Pol¨ªtica en el jurado y en los premios
Jos¨¦ Padilha gana el Oso de Oro en la Berlinale con 'Tropa de elite' y Paul Thomas Anderson obtiene el galard¨®n a la mejor direcci¨®n con 'Pozos de ambici¨®n'
Excepto la primera pel¨ªcula que dirigi¨®, que era un thriller puro y duro y alguna comedia que debi¨® de aliviarle del peso abrumador de ser el eterno cronista y la conciencia social de todos los cr¨ªmenes e injusticias que se cometen en el mundo, el cine de Costa Gavras, presidente del jurado en esta Berlinale, se ha ocupado ancestralmente del tenebroso aqu¨ª y ahora, de retratar las barbaries que se cometen desde la impunidad del poder absoluto, de hacer la cr¨®nica de sucesos e infamias pol¨ªticas con trascendencia hist¨®rica, de intentar concienciar a los receptivos espectadores sobre la evidencia de los cr¨ªmenes de estado y la manipulaci¨®n u ocultaci¨®n de la verdad.
Ha ganado una pel¨ªcula que respira vitalidad, nervio y mala leche
Por lo tanto resulta aplastantemente l¨®gica su decisi¨®n de otorgarle el Oso de Oro a la pel¨ªcula brasile?a Tropa de elite, una denuncia que podr¨ªa haber filmado ¨¦l mismo. Y visto lo visto en esta espesa y torturante Berlinale, abarrotada de cine tan pretencioso como in¨²til, tan gris¨¢cea como olvidable, es coherente que hayan galardonado a una pel¨ªcula que respira vitalidad y nervio, tensi¨®n y mala leche, aunque hable de la muerte y de la certidumbre de que en las favelas de Brasil son igual de feroces los mecanismos del narcotr¨¢fico que la siniestra metodolog¨ªa que utiliza la polic¨ªa para combatirlo. Te demuestra con talento que donde se mueva la pasta il¨ªcita siempre habr¨¢ masificada corrupci¨®n en los poderes encargados de esa cosa tan tragic¨®mica llamada el cumplimiento de la ley. La seguridad de que la tortura es una pr¨¢ctica tan habitual como consentida y eficaz en la conducta profesional de los supuestos buenos y de los satanizados malos.
El director Jos¨¦ Padilha describe ese espanto real con vocaci¨®n de documentalista, con una est¨¦tica que a veces se acerca al videoclip de lujo, con capacidad para impresionar al aterrado mir¨®n, sin tomar partido por la delincuencia legitimada de los cazadores ni por el estrat¨¦gico salvajismo de sus presas. Su conclusi¨®n es demoledora. Nada va a cambiar en el submundo de los marginados ni en la represi¨®n que ejerce sobre ellos la ley por cuestiones estrat¨¦gicas. S¨®lo es cuesti¨®n de lavar puntualmente la deteriorada imagen del pa¨ªs. En este caso porque el Papa visita Rio de Janeiro y es imprescindible tapar moment¨¢neamente los excrementos sociales, demostrarle al mundo que no es aut¨¦ntico el olor a podrido que desprende Brasil.
Tambi¨¦n es consecuente con la concienciada mentalidad y con las adicciones tem¨¢ticas de Costa Gavras que el premio del jurado le haya ca¨ªdo al documental revestido molestamente con la opulencia t¨¦cnica de las superproducciones titulado Standard operating procedure. Es una estremecedora revisi¨®n a trav¨¦s de entrevistas con los descerebrados soldaditos norteamericanos que perpetraron inimaginables torturas a sus prisioneros en la c¨¢rcel de Abu Ghraib, de la infecci¨®n moral que aqueja al Imperio. No hac¨ªa falta tan suntuoso envoltorio para algo que por su naturaleza causar¨ªa terror en cualquier espectador con dos dedos de raciocinio y de humanidad. La descripci¨®n de esa abominaci¨®n a cargo del testimonio de sus desconcertados autores y la veracidad de que recib¨ªan las consignas y el benepl¨¢cito de los poderosos, democr¨¢ticos y civilizados cabrones que montaron esta guerra de incierto final, no necesita que nos las vendan con el sofisticado lenguaje del cine arrogantemente art¨ªstico.
Me resulta antip¨¢tica, ¨¢spera, mon¨®tona, agresiva y esperp¨¦ntica Pozos de ambici¨®n, pero ser¨ªa insensato no reconocer el hipn¨®tico estilo visual y la retorcida personalidad de su creador Paul Thomas Anderson. Es probable que sea con diferencia el director m¨¢s potente de los que compet¨ªan en la secci¨®n oficial. Suena a contradicci¨®n por mi parte, pero que lo entienda el que tenga luces.
Los premios de interpretaci¨®n al excesivamente natural y naif Reza Najie, cuidador de avestruces de la pel¨ªcula iran¨ª (qu¨¦ grotesca la obligada cuota que hay que pagar a algunas nacionalidades para seguir tir¨¢ndose el rollo vanguardista) y la insoportable chica risue?a y feliz que interpreta Sally Hawkins en Happy-go-lucky de Mike Leigh son un disparate comprensible, que obedece a la t¨¢ctica de los festivales de premiar lo ex¨®tico, lo pobre, lo desconocido, lo rarito, lo inmediatamente olvidable. La formidable actriz Kristin Scott Thomas y el incuestionablemente inteligente Nanni Moretti se estar¨¢n preguntando qu¨¦ culpa tienen ellos de ser ricos y famosos.
El premio Alfred Bauer a la minimalista y experimental pel¨ªcula mexicana Lake Tahoe tampoco sorprende, teniendo en cuenta la abrumadora vocaci¨®n de Crist¨®bal Col¨®n que impregna a los festivales de cine.
Ha sido una Berlinale aburrida, lamentablemente previsible, en la tediosa linea de los ¨²ltimos a?os. A lo peor es que el mercado del cine con inquietudes y supuestamente art¨ªstico no da para m¨¢s, pero si eso fuera cierto no perder¨ªa su condici¨®n de terrible. Quiero pensar que eligen las pel¨ªculas y las tem¨¢ticas con penosos esquemas de seriedad forzada, pendientes de prefabricados intereses monetarios recubiertos de intelectualismo. Quiero pensar que se est¨¢ haciendo un cine atractivo en cualquier lugar del universo, pero cada vez es m¨¢s complicado encontr¨¢rtelo en los festivales fatuamente convencidos de su inmensa trascendencia.
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