El tesoro oculto de Capa
Gracias a las fotograf¨ªas de Robert Capa sabemos de la m¨ªstica desesperanzada que impregn¨® los terribles a?os de la Guerra Civil. Sus fotograf¨ªas reconstruyeron la tensa espera en las trincheras antes de un ataque, los momentos de tranquilidad y camarader¨ªa de la fam¨¦lica tropa o las nerviosas discusiones t¨¢cticas sobre un mapa polvoriento. Varias generaciones imaginaron la brutal contienda civil exactamente como Capa la fotografi¨®, con sus nerviosas im¨¢genes en blanco y negro, imperfectas por aut¨¦nticas. Si hoy las exposiciones fotogr¨¢ficas se llenan con miles de visitantes, dispuestos a considerar la fotograf¨ªa como una de las bellas artes, es gracias al trabajo de fot¨®grafos como Robert Capa, profesionales del ojo cl¨ªnico, del arrojo y del gusto por la realidad, por siniestra que sea.
Fallecido en 1954, Capa ha regresado a la actualidad porque en M¨¦xico se ha descubierto un dep¨®sito de 3.500 negativos enviados desde Par¨ªs en 1940 y custodiados por Em¨¦rico Chiki Weisz, amigo y ayudante del fot¨®grafo. La emoci¨®n del descubrimiento es comprensible porque los negativos se cre¨ªan perdidos o destruidos a manos de los nazis. Aunque no est¨¢ clara qu¨¦ proporci¨®n exacta de los 120 rollos recuperados es obra suya -tambi¨¦n hay fotograf¨ªas de su compa?era Gerda Taro y de David Seymour-, los nost¨¢lgicos de la lucha antifascista de las d¨¦cadas de los 30 y los 40 tienen un nuevo almac¨¦n de im¨¢genes donde completar los detalles cotidianos de aquellos tiempos t¨¦tricos y heroicos.
Desgraciadamente, entre los negativos recuperados no aparece ese icono de la guerra del 36 que es el miliciano fotografiado en un escorzo violento mientras recibe un disparo y su fusil sale despedido hacia el vac¨ªo de la muerte. Sesudos analistas se han entretenido en analizar el fondo de la imagen y en calcular las sombras de aquel sol de injusticia para extender la sospecha de que podr¨ªa tratarse de un montaje. La duda no podr¨¢ resolverse esta vez; quiz¨¢ no se despeje jam¨¢s. Pero si fuese un montaje, se dar¨ªa la paradoja de que durante d¨¦cadas una falsificaci¨®n nos ha informado con rara precisi¨®n del horror de aquellos a?os sangrientos.
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