"No todo en un pa¨ªs es la lengua"
Este libro se presenta en un momento poco propicio. Poco propicio por lo menos en tres aspectos. En primer lugar, desde el punto de vista del prestigio de la pol¨ªtica y de los pol¨ªticos, el momento no es bueno. No s¨¦ si esta historia sincera sobre c¨®mo nace una vocaci¨®n pol¨ªtica, sobre c¨®mo se va configurando, c¨®mo se ejerce, c¨®mo yerra o acierta, puede ayudar a recomponer este prestigio, o todo lo contrario.
En segundo lugar, la situaci¨®n interna de Catalu?a no es buena, y no me refiero a quien ejerce el Gobierno y a quienes ejercen la oposici¨®n. Me refiero a la imagen del pa¨ªs, a su falta de confianza en s¨ª mismo y en el resto de Espa?a. Y al desapego de que habla el president Montilla.
La situaci¨®n interna de Catalu?a no es buena. Y Espa?a, si bien dispone de buenas cartas, ofrece una mala imagen
La prisi¨®n me afect¨® negativamente. Antes era m¨¢s d¨²ctil, m¨¢s abierto. Nunca me he recuperado por completo
En tercer lugar, Espa?a en su conjunto, si bien por una parte vive una etapa positiva y dispone de buenas cartas, por otra -a nivel pol¨ªtico, institucional y de opini¨®n general- ofrece una mala imagen. Y el clima que se respira no es sano.
Idioma, dinero
El prurito de la modernidad es muy potente y extendido en Catalu?a, y es positivo. Pero la verdad es que, por ejemplo, los vascos, por no haber tenido ning¨²n tipo de complejo a la hora de reivindicar cosas tildadas de arcaicas como los fueros o el concierto econ¨®mico, disponen de un sistema de financiaci¨®n favorable, envidiable, que nosotros, en nombre de la econom¨ªa moderna y del sentido actual de la historia, casi no tuvimos en cuenta en el momento de hacer el Estatut de Catalu?a. (...)Un d¨ªa, un diputado socialista navarro me dijo que su partido fue afortunado al no ganar las primeras elecciones al Parlamento de Navarra. Una suerte que hac¨ªa extensiva a su pa¨ªs: "De esta manera tuvimos tiempo de convencernos de las bondades del sistema propio de financiaci¨®n que hab¨ªan defendido los partidos conservadores". Los socialistas, que se presentan como modernos y no siempre lo son, se rindieron a las ventajas que ofrec¨ªan algunos elementos de la antig¨¹edad navarra.
A veces tengo la sensaci¨®n de que los catalanes hemos relacionado demasiado nuestro destino con la lengua. La lengua es importante, muy importante, pero no todo en un pa¨ªs es lengua. Sabino Arana, el fundador del Partido Nacionalista Vasco, observaba que los catalanes nos d¨¢bamos por satisfechos cuando un inmigrante, un maketo como los llamaba ¨¦l, hablaba en catal¨¢n. Para ¨¦l, en cambio, lo que importaba era el sentimiento de pertenecer al lugar, hablase lo que hablase la persona. Un vasco no deja de ser vasco por hablar s¨®lo en castellano. Por otro lado, el catalanismo, obsesionado por la lengua, no ha reivindicado nunca las constituciones anteriores a 1714. ?Por qu¨¦? Porque hemos querido ser modernos. Porque nos pavoneamos y nos ponemos de puntillas, proclamando: "Nosotros haremos una cosa nueva, inteligente, racional, futurista...". Y no siempre hemos acertado.
Tengo que precisar, para ser justo, que nuestra manera de enfocar el nacionalismo ha tenido siempre efectos positivos. (...) Hemos evitado fracturas. No todo el mundo puede decirlo de forma tan rotunda como podemos proclamarlo los catalanes.
Independentismo
Hace tiempo ya que soy un admirador de Castilla. (...)Un pa¨ªs que ha colonizado Am¨¦rica, que ha llevado a cabo una guerra de 150 a?os para detentar la hegemon¨ªa en Europa y, por extensi¨®n, en todo aquel mundo contempor¨¢neo, que ha conocido un Siglo de Oro brillante, que tiene una lengua de dimensi¨®n universal, no es un pa¨ªs cualquiera. (...)Despu¨¦s de este juicio favorable sobre Castilla, no s¨¦ si es necesario manifestar que soy catal¨¢n y no castellano, y que yo no quiero ser castellano ni quiero que Catalu?a lo sea. Y que tengo mi propio orgullo catal¨¢n. Un orgullo justificado por nuestra historia, nuestra creatividad y nuestra voluntad de no ser objetos, sino actores de la cultura y el progreso humanos. Una voluntad y una creatividad que no podremos desarrollar si nos desdibujamos y nos diluimos, aunque sea dentro de un marco tan prestigioso como es el de Castilla o dentro de una Espa?a totalmente castellanizada.
(...) La historia se puede romper, pero la historia pesa. Y nuestra historia es la que es y nuestra demograf¨ªa tambi¨¦n, e igualmente nuestra circunstancia geopol¨ªtica. Nuestra historia es brillante en muchos aspectos (...) Demogr¨¢ficamente hemos sido un ejemplo de capacidad integradora, de impulso social colectivo. Nuestra identidad ha demostrado que es fuerte y creativa. El resultado total es positivo y nos abre perspectivas dentro y fuera de Catalu?a, pero no perspectivas de independencia. Aunque, tal y como van las cosas, podr¨ªa pasar que el sentimiento independentista se incrementara de manera muy notable. Detecto en los ¨²ltimos tiempos aires que apuntan en ese sentido.
Tortura, c¨¢rcel
Lleg¨® a mis o¨ªdos que Franco pensaba realizar ese mismo a?o (1960) una larga visita a Barcelona. (...) Ten¨ªamos que boicotear la visita. (...) Redact¨¦ un texto largo, con mucha letra. "La falta de libertad es absoluta. Y s¨®lo se ve atenuada por el estado de corrupci¨®n en el que vivimos. El general Franco, el hombre que pronto vendr¨¢ a Barcelona, ha escogido como instrumento de Gobierno la corrupci¨®n". (...)Alcanzamos el objetivo de echar a perder la visita de Franco.
(...)La noche del s¨¢bado ten¨ªa un acto en Manresa. Creo que por motivos relacionados con las noticias que llegaban de Barcelona, el encuentro se suspendi¨® y me fui a dormir temprano. A la una y media de la madrugada vinieron y se me llevaron. Cuando llegu¨¦ a la jefatura de Via Laietana, los polic¨ªas me dijeron: "Ya nos damos cuenta de que usted no es un hombre experto. Aqu¨ª ha venido gente muy entrenada, muy experimentada, y todos han acabado dici¨¦ndonos lo que ten¨ªan que decirnos. De manera que no quiera hacerse el gallito". (...)
He tenido mucho cuidado al utilizar la palabra "tortura". Cuando pienso que hay gente que ha muerto a manos de sicarios muy entrenados en la pr¨¢ctica de hacer sufrir, personas que han saltado por la ventana porque no han podido m¨¢s, o a las que han tirado, a m¨ª me da verg¨¹enza calificar de tortura lo que sufr¨ª esa noche. Pero, ?qu¨¦ fue si no? ?Maltrato? ?Tengo que decir que fui v¨ªctima de maltratos? La palabra resulta insuficiente. La realmente adecuada es "tortura". Me dieron una paliza muy fuerte y muy profesional. Bofetadas en la cara, una detr¨¢s de otra. Pu?etazos en lugares estrat¨¦gicos para no dejar marcas. S¨®lo una vez a uno de los agentes se le fue la mano y me parti¨® la ceja. Un compa?ero le dijo que fuera con cuidado. Golpes con una porra en el culo y en las partes blandas del cuerpo. Golpes continuados con un palo en las plantas de los pies. Golpes en los empeines, calculados para no romper huesos. Hicieron que me pusiera en cuclillas con las manos esposadas por debajo de las piernas. En esta posici¨®n, que se conoce con el nombre de "cig¨¹e?a", me pegaban y hac¨ªan que me cayera al suelo. (...) Todo de noche y en un subterr¨¢neo, sabiendo que es in¨²til gritar porque no te oir¨¢ nadie. (...)Aquellos hombres ten¨ªan las de ganar. (...)Di el nombre de Francesc Piz¨®n, el impresor.
Consejo de guerra sumar¨ªsimo. (...)Tres a?os para Francesc Piz¨®n y siete para m¨ª. (...)La sentencia fue ratificada y al cabo de unos d¨ªas nos destinaron a la c¨¢rcel de Torrero, en Zaragoza. (...)Me soltaron el 22 de noviembre de 1962. Piz¨®n hab¨ªa quedado libre un a?o antes. (...)La prisi¨®n me afect¨® negativamente. Antes de entrar era una persona m¨¢s d¨²ctil, de car¨¢cter m¨¢s abierto, m¨¢s alegre, m¨¢s franco. Nunca me he recuperado completamente.
Banca Catalana
La idea de ser propietario de un banco con el objetivo de acumular dinero, que es en lo que todo el mundo piensa, a m¨ª nunca se me pas¨® por la cabeza. (...)Yo nunca cobr¨¦ de Banca Catalana. Pose¨ªa un paquete importante de acciones. Si hubiera vendido, me habr¨ªa hecho muy rico, porque hab¨ªa muchos compradores interesados en adquirirlas con sobreprecio. Pero yo iba a las ampliaciones. Aunque hubiera podido permit¨ªrmelo, nunca me he comprado casas ni mas¨ªas ni barcos ni cuadros. Todo mi dinero lo he invertido en producir. (...)Hay gente que ha cre¨ªdo o cree o ha aparentado creer que yo llevo la barretina puesta y que s¨®lo tengo una visi¨®n tradicional, rural, del pa¨ªs. (...)Tambi¨¦n se ha dicho que soy antibarcelon¨¦s. Que me inclino por lo pay¨¦s. Yo he nacido en Barcelona. Es la capital de Catalu?a, es mi ciudad y me siento barcelon¨¦s. Barcelona es la force de frappe del pa¨ªs. Sin Barcelona, Catalu?a ser¨ªa la mitad de lo que es. Ahora bien: sin Catalu?a, Barcelona ser¨ªa una ciudad hanse¨¢tica, hu¨¦rfana, sin nada detr¨¢s. Yo quiero un pa¨ªs con una gran capital, no una gran capital con un retazo de pa¨ªs.
(...) Desde mediados de 1973, yo hab¨ªa ido preparando mi salida del banco para dedicarme de lleno a la pol¨ªtica. Intent¨¦, como hice a?os m¨¢s tarde cuando dej¨¦ de ser president de la Generalitat, no interferir para nada en la acci¨®n de Banca Catalana a partir de ese momento. Pero a Banca Catalana la reencontr¨¦ a?os m¨¢s tarde con motivo de la querella presentada contra m¨ª y contra otros directivos de la entidad en 1982. (...) Nos pusieron en el mismo saco que a los banqueros aventureros y delincuentes e intentaron que los acompa?¨¢ramos a prisi¨®n.
(...) Cuando la querella a¨²n no se hab¨ªa presentado y yo ya era president de la Generalitat, recib¨ª la visita del se?or Pedro de Toledo. Era el presidente del Banco de Vizcaya, la entidad que se hab¨ªa adjudicado Banca Catalana despu¨¦s de que nuestro banco pasara por el Fondo de Garant¨ªa. (...) Afirm¨® que era un buen banco y se felicit¨® por el buen negocio que el Vizcaya hab¨ªa hecho adquiri¨¦ndolo. (...) Tuve que cortarle: "Me parece que usted no se da cuenta de que todo lo que me cuenta, yo ya lo s¨¦; y de que sus palabras me producen un gran dolor".
(...) Desde hace a?os s¨¦ que en todo lo que hace referencia a Catalu?a se tiene que ir con pies de plomo. Tenemos que reclamar lo que tenemos que reclamar, pero calculando bien los movimientos, el tiempo, las complicidades y la relaci¨®n de fuerzas. Las discusiones del nuevo Estatut de Catalu?a han puesto de manifiesto una ligereza y una imprudencia que han provocado graves efectos colaterales.
La transici¨®n
Siempre subrayo el papel principal y positivo que tuvieron los comunistas espa?oles de Santiago Carrillo y los comunistas catalanes del PSUC; el nacionalismo catal¨¢n, desde Tarradellas a CDC, y la Iglesia, representada entonces por monse?or Vicente Enrique Taranc¨®n. Tres sectores que se comportaron con moderaci¨®n y teniendo siempre en cuenta el inter¨¦s general. (...) Y tambi¨¦n dos nombres relevantes: el presidente del Gobierno, Adolfo Su¨¢rez, y Torcuato Fern¨¢ndez Miranda, antiguo preceptor del rey y el hombre que consigui¨® que las Cortes franquistas, que pod¨ªan haber obstaculizado la democratizaci¨®n, votasen su propia disoluci¨®n. Y, evidentemente, el rey.
(...) Roca y yo hicimos que se introdujera en la Constituci¨®n el t¨¦rmino nacionalidad para definir impl¨ªcitamente a Catalu?a y, por extensi¨®n, al Pa¨ªs Vasco y a Galicia. (...) Lo hicimos contra la opini¨®n del president Tarradellas, que no quer¨ªa que se hablara ni de naci¨®n ni de nacionalidad. En las discusiones del texto fundamental de la democracia espa?ola perdimos una batalla importante. No supimos oponernos con decisi¨®n a la filosof¨ªa uniformadora, federalista, la del caf¨¦ para todos. (...) No pudimos dejar fijado con la suficiente contundencia que Catalu?a presenta una personalidad diferente dentro del conjunto. Aparece de una u otra manera, pero sin el ¨¦nfasis que habr¨ªa evitado el gran desbarajuste que se ha producido (...) El catalanismo era sentimentalmente fuerte, pero pol¨ªticamente d¨¦bil.
(...) Una vez, Calvo Sotelo me llam¨® para contarme que recib¨ªa presiones para ocupar el Pa¨ªs Vasco con el ej¨¦rcito. "Te llegar¨¢n noticias sobre estas presiones, te dir¨¢n que estoy dispuesto a rendirme a ellas, pero tienes que saber que no me doblegar¨¦". Estamos hablando de cuando la actividad de ETA era m¨¢s fren¨¦tica que nunca, de cuando Rodolfo Mart¨ªn Villa, el ministro de la Gobernaci¨®n, me dec¨ªa: "T¨² no sabes cu¨¢nto sufrimiento significa que a medianoche suene el tel¨¦fono. Detr¨¢s de cada llamada hay un muerto". (...) Y quiero contar a¨²n otra confidencia de Leopoldo Calvo Sotelo. Fue unas semanas despu¨¦s del golpe de Tejero: "Presidente, recibo indicaciones para que no se celebre el juicio a los militares golpistas. Me dicen que aumentar¨¢ el malestar en las casernas. Pero el juicio se har¨¢ porque los hechos fueron muy graves y no podemos actuar como si no hubiera pasado nada".
Responsabilidad
Nuestra colaboraci¨®n con los gobiernos de Espa?a, siempre que la hemos considerado necesaria para el bien general del conjunto del pa¨ªs, arranca del inicio de la transici¨®n pol¨ªtica a la democracia. Las muestras de confianza de Calvo Sotelo tuvieron lugar cuando su partido, la UCD, fundada por Su¨¢rez, se encontraba en un proceso de descomposici¨®n, y el propio Su¨¢rez, que acabar¨ªa creando otra formaci¨®n pol¨ªtica, hab¨ªa dicho: "Hay aires de desbandada en mi partido". Sab¨ªamos que el Gobierno no podr¨ªa aguantar mucho tiempo, porque su debilidad era extrema, pero mientras la oposici¨®n socialista se le echaba encima con todas sus fuerzas y mientras, en esta lucha cuerpo a cuerpo, los socialistas llevaban las de ganar, nosotros no hurgamos en las heridas, sino que apoyamos al Gobierno para que hiciera frente a los graves retos que se le presentaban y que era necesario superar.
Muchos a?os m¨¢s tarde, un personaje de primera fila del PSOE me confes¨®: "Nos fue muy bien que al principio de la transici¨®n vosotros apuntalaseis al Gobierno de Su¨¢rez. Con ello garantizabais su continuidad, muy necesaria en esos momentos, y a nosotros nos permit¨ªais hacer una oposici¨®n m¨¢s dura, tal y como nos reclamaba buena parte de nuestro electorado". Un reconocimiento de nuestra actitud responsable en esos momentos y siempre. Me pregunto: ?quiz¨¢ demasiado responsable?
Memorias (1930-1980) Historia de una convicci¨®n. Jordi Pujol, con la colaboraci¨®n de Manuel Cuy¨¤s. Ediciones Destino.
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