Noche m¨¢gica

Lo que vimos el viernes en Valladolid fue mucho m¨¢s que un concierto. Los jovenc¨ªsimos int¨¦rpretes de la venezolana Orquesta Sim¨®n Bol¨ªvar tocaban casi de memoria, sin apenas consultar sus partituras, con una perfecci¨®n asombrosa. Fue una noche m¨¢gica que termin¨® con una explosi¨®n de entusiasmo y de alegr¨ªa en la que participamos todos cuando nos regalaron las danzas de Bernstein y se levantaban coreando el mambo, izando sus instrumentos y bailando entre ellos.

Pero, por encima de todo, fue la celebraci¨®n de la fe en la condici¨®n humana, la misma que demostr¨® a trav¨¦s de esos muchachos su capacidad para modificar la trayectoria de unas vidas condenadas a la ignominia de la pobreza, de la delincuencia y del hambre, llev¨¢ndolos hasta los territorios de la dignidad y de la esperanza. Y fue tambi¨¦n el desenmascaramiento de la mentira de la raz¨®n econ¨®mica vigente, cuyas brumas de fatalidad tras la que progresan la barbarie y la injusticia fue disolviendo Gustavo Dudamel con los m¨¢gicos movimientos de su maravillosa batuta.