencia de Montoneros en 1978 cuando emprenden una contraofensiva suicida (¨¦l ya ten¨ªa severas reprobaciones a la conducci¨®n, pero el llamado a la contraofensiva lo impele, junto con otros compa?eros, a romper con la organizaci¨®n, lo que llega a impedir la muerte de muchos). Algunos libros representativos de esta segunda etapa ser¨ªan Hechos (1974- 1978), Relaciones (1973), Hacia el sur (1982), Citas (1979), Comentarios (1978-1979), Anunciaciones (1988), Carta a mi madre (1989) y Salarios del imp¨ªo (1984-1992). Si en la primera ¨¦poca ya encontr¨¢bamos tres heter¨®nimos, ahora se multiplican, como si Gelman buscara que otras voces -las de los ca¨ªdos- hablen en su poes¨ªa con ¨¦l y por ¨¦l. Son los a?os atroces, pero simult¨¢neamente es el tiempo cuando sus poemas se vuelven m¨¢s desgarradamente tiernos, m¨¢s tristemente dolorosos, y donde el desmedido sentimiento de la p¨¦rdida hace que el alma parezca un solo llanto. Gelman se vuelve el gran documentalista de la derrota. Como Vallejo, como Celan o como Gonzalo Rojas, Gelman descuadra la sintaxis y rompe a menudo las palabras para expresar, de una manera secretamente arm¨®nica, las experiencias que han atravesado con sus flechas el coraz¨®n. Gelman no excluye el uso argentino del vos y los diminutivos se multiplican. Entre tantos momentos aflictivamente inolvidables, nada me conmueve tanto en su ternura como los poemas al hijo asesinado y a la madre llena de entereza. ?C¨®mo no recordar ahora estos versos al hijo?: "?qu¨¦ hicieron de vos / hijo / dulce calor que alguna vez ni?aba al mundo / padre de mi ternura / hijo que no acab¨® de vivir? / ?acab¨® de morir? / pregunto si acab¨® de morir / el nacido el morido a cada rato". O estos a la madre reci¨¦n fallecida donde se unen vida y muerte, exilio e irreversibilidad: "vos me acunaste yo te ahueso / ?qui¨¦n podr¨¢ desmadrar al desterrado? / tiempo que no volv¨¦s".
La tercera fase, no exenta de melancol¨ªa descorazonada y de rabias s¨²bitas, es la de la reconciliaci¨®n y la paz, y se halla en sus ¨²ltimos libros: Valer la pena (2001), Pa¨ªs que fue ser¨¢ (2004) y Mundar (2007). Es el tiempo de la reintegraci¨®n familiar y del encuentro con nuevos amigos en el nuevo pa¨ªs, de la utop¨ªa de nuevo buscada y de la conciencia triste de la palabra fue, de los recuerdos que casi inviernan y de los fantasmas que vuelven a deshora, del adi¨®s y del aydi¨®s. Son los a?os tambi¨¦n de los grandes reconocimientos internacionales, entre otros, el Premio Nacional de Poes¨ªa 1997, el Premio Iberoamericano y del Caribe Juan Rulfo 2000, el Premio Reina Sof¨ªa de Poes¨ªa Iberoamericana 2005, el Premio Iberoamericano de Poes¨ªa Pablo Neruda 2005, y ahora, el Premio Cervantes, el mayor galard¨®n en lengua espa?ola.
Habi¨¦ndose abismado en tantas vidas y muertes en su propia vida, habiendo conocido tantas navegaciones y regresos, Juan Gelman quiz¨¢ vislumbra ahora para ¨¦l, entre p¨¢jaros que se alejan, lo que anhelaba su entra?able Rodolfo Walsh: el claro d¨ªa de justicia.
Marco Antonio Campos (M¨¦xico, 1949) es autor de Viernes en Jerusal¨¦n: 1997-2004 (V Premio Casa de Am¨¦rica de Poes¨ªa Americana) (Visor), y del ep¨ªlogo de la edici¨®n especial de Carta a mi madre, de Juan Gelman, publicada el pasado mes de diciembre en M¨¦xico (Ediciones Monte Carmelo).
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