Pendientes de un l¨ªder que afronte la crisis
Wall Street tiene un atractivo especial para los aspirantes a la Casa Blanca, y no s¨®lo por ser el centro del poder econ¨®mico. El distrito financiero en la isla de Manhattan es una fuente de ingresos para alimentar las costosas campa?as. Pero el mundo de los negocios es m¨¢s agn¨®stico que ideol¨®gico, y le gusta tener todas las piezas sobre la mesa para apostar.
La econom¨ªa ha ido cobrando relevancia por el miedo a la recesi¨®n
La gente recuerda los buenos tiempos cuando va a votar, dicen en Wall Street
"Pol¨ªticas reales, no ret¨®rica", piden desde el Center for American Progress
La marcha de la econom¨ªa ha ido cobrando relevancia en los mensajes por el miedo a la recesi¨®n. Las encuestas dicen que los electores est¨¢n m¨¢s preocupados por su bolsillo que por la amenaza del terrorismo o la guerra de Irak. George Bush padre aprendi¨® la lecci¨®n cuando perdi¨® las elecciones ante Bill Clinton. "?Es la econom¨ªa, est¨²pido!", sintetizaron los analistas.
Cuatro campa?as despu¨¦s, Hillary Clinton intenta capitalizar el balance econ¨®mico de su marido al final de los a?os noventa, cuando Wall Street herv¨ªa por el entusiasmo de las puntocom y las cuentas p¨²blicas estaban saneadas. Y lo compara con el legado de George Bush hijo, que se top¨® nada m¨¢s llegar al Despacho Oval con su primera recesi¨®n, alimentada por el estallido de la burbuja tecnol¨®gica, los esc¨¢ndalos empresariales y el 11-S.
Bush est¨¢ a punto de concluir su segundo mandato peor que cuando tom¨® las riendas de la naci¨®n: hay una fuerte correcci¨®n en la vivienda, dificultades para acceder al cr¨¦dito, el d¨¦ficit subiendo a niveles r¨¦cord, elevada deuda, moderaci¨®n en el empleo, la Bolsa cayendo y alza en la gasolina.
Esta variedad de problemas oblig¨® a los candidatos a adaptar sus campa?as para hacer ver que tienen los pies en la tierra, m¨¢s all¨¢ de los datos y las opiniones de los analistas. Y saben que la temida recesi¨®n podr¨ªa tener enormes consecuencias pol¨ªticas. Si el pasado sirve como referente, una econom¨ªa en fase de deterioro afecta al partido gobernante. Pas¨® en 1920, 1932, 1960 y 1980.
La gente recuerda f¨¢cilmente los buenos tiempos cuando vota, como comentan en Wall Street. Y tambi¨¦n los malos. Por eso en el parqu¨¦ neoyorquino se?alan que, una vez que se identifique a los dos candidatos, su atenci¨®n se dirigir¨¢ hacia el que tenga el mensaje m¨¢s contundente, porque la coyuntura actual requiere de un l¨ªder capaz de preservar la posici¨®n de liderazgo de EE UU.
"Pol¨ªticas reales, no agenda pol¨ªtica ni ret¨®rica", se?alan desde el Center for American Progress. Ning¨²n candidato ofrece en este momento una soluci¨®n original a la crisis. Hillary Clinton defiende que se aplique una moratoria a los desahucios y propone la congelaci¨®n de los tipos que se aplican a las hipotecas. Adem¨¢s, es partidaria de dotar de m¨¢s fondos los programas p¨²blicos.
Su rival Barack Obama tiene ideas similares, aunque plantea otro enfoque. El senador por Illinois prefiere que la crisis se solucione por la v¨ªa de las ayudas directas a las familias, con incentivos fiscales y devoluciones de impuestos. Una idea que est¨¢ recogida en el plan de reflote de la Casa Blanca.
En las filas republicanas son Mitt Romney y Mike Huckabee los que llevan la voz cantante. El primero explota su pasado como hombre de negocios. El segundo, su oratoria populista para acercarse a los sindicatos. Y John McCain repite la doctrina que le gusta escuchar a Wall Street: bajos impuestos y rigurosidad en el gasto.
Lo que tienen claro en el parqu¨¦ es que los remedios que proponen llegar¨¢n tarde, cuando la econom¨ªa haya recuperado el aliento. Y precisan que en la coyuntura actual, el tiempo juega contra los republicanos, que no pueden permitirse el lujo de que se tarde mucho m¨¢s en sacar adelante el plan de incentivos.
As¨ª las cosas, si la victoria puede medirse en t¨¦rminos monetarios, en Wall Street huele a dem¨®crata y a Hillary Clinton, que es la que se lleva recaudada las mayores contribuciones. Se calcula que la senadora recibi¨® de las carteras de los empleados de los 10 mayores bancos de inversi¨®n unos 388.000 d¨®lares s¨®lo durante el ¨²ltimo trimestre de 2007.
Le siguen Mitt Romney, con 294.000 d¨®lares, y Barack Obama, con 252.000. La ex primera dama cuenta con el respaldo de poderosos banqueros como Robert Rubin (presidente de Citigroup), Lloyd Blankfein (Goldman Sachs) y John Mack (Morgan Stanley). Y de los inversores Warren Buffett y George Soros, que tambi¨¦n hacen aportaciones a Obama, porque lo que quieren es que las presidenciales de noviembre las gane un dem¨®crata.
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