?Es la Iglesia cat¨®lica pro familia?
Estamos viendo en Espa?a (tanto en Madrid como en Barcelona) manifestaciones en la calle a favor de la familia, encabezadas por dirigentes de la Iglesia cat¨®lica y dirigentes de partidos pol¨ªticos conservadores afines a tal instituci¨®n. En estas manifestaciones se considera a la familia como la unidad indisoluble de una pareja constituida por un hombre y por una mujer con clara definici¨®n de responsabilidades en su seno. El hombre debe proveer los recursos para sostener a la familia y la mujer debe cuidarla y reproducirla. Esta visi¨®n ha sido constante en la doctrina de la Iglesia. Quedaba ya reflejada en la enc¨ªclica del papa Le¨®n XIII sobre la familia (escrita a finales del siglo XIX), en la que se instru¨ªa "que el padre debe ser el proveedor de los recursos de la familia... y la madre debe ser la responsable del cuidado de la familia y de la educaci¨®n de los ni?os". Tal visi¨®n la enfatiz¨® m¨¢s recientemente Pablo IV, quien advirti¨® que la llamada a la igualdad entre los sexos no pod¨ªa malinterpretarse como una dejadez de la responsabilidad especial que la mujer tiene en el cuidado de la familia. De ah¨ª se deriva el dicho popular, reproducido en versiones conservadoras de esta concepci¨®n de la familia, de que el lugar apropiado de la mujer es en el hogar. Esta concepci¨®n de la familia fue promovida activamente durante la dictadura franquista, en la que la Iglesia cat¨®lica provey¨® el eje ideol¨®gico de tal r¨¦gimen, que se defini¨® a s¨ª mismo como inspirado por un catolicismo emanado de la tradici¨®n conservadora dirigida por la jerarqu¨ªa de la Iglesia espa?ola.
La Iglesia cat¨®lica no se ha distinguido hist¨®ricamente por su apoyo a las pol¨ªticas familiares
Tal concepci¨®n de la familia tuvo varias consecuencias, siendo una de ellas la asignaci¨®n del espacio p¨²blico al hombre y el de la esfera privada a la mujer, de donde se deriva la escasa responsabilidad p¨²blica hacia las necesidades de la mujer y de las familias. La evidencia emp¨ªrica muestra que es precisamente en aquellos Estados donde la influencia de la Iglesia cat¨®lica ha sido mayor (como ha sido el Estado espa?ol durante la mayor¨ªa del siglo XX) en los que las pol¨ªticas p¨²blicas de apoyo a las familias (tales como escuelas de infancia y servicios domiciliarios a personas con discapacidades) han estado menos desarrolladas. Los servicios p¨²blicos de ayuda a las familias en tales Estados han sido claramente insignificantes, sobrecargando con ello a las familias y muy en especial a las mujeres, que eran las asignadas a la tarea de cuidado de los miembros de las familias y muy en especial de los ni?os y de las personas dependientes. Cuando el dictador de Espa?a muri¨®, el gasto p¨²blico en tales servicios era s¨®lo el 0,1% del PIB, con mucho, el m¨¢s bajo de Europa.
Como era de esperar, esta situaci¨®n, que respond¨ªa a una excesiva debilidad de las mujeres, fue cambiando lentamente a partir del fin de la dictadura, permitiendo una mayor expresi¨®n de la voluntad popular, incluyendo la voluntad de las mujeres, que representan m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n adulta del pa¨ªs. Tales cambios en Espa?a en las relaciones de poder entre sexos tuvieron consecuencias importantes en la concepci¨®n existente de la familia, cambios estimulados por transformaciones sociales y econ¨®micas del pa¨ªs, entre las que la m¨¢s importante ha sido la integraci¨®n de la mujer al mercado de trabajo, el fen¨®meno social de mayor envergadura que ha ocurrido en los ¨²ltimos 30 a?os en Espa?a. El dominio de la cultura cat¨®lica conservadora en Espa?a determin¨®, sin embargo, que la integraci¨®n de la mujer al mercado de trabajo se hiciera sumando sus responsabilidades profesionales, adquiridas en el mercado de trabajo, a las responsabilidades familiares que continuaron exigi¨¦ndose de la mujer. Resultado de ello exist¨ªa (y continua existiendo) una enorme sobrecarga de trabajo para la mujer, la cual cuida a los ni?os y j¨®venes -que viven en la casa paterna hasta la edad de 32 a?os como promedio-, a sus compa?eros y a los ancianos, adem¨¢s de trabajar, el 58% de ellas, en el mercado laboral. De ah¨ª que la mujer espa?ola tenga tres veces m¨¢s enfermedades debidas al estr¨¦s que el hombre.
La prevenci¨®n de tal sobrecarga familiar basada en una excesiva dependencia de la familia en la mujer es lo que motiv¨® la declaraci¨®n de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en su referencia a la familia (art¨ªculo 16), cuando subraya "el derecho de las familias a la protecci¨®n y ayuda de la sociedad y del Estado". De ah¨ª la incoherencia del cardenal Rouco, que present¨® tal declaraci¨®n como la inspiraci¨®n de movilizaciones en contra del Gobierno, acusando a ¨¦ste de ser responsable de un retroceso de los Derechos Humanos en Espa?a. Tal declaraci¨®n de las Naciones Unidas subraya el deber de la sociedad y del Estado a facilitar el desarrollo de la familia y de sus miembros, incluyendo el establecimiento de pol¨ªticas estatales de apoyo (escuelas de infancia y servicios domiciliarios a las personas con discapacidades, as¨ª como transferencias p¨²blicas, entre otras) que permitan a las mujeres compaginar sus responsabilidades familiares con sus responsabilidades profesionales, adem¨¢s de una educaci¨®n ciudadana que estimule al hombre a corresponsabilizarse de las responsabilidades familiares. La Iglesia cat¨®lica en Espa?a no se ha distinguido hist¨®ricamente por su apoyo a tales pol¨ªticas.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas de la UPF.
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