El Racing celebra un empate

Los empates ya no se celebraban en Santander, acostumbrado a victorias cortas pero contundentes. Hasta ayer. Despu¨¦s de manejar el partido; desbordar al Zaragoza de Irureta, demasiado parecido a los anteriores, y contar con casi todas las ocasiones, el Racing se encontraba perdido a falta de cinco minutos. Un resultado inveros¨ªmil en la balanza de m¨¦ritos, pero real.

El cuadro aragon¨¦s, sostenido y aupado por una picard¨ªa de Milito tras un semifallo de Coltorti y por una individualidad de Celades, acompa?ada de una pared Milito-Oliveira, necesitaba la victoria a cualquier precio. Incluso a costa del f¨²tbol. Pero, con todo a su favor, a su defensa, primera obsesi¨®n de Irureta, le temblaron las piernas al despejar un c¨®rner, renuncio aprovechado por Tchit¨¦ para, en la prolongaci¨®n, llevar algo de justicia al resultado.

Antes de sufrir para empatar, el Racing se hab¨ªa reivindicado como el conjunto inteligente, vigoroso en la presi¨®n e imbatible al que se teme. Ni rastro de la medrosa apariencia del Camp Nou. C¨¦sar Navas, suplente habitual, y Garay secaron a Oliveira y Milito, a excepci¨®n de esos dos detalles de rapidez y genialidad del d¨²o. Colsa fiscaliz¨® el juego e impuso el ritmo. Y el gol lo aport¨® un el¨¦ctrico Iv¨¢n Bolado en su primera intervenci¨®n.

Aunque parec¨ªa improbable, a los de Irureta se les apareci¨® una falta, Diogo lanz¨® y Milito, al rechace, obr¨® el milagro de la resurrecci¨®n. Despu¨¦s, Celades bati¨® a Coltorti con un cabezazo bombeado. Pero Marcelino es un experto en imposibles y ha aportado a sus jugadores un plus de bravura y orgullo que estall¨® en los minutos finales con la igualada de Tchit¨¦.