El d¨ªa de la verg¨¹enza
El mi¨¦rcoles se cumplen 75 a?os de la llegada de Hitler al poder en Alemania, con Hindenburg de c¨®mplice, el Parlamento de v¨ªctima, la depresi¨®n de caldo de cultivo y el victimismo de acicate
El d¨ªa 30 de enero de 1933, a las 11.30, Paul von Hindenburg, presidente de la Rep¨²blica alemana, nombr¨® canciller, jefe del Gobierno, a Adolf Hitler. En apenas unos meses, Hitler y su partido, el NSDAP, com¨²nmente conocido como los nazis, tomaron el control del Estado y de la sociedad a trav¨¦s de una combinaci¨®n de cambios en las leyes y de violencia pol¨ªtica contra sus oponentes. Las libertades democr¨¢ticas y los derechos civiles fueron eliminados, y la Rep¨²blica parlamentaria de Weimar, destruida. A mediados del a?o 1933, Alemania era ya una dictadura con un ¨²nico partido.
Catorce a?os hab¨ªa durado la primera democracia de la historia de Alemania, nacida en la ciudad de Weimar a comienzos de 1919, como consecuencia de la derrota militar del imperio en la I Guerra Mundial y del hundimiento del orden mon¨¢rquico existente. La Rep¨²blica vivi¨® unos primeros a?os de crisis (1919-1923), una fase de relativa estabilidad (1924- 1929) y un periodo final (1930-1933) de desintegraci¨®n y destrucci¨®n del r¨¦gimen democr¨¢tico. En esos mismos 14 a?os, el partido nazi pas¨® de ser un min¨²sculo grupo de extrema derecha nacionalista a un movimiento de masas, con una violenta y numerosa organizaci¨®n paramilitar, las SA, y una amplia representaci¨®n en el Reichstag, en el Parlamento de la Rep¨²blica. Adolf Hitler fue siempre la figura dominante en el partido, su ¨¢rbitro y l¨ªder carism¨¢tico.
A mediados de 1933, pocos meses despu¨¦s del cambio de Gobierno, el pa¨ªs era ya una dictadura con un ¨²nico partido
La depresi¨®n, con sus consecuencias econ¨®micas y psicol¨®gicas, meti¨® de lleno a Alemania en una grave crisis pol¨ªtica
Tras el fracaso de la intentona de 1924, Hitler concentr¨® sus esfuerzos en llegar al poder "dentro de la ley"
Su llegada al poder no fue consecuencia directa del apoyo popular. Nunca antes obtuvo m¨¢s del 37% de los votos
La derrota militar de Alemania en la I Guerra Mundial; el estallido de la revoluci¨®n del 9 de noviembre de 1918, que caus¨® la abdicaci¨®n del k¨¢iser Guillermo II, y el armisticio, le sorprendieron a Hitler en un hospital militar de la regi¨®n de Pomerania, adonde hab¨ªa sido trasladado para recuperarse de una ceguera parcial producida por un ataque ingl¨¦s con gas mostaza. Desde ese momento, Hitler se convirti¨® en uno de los mayores propagadores de la leyenda de la "pu?alada en la espalda"; la creencia de que no hab¨ªan sido los militares, sino los pol¨ªticos, "los criminales de noviembre", quienes hab¨ªan abandonado a la naci¨®n con la petici¨®n de un armisticio.
En los a?os posteriores a la guerra, Hitler se abri¨® camino muy pronto entre los c¨ªrculos pol¨ªticos de la extrema derecha de M¨²nich. All¨ª entr¨® en contacto con algunas de las personas que tan importantes iban a ser despu¨¦s en el movimiento nazi, y que constituir¨ªan el grupo de amigos m¨¢s ¨ªntimo: Hermann G?ring, Ernst R?hm, Rudolf Hess y Alfred Rosenberg. Y en M¨²nich conoci¨® tambi¨¦n al general Erich Ludendorff, enemigo furibundo de la paz de Versalles y que se propuso desde el principio echar abajo al nuevo orden republicano. ?l y Hitler fueron los principales organizadores del golpe de Estado del 9 de noviembre de 1923, planeado en la cervecer¨ªa B¨¹rgerbr?ukeller, para el que lograron reclutar a unos 2.000 hombres armados y que fracas¨® estrepitosamente. En los enfrentamientos murieron 14 insurrectos y cuatro polic¨ªas. Pese a la gravedad de los hechos, Hitler fue condenado a una sentencia de cinco a?os en prisi¨®n. En realidad, s¨®lo estuvo unos meses, hasta el 20 de diciembre de 1924. All¨ª escribi¨®, a sugerencia del editor nazi Max Amann, un relato de su vida y de sus opiniones, que apareci¨® publicado un a?o despu¨¦s como Mein kampf (Mi lucha).
De ese fracaso, Hitler sac¨® varias ense?anzas. Abandon¨® la idea de llegar al poder a trav¨¦s de un putsch, para concentrar sus esfuerzos "dentro de la ley", sin excluir el uso de la violencia, en la movilizaci¨®n de masas, en controlar el partido, extenderlo por todas partes y marcas las distancias con los otros grupos nacionalistas y patri¨®ticos. Hitler ten¨ªa un programa, un embri¨®n de ideas b¨¢sicas esbozadas en Mein kampf: nacionalismo, hostilidad al socialismo, destrucci¨®n de los enemigos internos de Alemania, un virulento racismo y Lebensraum, que podr¨ªa encontrarse en el este de Europa y en Rusia en particular, que conducir¨ªa a la conquista militar y devolver¨ªa a Alemania su condici¨®n de primera potencia mundial.
Pero ni la organizaci¨®n del partido, ni la movilizaci¨®n de las masas, ni la capacidad de Hitler para desarrollar el papel de un l¨ªder carism¨¢tico, con excepcionales dotes de orador y propagandista, dieron grandes frutos en esos a?os de relativa estabilidad de la Rep¨²blica de Weimar, hasta que la crisis econ¨®mica mundial, iniciada con la quiebra de la Bolsa de Nueva York a finales de octubre de 1929, sacudi¨® a Alemania de lleno en ese invierno de 1929-1930. Los cr¨¦ditos extranjeros, de los que depend¨ªa fundamentalmente el desarrollo de la econom¨ªa alemana, fueron retirados, y la situaci¨®n pol¨ªtica fue dominada a partir de ese momento por el acelerado crecimiento del paro, que pas¨® de poco m¨¢s de un mill¨®n de personas en septiembre de 1929 a tres millones un a?o despu¨¦s y alcanz¨® la cifra de seis millones a comienzos de 1933.
Alemania estaba gobernada entonces por una precaria coalici¨®n de partidos, dirigida por el socialista Hermann M¨¹ller y en la que hab¨ªa representantes cat¨®licos, liberales y nacionalistas liberales. A la hora de tomar medidas para paliar el impacto de la depresi¨®n, el SPD, los socialistas, apoyados por sus influyentes sindicatos, y el DPV, los nacionalistas liberales, estrechamente conectados con los intereses de los grandes negocios, tuvieron fuertes disputas, especialmente en torno al mantenimiento del seguro del paro, que los socialistas quer¨ªan mantener, y los nacionalistas liberales, recortar. M¨¹ller present¨® la dimisi¨®n el 27 de marzo de 1930, y all¨ª se acabaron los Gobiernos parlamentarios. Las decisiones pol¨ªticas ya no se iban a tomar en el Reichstag. Antes de ese a?o, el Parlamento se reun¨ªa un promedio de cien veces al a?o. A partir de la dimisi¨®n de M¨¹ller, las sesiones parlamentarias eran cada vez m¨¢s escasas, y en los seis meses antes de la subida de Hitler al poder, el Reichstag s¨®lo se reuni¨® tres d¨ªas.
El poder pol¨ªtico se movi¨® a otros sitios, al c¨ªrculo de confianza de Hindenburg, el mariscal de campo del ej¨¦rcito alem¨¢n durante la guerra, presidente de la Rep¨²blica desde comienzos de 1925, tras la muerte del socialista Friedrich Ebert. Pero quien realmente aument¨® el poder en esas circunstancias fue el ej¨¦rcito, y en particular el general Kurt von Schleicher, quien iba a tener un papel protagonista en el drama final. Ni ¨¦l ni Hindenburg mostraron intenci¨®n de devolver el poder al Parlamento, y Hindenburg nombr¨® el primero de los llamados Gobiernos presidenciales, el del cat¨®lico Heinrich Br¨¹ning, que ya no necesitaba depender de los votos en el Reichstag para aprobar leyes, sino que gobernar¨ªa a trav¨¦s de decretos de emergencia firmados por el presidente de la Rep¨²blica.
La depresi¨®n, por tanto, con sus consecuencias econ¨®micas y psicol¨®gicas, meti¨® de lleno a Alemania en una grave crisis pol¨ªtica. Los nazis aprovecharon esa circunstancia para presentar la crisis como un resultado del sistema democr¨¢tico. En las elecciones al Reichstag del 14 de septiembre de 1930 pasaron de 12 a 107 diputados. Casi dos a?os despu¨¦s, en las elecciones del 31 de julio de 1932, obtuvieron 13 millones de votos, el 37,4%, con 230 diputados. Los comunistas ganaban tambi¨¦n votos en detrimento de los socialistas y los partidos tradicionales, los conservadores y liberales, y los nacionalistas se hund¨ªan.
La mayor¨ªa de los votos a los nazis proced¨ªan de los grupos protestantes de los distritos rurales, de las peque?as y medianas ciudades, de los terratenientes y peque?os y medianos propietarios. Y aunque un sector importante de su electorado pertenec¨ªa a las clases medias, la investigaci¨®n hist¨®rica ha roto con el estereotipo del NSDAP como un partido s¨®lo de clases medias bajas. Era un electorado de composici¨®n social variada, con muchas mujeres tambi¨¦n, que inclu¨ªa a muchos empleados de oficinas y talleres, y, frente a lo que err¨®neamente se ha supuesto, los parados, procedentes sobre todo de las grandes industrias, no los votaron y dieron su apoyo a los comunistas.
De ah¨ª que haya que precaverse frente a las generalizaciones sobre el apoyo del "pueblo alem¨¢n" a los nazis. Antes de que Hitler fuera nombrado canciller, el porcentaje m¨¢s alto del voto que obtuvieron fue el 37%. Un 63% de los que votaron no les dio el apoyo, y adem¨¢s, en las elecciones de noviembre de 1932, comenzaron a perder votos y todo parec¨ªa indicar que hab¨ªan tocado techo. El nombramiento de Hitler no fue, por consiguiente, una consecuencia directa del apoyo de una mayor¨ªa del pueblo alem¨¢n, sino el resultado del pacto entre el movimiento de masas nazi y los grupos pol¨ªticos conservadores, con los militares y los intereses de los terratenientes a la cabeza, que quer¨ªan la destrucci¨®n de la Rep¨²blica. Todos ellos maquinaron con Hindenburg para quitarle el poder al Parlamento y transformar la democracia en un Estado autoritario. El 30 de enero de 1933, Hitler fue investido canciller del Reich, porque Hindenburg as¨ª lo quiso; jefe de un Gobierno dominado por los conservadores y los nacionalistas, donde s¨®lo entraron dos ministros nazis, aunque en puestos clave para controlar el orden p¨²blico: Wilhelm Frick y Hermann G?ring.
Parec¨ªa un gabinete presidencial m¨¢s, como el de Br¨¹ning, Franz von Papen o Schleicher. Pero no era as¨ª. El hombre que estaba ahora en el poder ten¨ªa un partido de masas completamente subordinado a ¨¦l y una violenta organizaci¨®n paramilitar que sumaba cientos de miles de hombres armados. Nunca hab¨ªa ocultado su objetivo de destruir la democracia y de perseguir a sus oponentes pol¨ªticos. Cuando el anciano Hindenburg muri¨® el 2 de agosto de 1934, a punto de cumplir 87 a?os, Hitler se convirti¨® en el f¨¹hrer absoluto, combinando los poderes de canciller y presidente del Reich. La semilla iba a dar sus frutos: guerra, destrucci¨®n y exterminio racial. Lo dijo Hitler apenas tres a?os despu¨¦s de que Hindenburg le diera el poder: "Voy siguiendo, con la seguridad de un son¨¢mbulo, el camino que traz¨® para m¨ª la providencia". -
Juli¨¢n Casanova es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Zaragoza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.