Naufragio en Gibraltar

El buque chatarrero New Flame, de bandera paname?a, semihundido desde hace seis meses en aguas que gestiona Gibraltar, se hundi¨® el martes un poco m¨¢s y manch¨® de contaminaci¨®n varias playas en las proximidades de Algeciras. Lo que en agosto pasado pod¨ªa calificarse de incidente de escasa importancia, hoy, pasado medio a?o, se ha convertido en una prueba de la incompetencia de las autoridades gibraltare?as para resolver lo que en apariencia era un problema menor y se est¨¢ convirtiendo a gran velocidad en un conflicto de mayor cuant¨ªa.

Llueve sobre mojado, porque el caso del chatarrero recuerda la irritante permisividad gibraltare?a hacia los petroleros monocasco. Exteriores ha decidido llamar a consultas a la embajadora brit¨¢nica, signo inequ¨ªvoco de que las autoridades espa?olas creen que el Reino Unido es responsable "en ¨²ltima instancia" del desaguisado, y la Junta de Andaluc¨ªa se dispone a demandar ante los tribunales internacionales a las autoridades del Pe?¨®n, al armador y a la aseguradora.

Si algo hay que lamentar en estas decisiones es la tardanza. Que un buque permanezca al borde del hundimiento total, con los riesgos de contaminaci¨®n que ello implica -de hecho se han registrado vertidos espor¨¢dicos durante ese periodo-, parece una broma de mal gusto. Sobre todo cuando en las costas espa?olas existe una preocupaci¨®n especial, debido a los casos de vertidos catastr¨®ficos y dislates pol¨ªticos a?adidos cuyo ejemplo m¨¢s acabado es el Prestige. Si, adem¨¢s, se utilizan juegos de palabras para ocultar la realidad, como llamar al hundimiento "p¨¦rdida de flotabilidad" o "ligero movimiento de popa", o se niega la contaminaci¨®n de las playas, la irresponsabilidad del Pe?¨®n parece evidente.

Cabe deducir de la pintoresca dilaci¨®n del rescate del New Flame que Gibraltar se encuentra ante una situaci¨®n que no sabe o no puede resolver, bien porque el coste del rescate sea demasiado alto, bien porque el Gobierno gibraltare?o se haya enredado en un contencioso con la empresa encargada del rescate, o bien porque espera una ayuda de las autoridades brit¨¢nicas que no acaba de llegar.

No basta la llamada a consultas de la embajadora brit¨¢nica. El Gobierno espa?ol debe obtener garant¨ªas de que el New Flame dejar¨¢ de constituir una amenaza para las costas espa?olas. La contaminaci¨®n del mar es un problema grave en el que todos los pa¨ªses deben implicarse con algo m¨¢s que discursos y promesas.

La acci¨®n diplom¨¢tica es una mera y obligada respuesta de urgencia. Deber¨ªa haber mecanismos legales para que los pa¨ªses vecinos con zonas amenazadas por un vertido no se encontraran con las manos atadas y pudieran intervenir para evitar el da?o ecol¨®gico, l¨®gicamente con el acuerdo del pa¨ªs que gestiona el litoral accidentado. No basta en cualquier caso con las lamentaciones: tampoco las autoridades espa?olas han actuado con la diligencia y los reflejos necesarios.