Sin Ham¨¢s no hay soluci¨®n para Gaza
Era evidente que la poblaci¨®n de Gaza tratar¨ªa de romper el muro que la encarcelaba. La crisis de Raf¨¢ ha hecho a¨²n m¨¢s evidente que la pol¨ªtica israel¨ª no funciona y que no es posible la paz sin los islamistas
La brecha abierta por la encarcelada poblaci¨®n de Gaza en el muro que separa esta franja de Egipto ha puesto dram¨¢ticamente de manifiesto dos realidades fundamentales, que tanto los pol¨ªticos israel¨ªes como los estadounidenses se han empe?ado en negar. En primer lugar, que tarde o temprano los habitantes de Gaza tratar¨ªan de escapar de su prisi¨®n al aire libre. Que lo hayan hecho no es algo condenable signo digno de encomio. Triste testimonio del esp¨ªritu humano habr¨ªa sido que los ciudadanos de la franja se hubieran resignado a su destino.
Es absurdo, y ofensivo, que Israel afirme que al estrangular Gaza lo que pretend¨ªa era incitar a su poblaci¨®n a derrocar a Ham¨¢s. Como han demostrado encuestas recientes, el sufrimiento que causan los cierres de Gaza no ha generado m¨¢s divisi¨®n sino m¨¢s solidaridad, llevando incluso a Mahmud Abbas y a Salam Fayyad a mostrar en p¨²blico su c¨®lera (por falsa que sea) contra el Gobierno de Olmert.
La palabrer¨ªa de Annapolis no ha cambiado nada. Ni antes, ni durante, ni despu¨¦s EE UU deber¨ªa alentar a los israel¨ªes a conversar directamente con el Gobierno de Ham¨¢s
El hecho de que ¨¦ste declarara, poco antes del estallido, que los habitantes de Gaza no pod¨ªan esperar llevar una vida normal mientras desde la franja se lanzaran cohetes contra Israel habr¨ªa sido perfectamente razonable si en verdad se les hubiera permitido llevar una vida "normal" antes de que la cuerda se tensara por ¨²ltima vez y si realmente tuvieran alg¨²n control sobre el lanzamiento de esos proyectiles.
Como bien sabe Olmert, nada de eso es cierto. El asedio de Gaza lo impuso Israel porque su Gobierno y la Administraci¨®n estadounidense pretend¨ªan anular los resultados de la victoria electoral de Ham¨¢s en 2006. Al principio pensaron que podr¨ªan lograrlo armando a las fuerzas de seguridad de Al Fatah y alent¨¢ndolas a desatar la anarqu¨ªa en Gaza con el fin de desacreditar a Ham¨¢s. Cuando esta organizaci¨®n expuls¨® a las fuerzas de Al Fatah, Israel bloque¨® Gaza con la esperanza de que su poblaci¨®n derrocara a Ham¨¢s. Los cohetes Kassam fueron la consecuencia, no la causa de estas desencaminadas maniobras israel¨ªes y estadounidenses.
No hay duda de que el proceso de paz promovido por Estados Unidos e Israel despu¨¦s de la ruptura entre Al Fatah y Ham¨¢s no ha generado m¨¢s que una ret¨®rica vac¨ªa y promesas a¨²n m¨¢s vacuas. Sobre el terreno, no ha cambiado absolutamente nada: ni antes de la conferencia de Annapolis, ni durante la propia conferencia, ni al t¨¦rmino de la misma, ni despu¨¦s de la visita de Bush a Jerusal¨¦n y Ramala. A pesar de la ceremoniosa pompa mostrada en dicha ocasi¨®n y de la edificante palabrer¨ªa sobre el respeto a las obligaciones de la Hoja de Ruta, no se ha desmantelado ni uno solo de los llamados enclaves ilegales, y los puestos de control, cuyo n¨²mero Israel se comprometi¨® solemnemente a reducir, en realidad se han incrementado.
Con todo, Abbas y Fayyad han hecho como si estuvieran entablando un importante proceso de paz con Israel, que, a final de este a?o, podr¨ªa producir, en palabras de Bush, "un
viable, continuo, soberano e independiente". Imaginamos que saben lo que dicen. De no ser as¨ª, la gran diferencia entre Al Fatah y Ham¨¢s no radicar¨ªa tanto en que el primero es partidario del proceso pol¨ªtico y el segundo de la violencia, o en que el uno es laico y el otro isl¨¢mico, sino en que Al Fatah vive en un mundo de fantas¨ªa y Ham¨¢s no.
?Acaso la situaci¨®n en Gaza justifica el incesante lanzamiento de cohetes y los ataques con fuego de mortero que contin¨²an sufriendo los civiles israel¨ªes de Sderot? Se?alar, como hacen los l¨ªderes de Ham¨¢s, que durante a?os esos rudimentarios cohetes Kassam no han acabado con la vida de m¨¢s de dos o tres israel¨ªes, mientras que las represalias del Estado jud¨ªo causan a diario la muerte, no s¨®lo de combatientes, sino de hombres, mujeres y ni?os inocentes, no justifica que Ham¨¢s apunte a los civiles israel¨ªes.
Por otra parte, la inmoralidad de los ataques de Ham¨¢s contra civiles israel¨ªes no constituye una autorizaci¨®n para llevar a la poblaci¨®n civil de Gaza al borde del hambre. La insensibilidad que impide a los israel¨ªes ver que su comportamiento con los civiles palestinos, en Gaza o en Cisjordania, no es muy diferente del que muestran sus oponentes al hacer blanco en los civiles israel¨ªes no podr¨ªa haber encontrado expresi¨®n m¨¢s desafortunada que la de Olmert, al asegurar que aunque Israel "proporcionar¨¢ a la poblaci¨®n todo lo necesario para impedir una crisis, no proporcionaremos lujos que hagan su vida m¨¢s c¨®moda". Donde Karen Abu Zayd, comisionada general de la UNRWA [Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados de Palestina en Oriente Pr¨®ximo, en sus siglas inglesas], ve a un pueblo "deliberadamente reducido a una situaci¨®n de indigencia absoluta", Olmert ve a un pueblo privado de "lujos".
Ante esas censuras, los israel¨ªes responden furiosos que en lugar de condenar la pol¨ªtica de Israel hacia Gaza, mejor ser¨ªa que sus cr¨ªticos exigieran a los ciudadanos de Gaza que desbancaran al Gobierno de Ham¨¢s. Dejando a un lado lo absurdo de tal pretensi¨®n, cabe preguntarse c¨®mo reaccionar¨ªan los israel¨ªes si los palestinos les dijeran que, en lugar de condenar los ataques terroristas que Ham¨¢s lanza contra ciudadanos israel¨ªes, deber¨ªan desbancar a su propio Gobierno por no haber logrado poner fin a la ocupaci¨®n.
Dicho esto, resulta dif¨ªcil no concluir que la brecha abierta en el muro que separa Gaza y Egipto ha creado una nueva situaci¨®n estrat¨¦gica. Incluso con un nuevo cierre de dicha barrera es muy poco probable que puedan reinstaurarse ni el statu quo ante ni el bloqueo absoluto impuesto a la poblaci¨®n de la franja. Como ha se?alado el diario israel¨ª Ha'aretz en un editorial del 24 de enero, la crisis en Raf¨¢ constituye una oportunidad para buscar pol¨ªticas "m¨¢s creativas que los asesinatos y la inanici¨®n".
Todo lo cual me lleva a la segunda realidad fundamental. El objetivo que se persigue actualmente, aislar a Ham¨¢s y negociar un acuerdo de paz con Al Fatah, se basa en la quimera de que tal acuerdo podr¨ªa ponerse en pr¨¢ctica a pesar de la oposici¨®n de la organizaci¨®n islamista. Ham¨¢s es un movimiento muy arraigado y con un papel determinante en la pol¨ªtica palestina, que la oposici¨®n de Israel y de Estados Unidos no puede sino fortalecer. Si Israel y Egipto, con el fin de evitar una crisis grave, acordaran aplicar nuevas disposiciones fronterizas, ¨¦stas no podr¨ªan materializarse sin alg¨²n tipo de implicaci¨®n de Ham¨¢s. Adem¨¢s, por razones internas, resultar¨ªa inconcebible que Abbas o el Gobierno egipcio consintieran la existencia de nuevas disposiciones fronterizas destinadas a seguir estrangulando a la poblaci¨®n de Gaza.
Como es inevitable que haya un debate a cuatro bandas entre Israel, Egipto, la Autoridad Palestina y Ham¨¢s, Estados Unidos tiene la oportunidad de cambiar de trayectoria y de alentar a Israel a iniciar con los islamistas conversaciones conducentes a un alto el fuego, ¨²nica manera de que cesen los ataques con cohetes Kassam contra Israel. A continuaci¨®n, el di¨¢logo podr¨ªa abordar la aceptaci¨®n por parte de Ham¨¢s de la iniciativa de paz ¨¢rabe. Evidentemente, no podemos estar seguros de que Ham¨¢s la aceptara, pero s¨ª de que nunca lo har¨¢ mientras Israel y Estados Unidos pretendan derrocarles, y mientras no haya negociaciones que aborden las quejas de ambos bandos.
De igual importancia es que Israel no lleve m¨¢s all¨¢ de lo habitual en las pr¨¢cticas internacionales el reconocimiento por parte de Ham¨¢s del Estado jud¨ªo. La exigencia por parte de Israel de que dicho reconocimiento incluya una declaraci¨®n sobre la legitimidad de su Estado, o sobre su car¨¢cter ¨¦tnico y religioso, es gratuita e inapropiada. Deber¨ªa bastar con una mera declaraci¨®n que reconozca el Estado de Israel. Ning¨²n Gobierno estadounidense le ha puesto a nadie como condici¨®n que proclame la legitimidad de su desposesi¨®n de los indios norteamericanos para normalizar relaciones.
Si la Administraci¨®n de Bush aprovechara la nueva situaci¨®n en Gaza para promover la reconciliaci¨®n entre los palestinos, a¨²n podr¨ªa sentar las bases de un acuerdo entre ¨¦stos e Israel. Pero si mantiene su postura actual, seguir¨¢ siendo un actor fundamentalmente irrelevante, lo cual tendr¨¢ consecuencias trascendentales para todas las partes en conflicto, por no hablar de las que tendr¨¢ para el resto del mundo.
Henry Siegman es director del U.S. / Middle East Project e investigador no residente en la Fundaci¨®n para las Relaciones Internacionales y el Di¨¢logo Exterior (FRIDE), en Madrid. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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