La patolog¨ªa del ¨¦xito
La obsesi¨®n por triunfar profesionalmente suele llevar a las personas a sentirse vac¨ªas, desequilibradas y deprimidas
Durante m¨¢s de una d¨¦cada hice todo lo que me dijeron que ten¨ªa que hacer para alcanzar el ¨¦xito, pero hace dos a?os y medio, despu¨¦s de sincerarme conmigo mismo, me di cuenta de que a pesar de todos mis logros y triunfos profesionales tan s¨®lo hab¨ªa cosechado un enorme vac¨ªo en mi interior". Son palabras de D. R., de 36 a?os, que reconoce haberse pasado todo ese tiempo "dormido", viviendo con el "piloto autom¨¢tico encendido".
Despu¨¦s de estudiar Administraci¨®n y Direcci¨®n de Empresas (ADE), as¨ª como un m¨¢ster en marketing y publicidad, D. R. fue fichado como ejecutivo de cuentas por una multinacional del sector de la alimentaci¨®n y las bebidas, que opera en toda Espa?a y cuya sede oficial est¨¢ en Madrid.
"Me convert¨ª en un aut¨®mata que s¨®lo pensaba en ser lo m¨¢s eficaz posible para cumplir los diferentes proyectos que me asignaban", dice D. R.
"Al principio me sent¨ª muy orgulloso de que se hubieran interesado en m¨ª", recuerda. "Me hac¨ªa mucha ilusi¨®n llevar traje y corbata para ir a trabajar", sonr¨ªe D. R. Y lo cierto es que trabajaba tanto que apenas le quedaba tiempo para nada m¨¢s. Su horario oficial era de 9.00 a 14.00 y de 15.30 a 19.00, "pero nunca sal¨ªa antes de las nueve de la noche". A veces incluso le ped¨ªan que se quedase todo el fin de semana.
"En aquella ¨¦poca no me importaba entregar a la empresa todo mi tiempo y mis energ¨ªas: mi ¨²nico objetivo era llegar a ser director de marketing", explica. "Y dada la fuerte competitividad que se viv¨ªa en nuestro departamento, me desconect¨¦ de m¨ª mismo, de mi dimensi¨®n sentimental y afectiva", a?ade. "Me convert¨ª en un aut¨®mata que s¨®lo pensaba en ser lo m¨¢s eficaz y competente posible para cumplir a la perfecci¨®n los diferentes proyectos que mi jefe me iba asignando", reconoce D. R.
Tocar fondo
Finalmente, fruto de su brillante trayectoria, con tan s¨®lo 33 a?os fue seleccionado para ocupar el puesto con el que hab¨ªa so?ado. Sin embargo, fue entonces cuando comenz¨® a tocar fondo. "A pesar de todos los privilegios econ¨®micos y del reconocimiento social que iban incluidos junto con ese cargo, de pronto empec¨¦ a sentirme totalmente desequilibrado, aislado de todo lo que me rodeaba y profundamente deprimido".
Meses m¨¢s tarde, D. R. tuvo que tomar la decisi¨®n "m¨¢s dolorosa, pero a la vez necesaria" de toda su vida: "Primero fing¨ª estar enfermo y despu¨¦s, tras escuchar la opini¨®n de varios m¨¦dicos y psic¨®logos, dimit¨ª como profesional". Esta decisi¨®n signific¨® un punto de inflexi¨®n en su andadura existencial. Un a?o m¨¢s tarde constituy¨® su propia compa?¨ªa, especializada en planes de marketing y cuyos pilares organizacionales promueven el equilibrio de la vida laboral con la familiar y personal de sus 14 trabajadores.
Y lo cierto es que no le va nada mal: despu¨¦s de casi dos a?os de actividad empresarial su facturaci¨®n ronda los dos millones de euros. "Podemos pasarnos toda la vida fingiendo que el trabajo es lo primero, pero llega un d¨ªa que la vida te pasa factura", advierte D. R. "Lo importante no son los triunfos externos", concluye, "sino c¨®mo te sientes por dentro".
Condicionamiento social
La experiencia de D. R. no es un caso aislado. Se estima que m¨¢s del 8% de la poblaci¨®n activa -1,7 millones de espa?oles- dedica m¨¢s de 12 horas al d¨ªa a su profesi¨®n para alcanzar el ¨¦xito y, de paso, huir de sus problemas personales, seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT).
Estos adictos al trabajo "suelen seguir los dictados marcados por su condicionamiento socio-empresarial, que les lleva a creer que el amor, la admiraci¨®n y el respeto son una consecuencia de llegar a lo m¨¢s alto, dejando de lado todo lo dem¨¢s", apunta Douglas McEncroe, director de la consultora Douglas McEncroe y Asociados, especializada en desarrollo de liderazgo para directivos.
En su opini¨®n, "estas personas deber¨ªan revisar las creencias que forman parte de su programaci¨®n mental, pues inconscientemente suelen pensar que la felicidad depende de alcanzar objetivos externos, como el reconocimiento, el prestigio, el poder y el estatus social y econ¨®mico". Sin embargo, "al centrarse en todas estas metas, que no s¨®lo dependen de ellos, se pierden en una carrera sin fin, olvid¨¢ndose completamente de s¨ª mismos y de aquellas cosas esenciales de la vida, como la salud, el ocio, el descanso, la familia y los amigos", se?ala McEncroe.
"Por mucho que la sociedad nos haga creer que somos lo que conseguimos o que valemos lo que tenemos, la realidad termina por desenmascarar estas falacias, inventadas para que los seres humanos seamos m¨¢s productivos y basemos nuestra existencia en trabajar para consumir", sostiene este experto. "El verdadero ¨¦xito", concluye, "es sentirte feliz y en paz haciendo una actividad coherente con tus valores m¨¢s esenciales y que te permita dar lo mejor de ti mismo sirviendo a los dem¨¢s".
Libros recomendados: Del tener al ser, de Erich Fromm (Paid¨®s); Un manual de vida, de Epicteto (Jos¨¦ J. de Ola?eta); El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl (Herder); La alegr¨ªa de ser t¨² mismo, de Dar¨ªo Lostado (Dilema).
"El af¨¢n de reconocimiento indica una falta de autoestima"
Aunque la mayor¨ªa de trabajadores recibe la misma presi¨®n social -que admira a los que llegan a lo m¨¢s alto- y son tentados a conseguir ciertas recompensas por sus empresas -que premian con dinero y ascensos su total dedicaci¨®n-, "existe un tipo de personalidad que es m¨¢s sensible a caer en las garras del ¨¦xito", seg¨²n los expertos en comportamiento organizacional.
As¨ª, gran parte de los profesionales que solicitan ayuda psicol¨®gica para salirse del c¨ªrculo vicioso en el que se han metido "suelen creer que su val¨ªa como personas depende de sus ¨¦xitos profesionales y el estatus social alcanzado", seg¨²n Empar P¨¦rez, psic¨®loga cl¨ªnica del centro Teknon, en Barcelona. De ah¨ª que "suelan convertirse en personas demasiado orientadas al triunfo, cayendo en el exceso de competitividad e incluso de vanidad".
Este tipo de personas "suelen necesitar que se les reconozcan sus logros para sentirse seguros", a?ade P¨¦rez. Y no s¨®lo eso: "Para dar la sensaci¨®n de que todo les va siempre muy bien, cuidan mucho su apariencia personal y tienden a rodearse de bienes materiales que refuercen su prestigio".
Pero "el af¨¢n de reconocimiento tan s¨®lo indica una notable falta de autoestima, que les impide tolerar el fracaso". Es entonces cuando el ¨¦xito se convierte en una patolog¨ªa: "Al dar tanta importancia a la meta, se olvidan de disfrutar del camino, lo que les lleva a la insatisfacci¨®n y malestar cr¨®nicos".
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