Mar¨ªa Teresa Gallego, la voz de otro

"No pasar. Desorden organizado". Un cartel junto a la puerta avisa al visitante de lo que le espera en la habitaci¨®n -"madriguera", dice ella- en la que trabaja Mar¨ªa Teresa Gallego Urrutia: un lugar en el que los discos se superponen a las pel¨ªculas y ¨¦stas a los libros (una novela de Norman Mailer, un tebeo de los pitufos, una cuerda de diccionarios). Aunque su nombre no resulte familiar a muchos lectores, Gallego ha puesto voz en castellano a autores como Balzac, Zola o Camus. Pero no todo son cl¨¢sicos. Entre los m¨¢s de cien libros que ha traducido esta madrile?a de 64 a?os est¨¢n tambi¨¦n algunos de Amin Maalouf y Yasmina Khadra. El a?o pasado, por ejemplo, pasaron por su escritorio t¨ªtulos como Un pedigr¨ª, de Patrick Modiano, o La ocupaci¨®n, de Annie Ernaux, que se publicar¨¢ en marzo. Eso s¨ª, el hueso m¨¢s duro de roer fue Las ben¨¦volas, el novel¨®n de 900 p¨¢ginas con el que Jonathan Littell reedit¨® este oto?o en Espa?a el ¨¦xito que ya hab¨ªa cosechado en Francia. Siete meses de trabajo a raz¨®n de 16 horas diarias dieron como resultado una traducci¨®n cuyas dudas Gallego consult¨® con el propio Littell: "Vino a Madrid, charlamos del libro, de m¨²sica

... Tiene fama de hura?o, pero fue encantador". Adem¨¢s, por indicaci¨®n suya, la versi¨®n espa?ola recuper¨® una escena que estaba en el original pero que Gallimard suaviz¨® en la edici¨®n francesa. En castellano, un personaje muerde la nariz a Hitler; en franc¨¦s, se la retuerce.

El estudio de la traductora lo presiden un p¨®ster del actor G¨¦rard Philippe, El Cid de Corneille por antonomasia -"a lo largo de mi vida, estuviera donde estuviera mi habitaci¨®n, all¨ª estaba este cartel"-, y varias fotograf¨ªas de su abuelo. Fue ¨¦l quien le ense?¨® a leer mientras su madre estaba en el trabajo y su padre en la c¨¢rcel: "Franco lo conden¨® a pena de muerte. Luego se la conmutaron". Sali¨® cuando su hija ten¨ªa 17 a?os. A esa edad, ella se li¨® la manta a la cabeza y envi¨® una traducci¨®n a Seix Barral. No se la publicaron, pero recibi¨® su primer encargo. En 1977 obtuvo el Premio Nacional de Traducci¨®n y hoy es vicepresidenta de la Asociaci¨®n Colegial de Traductores (Acett). De hecho, Gallego habla menos de s¨ª misma que de su gremio, muchas veces invisible y con frecuencia maltratado. ?Le quedan ganas de leer algo que no vaya a traducir? "Siempre tengo un libro para el metro y otro para leer en casa. Pero muchos d¨ªas, cuando me pongo a leer a las tres, me duermo". ?La siesta? "?A las tres de la ma?ana! ?Tarde? Dedico diez horas al trabajo, y hay que ir a la asociaci¨®n, poner la lavadora... vivir".