La nueva alianza de la derecha y el altar
Son inefables, pretenden la exclusiva de la verdad y entienden que la legitimidad emana de Dios y no de los hombres. Estas tres caracter¨ªsticas hacen incompatibles las religiones con las bases del sistema democr¨¢tico
1. El 20 de diciembre de 2007 Nicolas Sarkozy pronunci¨® un discurso en Roma, en el Palacio de San Juan de Letr¨¢n. "Un hombre que cree" -dijo el presidente franc¨¦s- "es un hombre que espera. Y es del inter¨¦s de la Rep¨²blica que muchos de sus hombres y de sus mujeres esperen". Sarkozy parec¨ªa dar la raz¨®n a aquellos que piensan que la religi¨®n se justifica por su utilidad, por su habilidad para preparar a los ciudadanos para asumir resignadamente los avatares y las pruebas a que les somete un mundo parad¨®jico. Pero el presidente iba m¨¢s lejos: "una moral laica corre siempre el riesgo de agotarse cuando no est¨¢ adosada a una esperanza que colme la aspiraci¨®n al infinito". Y remat¨® el ataque a la cultura laica con estas palabras: "En la transmisi¨®n de los valores y en el aprendizaje de la diferencia entre el bien y el mal, el maestro no podr¨¢ reemplazar nunca al cura o al pastor, aun siendo importante que se les acerque, porque siempre le faltar¨¢ la radicalidad del sacrificio de su vida y el carisma de un compromiso conducido por la esperanza". Sarkozy disparaba directamente contra la instituci¨®n esencial de la laicidad republicana: la escuela. Si hubiera realmente una izquierda en Francia, como ha escrito Regis Debray "esta injuria habr¨ªa sacado a un mill¨®n de ciudadanos a la calle". Pocos d¨ªas despu¨¦s, el 14 de enero, en un contexto muy diferente, en Riad, ante el Consejo Consultivo de Arabia Saud¨ª, volv¨ªa a reiterar su apuesta por la restauraci¨®n religiosa. He aqu¨ª un viejo programa retomado como novedad por las derechas europeas: el gobierno gobernando a su aire y las iglesias calmando las ansias de esperanza de los ciudadanos.
La jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica espa?ola se vio legitimada por el Papa en su cruzada callejera contra el Gobierno
La coartada religiosa no es argumento para saltarse las leyes democr¨¢ticas
El 13 de septiembre de 2006, el Papa Benedicto XVI pronunci¨® un importante discurso en la Universidad de Ratisbona. Ratzinger convocaba a las religiones del libro -tambi¨¦n al Islam- a ocupar el vac¨ªo dejado por las ideolog¨ªas modernas en la escena p¨²blica, a aprovechar estos tiempos de incertidumbre y de cambio, para volver al protagonismo pol¨ªtico. Y lo hacia poniendo como ejemplo a seguir a la Iglesia cat¨®lica que hab¨ªa sido capaz de aunar fe y raz¨®n: "La raz¨®n y la fe", dec¨ªa, "se vuelven a encontrar unidas de un modo nuevo, si superamos la limitaci¨®n autodecretada de la raz¨®n a lo que se puede verificar con la experimentaci¨®n y la abrimos nuevamente con toda su amplitud". La se?al fue interpretada como una orden por la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica de algunos pa¨ªses, la espa?ola, por ejemplo, que se vio legitimada en la cruzada callejera que hab¨ªa emprendido contra el Gobierno, en colaboraci¨®n con el Partido Popular.
2. ?Se puede hablar de un retorno de la religi¨®n en las sociedades secularizadas del Primer Mundo? ?Estamos ante un fen¨®meno pasajero o ante un cambio de fondo, como si la cruzada del presidente Bush encontrara eco en Europa? Probablemente, estamos ante uno de los epifen¨®menos del proceso de globalizaci¨®n. Al hacerse el mundo mucho m¨¢s peque?o, porque las ideas, las mercanc¨ªas, los dineros y, en parte, las personas se desplazan con mucha m¨¢s facilidad de un lado a otro, la competencia en el mercado de las almas se ha hecho extremadamente dura. En el pasado, las principales religiones gozaban de un r¨¦gimen de monopolio en sus territorios propios. Ahora, cada vez ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil defender la exclusiva sobre una naci¨®n o sobre un espacio supranacional. La Iglesia cat¨®lica se ve desafiada en su propia casa por religiones protestantes cada vez m¨¢s fuertes en recursos y capacidad expansiva y por diferentes familias del Islam, que ha vuelto a las tierras de las que fue expulsado. Pero tambi¨¦n por las sectas, por las religiones a la carta, por las iglesias fast-food, por los productos de espiritualidad manufacturados con sello de oriente, e incluso por la literatura de autoayuda que ofrece alpiste emocional a una ciudadan¨ªa en p¨¦rdida de referencias. El mercado se ha hecho muy competitivo y hay que defender la parroquia sin demasiados miramientos.
La debilitaci¨®n de las ideolog¨ªas cl¨¢sicas, el triunfo del poder econ¨®mico como fuente de normatividad social y referencia de comportamiento, y la sensaci¨®n de inseguridad y riesgo que sienten muchos ciudadanos que ven que el suelo se mueve y los referentes adquiridos se desdibujan, es un cultivo muy abonado para que la religiosidad vuelva a asomar la cabeza en sociedades que parec¨ªan destinadas a la laicidad para siempre.
En fin, la conversi¨®n de la lucha antiterrorista en conflicto de civilizaciones ha retornado a las religiones todo su protagonismo. El concepto de civilizaci¨®n otorga a la religi¨®n el car¨¢cter de elemento identitario determinante. No conozco civilizaci¨®n, dijo Sarkozy en Riad, "que no tenga ra¨ªces religiosas". Un intento, incomprensiblemente asumido por los bien intencionados promotores de la alianza de civilizaciones, de volver a roturar el mundo conforme a los monopolios religiosos.
Lo que sorprende es que esta reaparici¨®n de lo religioso ocurre cuando -como escribe el propio Marcel Gauchet- "por primera vez nuestra comprensi¨®n temporal de nosotros mismos -hablo de la comprensi¨®n espont¨¢nea, cotidiana, pr¨¢ctica- est¨¢ realmente sustra¨ªda a la inmemorial estructuraci¨®n religiosa del tiempo". Y la laicidad parec¨ªa -y en parte es- un valor adquirido en las sociedades avanzadas.
3. Espa?a sali¨® a finales de los setenta de un r¨¦gimen que ten¨ªa en el nacional-catolicismo su principal fuerza ideol¨®gica. Franco hab¨ªa confiado a los obispos la tarea de adoctrinamiento ciudadano. Desde los sesenta, la hegemon¨ªa ideol¨®gica se fue agrietando. Durante la transici¨®n la Iglesia sufrir¨ªa la penalizaci¨®n por su alianza con el r¨¦gimen franquista. Y ya no se recuperar¨ªa. La ley del divorcio fue la primera gran batalla perdida por la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica. Desde entonces han ido encadenando derrotas hasta llegar al matrimonio homosexual y a la asignatura de la Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa. Pero han conservado los dineros. Hoy Espa?a es una sociedad plenamente secularizada en que la Iglesia pierde autoridad e influencia, a pesar de su alianza con el PP. Y, sin embargo, el Estado, oficialmente aconfesional, sigue protegiendo a la Iglesia cat¨®lica, incapaz de financiarse por s¨ª misma, trat¨¢ndola con privilegios econ¨®micos y legales. Espa?a no ha alcanzado todav¨ªa la fase del Estado laico, por el temor de Dios -y de los electores cat¨®licos- que sufren los gobernantes ante una Iglesia que ha tenido funciones estructurantes en la sociedad espa?ola y quiere seguir teni¨¦ndolas, a pesar de que la secularizaci¨®n se ha impuesto a gran velocidad, sin que pudiera hacer nada para evitarlo. El ataque al laicismo por parte de la alianza entre la derecha y la Iglesia ha llegado antes de que el Estado laico exista.
?Qu¨¦ es un pa¨ªs laico? Un Estado en que las iglesias no puedan determinar la acci¨®n del poder pol¨ªtico, pero en las que el poder pol¨ªtico no pueda intervenir sobre las iglesias, salvo en el caso en que ¨¦stas desaf¨ªen a la ley con el delito. Y, por supuesto, nunca en cuestiones de teolog¨ªa y principios doctrinales.
Las religiones son inefables -se sit¨²an fuera de toda posibilidad cr¨ªtica-. Las religiones pretenden tener la exclusiva de la verdad e impon¨¦rsela a todos los hombres. "?Qu¨¦ puedo hacer para que otros se salven y para que surja tambi¨¦n para ellos la estrella de la esperanza?", es una pregunta imperativa que el Papa Ratzinger hace en la enc¨ªclica Spe Salvi. Las religiones entienden que la legitimidad del poder emana de Dios y no de los hombres. Estas tres caracter¨ªsticas las hacen incompatibles con las bases del sistema democr¨¢tico. Por eso deben mantenerse al margen de las decisiones pol¨ªticas. La coartada religiosa no es argumento para saltarse las leyes democr¨¢ticas. Y, sin embargo, el Estado democr¨¢tico tiene la libertad de expresi¨®n y de creencia como principio fundamental. Por eso, no debe intervenir sobre las ideas religiosas. Esta clara divisi¨®n de papeles es la que quiere confundir en Europa una nueva santa alianza de la derecha y el altar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.