Colombia planta cara al terrorismo
La protesta ciudadana contra las FARC marca un hito y refuerza al Estado
Las previsiones saltaron por los aires y "el mill¨®n de voces" que buscaba la convocatoria se quintuplic¨®: 4,8 millones de colombianos se volcaron el lunes en las calles para protestar contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Por primera vez en la historia del pa¨ªs, la ciudadan¨ªa expresaba su repudio a una guerrilla anacr¨®nica que la castiga con sus atrocidades desde hace cuatro d¨¦cadas. Los colombianos han exigido la libertad de 700 rehenes y han dejado claro que no quieren que nadie secuestre su futuro.
"Ha sido un respaldo un¨¢nime a la institucionalidad democr¨¢tica y a la lucha del Estado por recuperar la seguridad y neutralizar el terrorismo", dice desde Bogot¨¢ el analista Alfredo Rangel, director de la Fundaci¨®n Seguridad y Democracia. "Esta movilizaci¨®n marca un antes y un despu¨¦s en Colombia".
El objetivo era reunir "un mill¨®n de voces". Fueron casi cinco millones
Algunos analistas pronostican rupturas en el seno de las FARC
Frente a otras marchas contra la violencia, la del lunes lleg¨® a los rincones m¨¢s apartados del pa¨ªs, congreg¨® a todas las clases sociales y apunt¨® claramente al enemigo. "Nunca hab¨ªa pasado nada igual", ratifica Alfonso Cu¨¦llar, editor de la revista Semana. "Hay un elemento que congrega a los colombianos: nadie quiere saber nada de las FARC".
Si la guerrilla, acusada de cr¨ªmenes de lesa humanidad y considerada grupo terrorista por la Uni¨®n Europea, cre¨ªa que con las "pruebas de vida" de algunos de sus secuestrados iba a ganarse el respaldo popular para forzar al Gobierno a aceptar sus exigencias, err¨® el tiro. Los v¨ªdeos y los mensajes de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt y de varios rehenes canjeables (pol¨ªticos y militares) dejaron en evidencia el trato degradante a los cautivos y horrorizaron a la opini¨®n p¨²blica. Las mentiras de las FARC en el caso Emmanuel, el hijo de Clara Rojas, y la injerencia del presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez, espolearon la indignaci¨®n.
"Este cambio de actitud se ven¨ªa cocinando y no puede desligarse de los efectos de la pol¨ªtica de seguridad del Gobierno de ?lvaro Uribe, que le ha quitado el miedo a la gente", se?ala Rom¨¢n Ortiz, polit¨®logo espa?ol y experto en seguridad de la Fundaci¨®n Ideas para la Paz, en Colombia. "El grado de repulsi¨®n hacia las FARC es el mismo que en 2000. Pero entonces las FARC estaban rodeadas del mito de la imbatibilidad. Hoy las principales v¨ªas de comunicaci¨®n y las ciudades son seguras. Los frentes que cercaban Bogot¨¢ fueron barridos en 2003. El conflicto est¨¢ en las zonas m¨¢s remotas".
El proceso, seg¨²n Ortiz, es similar al experimentado por la opini¨®n p¨²blica espa?ola respecto a ETA. "Hubo que liberar a la gente del miedo y luego empez¨® a manifestar su repulsa". Algunos medios han recordado la reacci¨®n al asesinato de Miguel ?ngel Blanco, en 1997. "Espa?a se moviliz¨® contra un grupo terrorista con nombre propio, sin ambages ni rodeos", dec¨ªa el diario El Tiempo. Y la hora, a?ade, ha llegado para Colombia.
"Durante a?os hubo una confusi¨®n del lenguaje que nos convert¨ªa en un Estado paria", se?ala un asesor presidencial que pide el anonimato. "Se hablaba de 'guerra civil' y no de terrorismo por parte de unos tipos financiados por el narcotr¨¢fico; de 'prisioneros de guerra' en lugar de secuestrados; de 'soluci¨®n negociada'..." Ahora, se?ala este asesor, las cosas est¨¢n claras.
Y ¨¦sa es una de las consecuencias pol¨ªticas de la movilizaci¨®n del lunes. "Las instituciones salen reforzadas y tambi¨¦n la imagen internacional del Gobierno", se?ala Alfredo Rangel. Hoy m¨¢s que nunca queda en evidencia la brecha entre un grupo armado de inspiraci¨®n marxista que vive enquistado en el pasado y un pa¨ªs de 45 millones de habitantes que mira hacia otro lado. El 74% de la poblaci¨®n es urbana, el crecimiento econ¨®mico supera el 7% anual, la inversi¨®n extranjera fluye como nunca antes. La historia ha sobrepasado a las FARC, pero ?cu¨¢l puede ser el efecto de la movilizaci¨®n? Algunos analistas no creen que una guerrilla que maneja unos 340 millones de euros anuales atienda al clamor popular. "A las FARC no les interesa liberar a los rehenes porque son su mejor baza para mantener la atenci¨®n. Sin ellos, dejar¨ªan de existir", dice el periodista Alfonso Cu¨¦llar.
"Yo s¨ª pienso que tendr¨¢ un efecto desmoralizador", contrapone Alfredo Rangel. "A los dirigentes les deja claro que su proyecto pol¨ªtico armado no tiene posibilidad de ¨¦xito". Otros expertos consultados no descartan que haya rupturas en la guerrilla, y que algunos sectores abandonen un barco averiado para incorporarse a la pol¨ªtica legal. En la selva, dicen, se quedar¨¢n los duros y los narcotraficantes.
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