Jugando al fallo
"Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial sobre nuestra ligereza o ignorancia". La frase, atribuida a Santiago Ram¨®n y Cajal, bien podr¨ªa servir para tratar de entender el aparentemente extra?o comportamiento que los dos principales aspirantes a La Moncloa est¨¢n manteniendo en este per¨ªodo de precalentamiento, previo al comienzo formal de la campa?a electoral. Y es que ambos contendientes parecen m¨¢s preocupados por justificar los propios errores y por aprovechar a fondo los del contrario, que por plantear propuestas coherentes, capaces de dar satisfacci¨®n a las inquietudes y aspiraciones de la ciudadan¨ªa.
Los 400 euros de Zapatero han despertado una considerable preocupaci¨®n en amplios sectores de izquierdas, potenciales votantes del partido socialista, que no entienden, ni la propuesta, ni menos a¨²n las justificaciones posteriores de la misma. Si se trata de una medida de choque para incentivar el consumo ante la amenaza de recesi¨®n ?porqu¨¦ no hacerlo como acci¨®n de gobierno en vez de como promesa electoral? Si se trata de dar salida a un superavit del Estado tal vez excesivo en tiempos de crisis ?porqu¨¦ no dedicar esos 5.000 millones de euros que cuesta la medida a financiar la Ley de Dependencias o a incrementar las guarder¨ªas para que la equidad entre hombres y mujeres sea algo m¨¢s que una declaraci¨®n de principios? Lo cierto es que la percepci¨®n por parte del PP de la incoherencia y del sospechoso tinte electoralista de la propuesta ha propiciado que la misma haya sido utilizada y hasta manoseada en m¨ªtines y otras comparecencias de l¨ªderes de la derecha, generando a su vez torpes y contradictorias explicaciones socialistas.
Parecen m¨¢s preocupados por aprovechar los fallos del contrario que por presentar propuestas
Tal vez conscientes del error, en el PSOE han tratado de cambiar de conversaci¨®n aireando de nuevo la confrontaci¨®n con la Iglesia, tarea que se ha visto facilitada por la no menos torpe nota de los obispos pidiendo el voto para quienes est¨¦n en contra de todo lo que ha hecho este Gobierno. Y entonces es el PP quien se siente inc¨®modo en un escenario que supone situar la contienda justamente en torno a los temas que preocupan y cohesionan al electorado de izquierdas. De ah¨ª que Rajoy reclame una y otra vez un cambio de gui¨®n, exigiendo que se hable "de los precios y del paro" y no de los obispos, pero sin hacer ninguna propuesta propia al respecto. Y de ah¨ª que los socialistas quieran exprimir hasta el final el asunto, con la vana esperanza de que los populares anuncien una derogaci¨®n de la ley de matrimonios homosexuales o cometan cualquier otro desliz de ese tenor.
Lo cierto es que unos y otros parecen conformarse con esperar el fallo del contrario para explotarlo y convertirlo en argumento electoral. Tal vez conscientes de la complejidad de algunos de los problemas que deber¨¢n gestionar -y de lo f¨¢cil que resulta impugnar cualquier an¨¢lisis simplista sobre los mismos-, parece que aspiran a hacer la campa?a a rebufo de las equivocaciones ajenas. El ¨²ltimo episodio de esta cadena tiene que ver con el impacto generado por la propuesta de Rajoy de establecer un "contrato de integraci¨®n" para los emigrantes, que incluye al parecer referencias a las costumbres, la higiene, y otros asuntos por el estilo. L¨®gicamente, en el PSOE se frotan las manos, pues ya tienen donde incidir para unos cuantos d¨ªas. Como dec¨ªa aqu¨¦l "todo el mundo comete errores, pero la clave est¨¢ en hacerlo cuando nadie nos ve". Algo que resulta dif¨ªcil cuando se trata de ganar votos.
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