Una oportunidad para la oposici¨®n
En los seis a?os transcurridos desde el derrumbre de la econom¨ªa argentina, ¨¦sta ha sido el centro de toda la atenci¨®n, mientras el pa¨ªs pasaba de una recuperaci¨®n tambaleante a un crecimiento espectacular. Hasta qu¨¦ punto este crecimiento es sostenible, con la aceleraci¨®n que est¨¢ experimentando el ritmo de inflaci¨®n, es una cuesti¨®n a¨²n por resolver. Sin embargo, en los ¨²ltimos tiempos, esa atenci¨®n est¨¢ traslad¨¢ndose a la pol¨ªtica, en la medida en que todo el mundo, dentro y fuera de Argentina, trata de hacerse a la idea de la consolidaci¨®n de Cristina y N¨¦stor Kirchner en el poder.
Ese cambio de atenci¨®n se debe a la decisi¨®n de Roberto Lavagna, el candidato que ocup¨® el tercer puesto en las elecciones presidenciales del a?o pasado, de unir fuerzas con N¨¦stor Kirchner y apoyarle en su deseo de ocupar la presidencia del partido peronista (Partido Justicialista, PJ). Con su decisi¨®n, la victoria de Kirchner en la elecci¨®n del pr¨®ximo mes queda pr¨¢cticamente garantizada, porque Lavagna representa el ala duhaldista del PJ, los rivales tradicionales de Kirchner. Este paso podr¨ªa no s¨®lo unir las distintas facciones del partido peronista, sino hacer del peronismo la fuerza hegem¨®nica en la pol¨ªtica argentina, dada la debilidad de sus rivales de la derecha, el centro y la izquierda.
Para muchos argentinos -sobre todo los de la ciudad y la provincia de Buenos Aires que no votaron por Cristina Kirchner en la elecci¨®n presidencial-, ¨¦ste es un serio motivo de preocupaci¨®n. Para m¨ª no tanto, por varias razones. En primer lugar, el PJ siempre ha tenido facciones, y es dif¨ªcil creer que esta nueva alianza -de car¨¢cter oportunista- vaya a eliminarlas. Aparecer¨¢n otras divisiones nuevas, aunque no parece probable que hasta el punto de escindir el partido. El PJ no es tan hegem¨®nico como lo fue el PRI en M¨¦xico durante decenios, porque la disciplina de partido es mucho m¨¢s d¨¦bil en Argentina.
Segundo, la fusi¨®n de las alas de Kirchner y Duhalde dentro del partido es una oportunidad para que las dem¨¢s fuerzas de la pol¨ªtica argentina se reafirmen. En la izquierda, la Coalici¨®n C¨ªvica, dirigida por Elisa Carrio, tiene ahora la posibilidad de hacerse m¨¢s hueco. En la derecha, Mauricio Macri (alcalde de Buenos Aires) deber¨ªa poder construir un movimiento nacional m¨¢s poderoso que se oponga a la pr¨®xima elecci¨®n presidencial. Y en el centro, la Uni¨®n C¨ªvica Radical (UCR), sin el lastre que supuso su desganado apoyo a Lavagna en las elecciones del a?o pasado, puede empezar de cero.
Es tentador culpar al PJ, en general, y a los Kirchner, en particular, del lamentable estado de la pol¨ªtica argentina. Ser¨ªa un error. El verdadero problema es que el pa¨ªs no ha sabido crear una nueva generaci¨®n de dirigentes pol¨ªticos capaces de romper con las pr¨¢cticas corruptas del pasado y adoptar una visi¨®n del futuro. Ha ocurrido en otros pa¨ªses latinoamericanos y ocurrir¨¢ en Argentina, aunque es dif¨ªcil predecir exactamente cu¨¢ndo. Si esas nuevas fuerzas surgir¨¢n de dentro o fuera del peronismo es una de las cuestiones m¨¢s interesantes que aguardan a Argentina en los pr¨®ximos a?os.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Victor Bulmer-Thomas es profesor visitante en la Universidad Internacional de Florida y miembro asociado de Chatham House, que dirigi¨® de 2001 a 2006.
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