Un libro y una exposici¨®n recuerdan la contracultural revista 'Star'
En las cr¨®nicas culturales de las ¨²ltimas d¨¦cadas, los a?os setenta aparecen retratados como una soser¨ªa balad¨ª entre la sacudida activista de los sesenta y la locura an¨¢rquica ochentera. Como si en medio no hubiera pasado nada demasiado digno de rese?ar. En Barcelona, hacer ese par¨¦ntesis es injusto, porque la capital catalana acogi¨® una corriente contracultural que sirvi¨® para poner un poco de color a la gris realidad del tardofranquismo.
La revista Star, que apareci¨® por primera vez en 1974, fue una de las abanderadas de aquel movimiento ¨¢crata basado en el rock, la bohemia, el sexo de est¨¦tica sadomasoquista y el c¨®mic underground. Los excesos con las drogas tambi¨¦n formaron parte de su identidad y fueron su verdugo. Los que no la conocieron pueden hacerse una idea de su embate subversivo gracias al libro ilustrado Star. La contracultura de los 70 (Gl¨¦nat), de Juan Jos¨¦ Fern¨¢ndez, y a la exposici¨®n con portadas originales de la revista que se puede ver en la FNAC de la plaza de Catalunya hasta el 31 de marzo.
Fritz 'versus' F¨¦lix
La vida de Star fue ef¨ªmera y llena de sobresaltos. Aquellas exhibiciones de carne turgente y melenudos fumando porros espantaban a los censores, que lastraron su breve historia con expedientes administrativos, multas y alg¨²n secuestro tajante, como el que impusieron al n¨²mero dedicado a Fritz the cat, la obra maestra de Robert Crumb. El episodio que provoc¨® la acometida censora fue tan trillado como las historietas que Nazario, Gallardo y Ceesepe, entre otros muchos comiqueros por entonces subterr¨¢neos, plasmaban en sus p¨¢ginas. As¨ª, Fern¨¢ndez, editor de Star, recuerda que un hombre confundi¨® distra¨ªdo al personaje de Crumb con el Gato F¨¦lix, sin atender a la leyenda de la portada que rezaba: "S¨®lo para adultos". Desgraciadamente, la revista no era para ¨¦l, sino para su hijo. El ni?o tard¨® en reponerse del impacto y la cosa acab¨® con una denuncia en la comisar¨ªa.
No obstante, Star no era s¨®lo un tebeo con vi?etas firmadas por Richard Corben y Gilbert Shelton. Por sus p¨¢ginas pasaron colaboradores como Almod¨®var y sus redactores espont¨¢neos daban noticia de artistas extremos, como Diane Arbus y Alan Ginsberg.
El legado de aquella aventura se puede encontrar todav¨ªa en algunos fanzines que aborrecen lo pol¨ªticamente correcto y el imperio del buen gusto. Lo dem¨¢s es nostalgia.
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