Algo est¨¢ muy errado
El candidato del Partido Popular, Mariano Rajoy, se ha declarado dispuesto a exigir a los inmigrantes que firmen un "contrato de integraci¨®n" en el que se comprometan a aprender espa?ol, a respetar las costumbres de su pa¨ªs de acogida y a regresar a su pa¨ªs de origen si no encuentran r¨¢pidamente un nuevo empleo. Afortunadamente, nada de esto parece f¨¢cil desde el punto de vista de los principios recogidos en la Constituci¨®n espa?ola, que fue redactada en una ¨¦poca en la que los pol¨ªticos a¨²n recordaban a los emigrantes espa?oles en medio mundo, y a¨²n compart¨ªan lo que dijo, en su d¨ªa, en su defensa, el escritor Max Frisch: "Suiza ha pedido trabajadores y le han llegado seres humanos".
El emigrante espa?ol hizo lo que debe hacer ahora el inmigrante: exigir sus derechos y cumplir la ley
Ning¨²n pol¨ªtico medianamente sensato, conservador o socialdem¨®crata, exigi¨® a los obreros espa?oles en Alemania o Suiza, o a los camareros y camareras que inundaron en los a?os sesenta y setenta los restaurantes y hoteles del Reino Unido, que aprendieran su lengua, m¨¢s all¨¢ de un vocabulario de estricta supervivencia; nadie les oblig¨® a respetar costumbres que no figuraran en las leyes y nadie amenaz¨® con echarles del pa¨ªs a las primeras de cambio. Nadie les ech¨® miserablemente en cara el dinero del que se privaban ellos mismos para envi¨¢rselo a sus familias y nadie les acus¨® de acudir a los m¨¦dicos de la Seguridad Social, que estaban pagando como cualquier otro ciudadano.
Los emigrantes espa?oles hicieron lo que deben hacer ahora los inmigrantes que recibimos: comportarse ejemplarmente en el cumplimiento de la ley y exigir a cambio el escrupuloso respeto de sus derechos. Nadie sensato exige a las mujeres musulmanas reci¨¦n llegadas a Espa?a que compartan nuestras costumbres, como nadie exigi¨® a las espa?olas que trabajaban en Suecia en los a?os sesenta que compartieran los usos locales. Lo que ten¨ªamos, y tienen ellas, que compartir, ineludiblemente, son los mismos derechos y las mismas obligaciones.
?De d¨®nde ha salido alguien como el secretario de Econom¨ªa del PP, Miguel ?ngel Arias Ca?ete, para atreverse a decir que el colapso en las urgencias de los hospitales p¨²blicos se debe a que los inmigrantes han descubierto "la grandeza" del sistema sanitario espa?ol? Cu¨¢nta ignorancia o cu¨¢nta mala fe en alguien que deber¨ªa saber de primera mano lo que est¨¢ ocurriendo en esos servicios de urgencias: precisamente, el deterioro de esa "grandeza", es decir la falta de adecuaci¨®n entre los medios y de las dotaciones econ¨®micas de la sanidad p¨²blica y el n¨²mero de usuarios. Es innoble pretender convencer a un enfermo que acude a la Seguridad Social de que su problema es que hay 20 inmigrantes en la lista por delante de ¨¦l, cuando la cuesti¨®n no es esa, sino la falta de m¨¦dicos para atender a los 21 de la cola. Es infame hacer competir por las prestaciones sociales a los m¨¢s desafortunados econ¨®micamente en lugar de arbitrar los medios para atender a ciudadanos con los mismos derechos.
Las ocurrencias son una desgracia en las campa?as electorales pero todav¨ªa mucho peor es manipular insensatamente material altamente inflamable. ?Qu¨¦ pretende el PP? ?Si gana las elecciones restringir¨¢ a los inmigrantes el derecho de uso de las urgencias? Y si las pierde, ?intentar¨¢ movilizar a la opini¨®n p¨²blica para reclamar medidas semejantes?
Los estrategas electorales del Partido Popular parecen desconocer la capacidad de movilizaci¨®n que todav¨ªa tiene en una parte del electorado espa?ol la amenaza de reducci¨®n de derechos. Quiz¨¢s dentro de unos a?os no sea as¨ª, sobre todo si la propia izquierda no es capaz de contrarrestar inteligentemente ese mensaje de miedo y de establecer los mecanismos pol¨ªticos y econ¨®micos necesarios para evitar el deterioro de los servicios y prestaciones p¨²blicas. Quiz¨¢s termine la izquierda comport¨¢ndose con tanta ceguera como lo hizo, por ejemplo, la izquierda francesa en los a?os ochenta. Pero, de momento, la memoria todav¨ªa deber¨ªa permitirnos a los espa?oles en general conservar un poco de decencia.
La misma que reclamaba el pasado d¨ªa 26 de enero, tras su victoria en las primarias de Carolina del Norte, el candidato dem¨®crata norteamericano Barack Obama. "Hay que oponerse a la idea de que es aceptable decir o hacer lo que sea para ganar una elecci¨®n... Eso es exactamente lo que est¨¢ equivocado en nuestra pol¨ªtica", asegur¨® Obama.
?sa es una lecci¨®n democr¨¢tica de aplicaci¨®n universal. Lo que necesitamos los ciudadanos no es que los pol¨ªticos nos planten ante la cara el espantajo de una inmigraci¨®n sobre la que se han basado a?os de crecimiento y prosperidad econ¨®mica, sino que nos expliquen, con cifras y con propuestas concretas, qu¨¦ piensan hacer para acortar las listas de espera en la sanidad p¨²blica (con inmigrantes incluidos), qu¨¦ piensan hacer para mejorar la calidad de la ense?anza (con inmigrantes en las aulas) y qu¨¦ piensan hacer para asegurarse el mantenimiento de las prestaciones sociales b¨¢sicas. El resto, en un lado o en otro, es pura fantochada. solg@elpais.es
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