A la izquierda de las FARC
El lunes pasado y ayer en 170 ciudades del mundo entero, Bogot¨¢, Madrid, Par¨ªs, Buenos Aires, Nueva York, y docenas de localidades colombianas, millones de personas marcharon o se concentraron para clamar contra las FARC, el grupo guerrillero y terrorista que retiene a cientos de secuestrados en la jungla, y es uno de los grandes carteles mundiales de la droga.
El llamamiento era deliberadamente desnudo, ni apelaba a los insurrectos a que negociaran la paz, ni que se avinieran al canje humanitario, ni que dejaran de ser quien eran, a pesar de que en enero el presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez, hab¨ªa logrado que soltasen a dos mujeres, profesionales de la pol¨ªtica, que llevaban seis a?os de cautiverio, sin otra contrapartida que la propaganda que les hizo el propio l¨ªder bolivariano, trat¨¢ndoles de beligerantes. El clamor estaba s¨®lo dirigido contra la existencia misma de esa guerrilla del terror.
La guerrilla es el mayor enemigo del Polo Democr¨¢tico, la neoizquierda colombiana
Vistas las cosas con un Atl¨¢ntico por medio, cabr¨ªa suponer que todas las fuerzas democr¨¢ticas deber¨ªan haber estado de acuerdo en el encuadramiento de ese clamor. Pero no as¨ª en Colombia. Y donde ha detonado con mayor fuerza esa bomba de paz ha sido en el seno de la neoizquierda colombiana, el Polo Democr¨¢tico Alternativo, que, en permanente b¨²squeda de la cuadratura del c¨ªrculo, matizaba su apoyo a la protesta, sin que le importara cuanto pudiese ello da?ar sus expectativas en las pr¨®ximas elecciones presidenciales de 2010. S¨ª, ya s¨¦ que falta mucho para eso, pero en Colombia siempre se est¨¢ en campa?a electoral.
Un escrutinio pormenorizado del partido descubrir¨ªa en ¨¦l numerosas corrientes: socialdem¨®cratas de derecha e izquierda, comunistas maquillados y al raso, ex guerrilleros posibilistas, radicales de centro intransigentes, populistas varios, pero todos ellos animados de la ambici¨®n democr¨¢tica de ofrecerle a Colombia un nuevo comienzo a partir de algo que se parezca bastante a cero.
Y en ese pandem¨®nium antes bogotano que colombiano, las FARC son mucho m¨¢s que la manzana de la discordia. Para algunos dirigentes del Polo a¨²n constituyen una fuerza de izquierda a tener en cuenta, aunque nadie defienda ya formalmente la v¨ªa de la insurrecci¨®n armada para llegar al poder; para la gran mayor¨ªa, sin embargo, la guerrilla sigue siendo su pecado original. Y mientras el partido no entienda que constituye la ¨²nica izquierda colombiana posible, estar¨¢ pidiendo perd¨®n por el solo hecho de existir.
El reci¨¦n elegido alcalde de Bogot¨¢, Samuel Moreno, y estrella ascendente del partido, que gusta de repetir que ¨¦l es centro del centro, y el senador Gustavo Petro, una de las mejores cabezas del Polo, han defendido la participaci¨®n en la marcha. Ambos saben que cualquier concupiscencia con las FARC es como cicuta para su partido. Pero la formaci¨®n pol¨ªtica, movida por su ala izquierda que dirige el tambi¨¦n senador Carlos Gaviria, ha rechazado estar en el clamor, para conformarse con un estr¨¦pito m¨¢s moderado en forma de concentraci¨®n ciudadana. En Bizancio no lo hac¨ªan mejor.
El razonamiento de la izquierda de la izquierda suena conocido: no es el momento; una demostraci¨®n as¨ª no favorece el canje humanitario; s¨®lo una negociaci¨®n pol¨ªtica puede poner fin al conflicto. Y todo ello es perfectamente defendible, sumamente razonable, y probablemente verdad, pero ocurre que cuando tocan a rebato, hay que mirar muy bien al lado de qui¨¦n va uno. Y los instintos del ex guerrillero Petro, y del nieto Moreno de un general con inquietudes sociales, parecen mucho m¨¢s atinados que los del veterano Gaviria, que concibe la izquierda casi como un auto sacramental.
?Que Uribe sacar¨¢ beneficio de las marchas? Por supuesto; como har¨ªa cualquier Gobierno en su posici¨®n, por otra parte, bastante delicada por el goteo de liberaciones que las FARC est¨¢n regalando a su compadre Hugo Ch¨¢vez; como est¨¢ igual de claro que el clamor, lo que pide, apenas subliminalmente, es la derrota de las FARC a sangre y fuego; ?pero no es eso, acaso, lo que desea la inmensa mayor¨ªa del pueblo colombiano?
Lo mejor suele ser enemigo de lo bueno, y, con marcha o con concentraci¨®n, igual que ning¨²n Gobierno espa?ol va a renunciar de manera vitalicia a negociar para obtener la disoluci¨®n de ETA, Uribe o alguno de sus sucesores tendr¨¢ que tratar un d¨ªa con las FARC, aunque al presidente lo que le vaya sea la victoria en la trocha y la vereda.
La guerrilla es el mayor enemigo del Polo. A ver si de una vez se entera.
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