Mamadou ya tiene un colch¨®n
Los educadores del centro de menores de Zabaltzen celebran la llegada de literas, pero reclaman a la Diputaci¨®n una soluci¨®n definitiva
Mamadou, un adolescente subsahariano que ya lleva unos meses en Vitoria, dormir¨¢ hoy sobre una cama. Despu¨¦s de haber pasado semanas y semanas pernoctando sobre una esterilla, como otros menores extranjeros que residen en el centro de acogida Zabaltzen, en la capital alavesa, por fin ha conseguido un colch¨®n gracias a la denuncia p¨²blica realizada por su equipo de monitores. Con todo, el establecimiento habilitado en las dependencias de Cruz Roja en la ciudad, provisional desde junio de 2003, sigue sin ofrecer las condiciones m¨ªnimas para atender ni siquiera a los 12 menores previstos cuando comenz¨® su actividad. En la actualidad residen all¨ª 27 menores inmigrantes no acompa?ados.
El centro ha acogido a cerca de 200 j¨®venes en casi cinco a?os
"Hoy s¨®lo un menor tendr¨¢ que dormir en el suelo. Tenemos literas, pero no sabemos d¨®nde las vamos a colocar", explica el educador Diego de Crist¨®bal. Los 27 chavales cuentan s¨®lo con una ducha, tres v¨¢teres y otros tantos lavabos, carecen de una sala de estudio y 15 de ellos han de comer y cenar fuera del centro (en el comedor social de Desamparadas) y no regresan a casa hasta las 21.45. "Y los fines de semana, la cena, en la calle. Les dan el bocadillo en una bolsa y a buscarse la vida", a?ade Alfonso Hern¨¢ndez, otro de los nueve educadores que trabajan en Zabaltzen. "As¨ª que cuando se emancipa uno, el que ocupa su puesto y puede hacer la vida en el centro lo celebra como un acontecimiento extraordinario".
Los educadores se muestran satisfechos ante la celeridad con la que el Instituto Foral de Bienestar Social ha respondido a sus quejas. Eso s¨ª, no quieren parches. Esperan que la Diputaci¨®n cumpla su promesa de que en unos meses estar¨¢ habilitado el nuevo centro que podr¨¢ acoger a Mamadou o a sus compa?eros Mohamed, Oumar o Soer, algunos de los residentes en Zabaltzen.
Los monitores mantienen la intimidad de los chicos y no permiten que se acerquen los periodistas. "Por esa raz¨®n llevamos dos a?os madurando la denuncia p¨²blica", recuerdan Hern¨¢ndez y De Crist¨®bal. Recuerdan casos de adolescentes que han padecido penurias incre¨ªbles hasta llegar a Vitoria, desde ver c¨®mo arrojaban a sus compa?eros de patera por la borda a pasar d¨ªas en los bajos de un cami¨®n. "Son supervivientes y llegan con un af¨¢n de superaci¨®n incre¨ªble", resumen.
Desde que Zabaltzen abri¨® sus puertas, el equipo de educadores ha atendido a 196 menores, de los que un 70% se ha integrado. Ante todo, los tutores reivindican el papel tutelar sobre estos j¨®venes, que cuando llegan a Vitoria viven un choque brutal. "Muchos no conocen la luz en las calles, el agua corriente, la telefon¨ªa, y qu¨¦ decir de los cursos formativos", resume Alfonso Hern¨¢ndez.
En teor¨ªa, los menores han de vivir en el centro Zabaltzen como si fuera una familia, en la que los monitores se encargan de su educaci¨®n. "Y tambi¨¦n de su reeducaci¨®n", apunta De Crist¨®bal. Por ello, sus monitores reclasman unas condiciones m¨ªnimas. Con grupos peque?os, la integraci¨®n es efectiva. "En cinco meses controlan el castellano, adem¨¢s de franc¨¦s, ingl¨¦s y el idioma materno. Es m¨¢s, tenemos que apagar la luz por la noche para que dejen de estudiar", explican.
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