Una torre dentro de las Torres
La Rep¨²blica fortific¨® Serranos para proteger obras de arte durante la guerra
En noviembre de 1936, Madrid era una ciudad asediada por las bombas. Los ataques indiscriminados afectaron a la Biblioteca Nacional, el Museo del Prado y la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, entre otros edificios que conten¨ªan obras de arte. El Gobierno de la Rep¨²blica denunci¨® p¨²blicamente la actitud de los sublevados y elabor¨® un plan para proteger y custodiar los tesoros art¨ªsticos que corr¨ªan peligro de desaparecer. Ese plan pasaba por trasladar la parte m¨¢s valiosa del conjunto de obras de arte amenazadas a Valencia, donde se hab¨ªa desplazado el Gobierno republicano.
El entonces director general de Bellas Artes, Josep Renau, se encarg¨® de supervisar el traslado de las obras, con un plan cuyos planos muestra estos d¨ªas la exposici¨®n En defensa de la Rep¨²blica, organizada por la Universitat de Val¨¨ncia.
Vaamonde reform¨® los edificios para que aguantaran impactos de bombas
Antes de proceder al traslado de las obras de arte, el Gobierno busc¨® habilitar unos almacenes adecuados para preservarlas de la acci¨®n b¨¦lica. Las Torres de Serranos y la capilla lateral del Colegio del Patriarca fueron los lugares elegidos para servir como refugio del tesoro cultural. El arquitecto gallego Lino Vaamonde, amigo personal de Aza?a, asumi¨® la direcci¨®n de las obras de adecuaci¨®n de ambos monumentos. "Mi padre form¨® un equipo extraordinario", cuenta Jos¨¦ Vaamonde, hijo del arquitecto, "para llevar a cabo la reforma". Una tarea muy complicada dadas las caracter¨ªsticas de ambos edificios. As¨ª, por ejemplo, en las Torres de Serranos, Vaamonde proyect¨® "una torre dentro de las Torres que pudiera aguantar el posible impacto de una bomba". Una estructura formada por hormig¨®n armado y varillas que dotaba a esa torre de "movilidad" para evitar el impacto.
En la iglesia del Patriarca, Lino Vaamonde realiz¨® otro tipo de estructura, basada en construir todo un entramado que resistiera, adem¨¢s de un posible bombardeo, la acci¨®n de la humedad con m¨¦todos de presurizaci¨®n. "Fue un trabajo incre¨ªble, porque mi padre era muy cuidadoso e incluso ni siquiera lleg¨® a tocar los frescos de las paredes, pese a que eran pinturas poco valiosas", a?ade el hijo del arquitecto. Las jornadas eran agotadoras, "de noche y d¨ªa", pero siempre quedaba alg¨²n momento para el ocio, como el de la an¨¦cdota que relata Vaamonde: "Un d¨ªa, a las tres de la ma?ana, estaba el equipo trabajando a destajo cuando, de repente, comenz¨® a escucharse el sonido de un ¨®rgano; era uno de los t¨¦cnicos, que ten¨ªa conocimientos de m¨²sica y que interpretaba La Internacional".
Cuando los trabajos de acondicionamiento finalizaron, un grupo de convoyes traslad¨® las obras a Valencia en condiciones precarias, con el riesgo de ser bombardeados en Madrid o ametrallados en la carretera. Las obraspermanecieron custodiadas en Valencia por milicianos hasta octubre de 1937, cuando la ciudad dej¨® de ser capital de la Rep¨²blica.
Al acabar la contienda, el nuevo gobierno se encontr¨® con un aut¨¦ntico b¨²nker dentro de ambos edificios. Convoc¨® un concurso p¨²blico que gan¨®, "por cuatro duros", uno de los t¨¦cnicos que hab¨ªa trabajado con Vaamonde. "Era un mon¨¢rquico que hab¨ªa convivido en paz con anarquistas, socialistas y comunistas en las tareas de adecuaci¨®n de ambos edificios", explica Vaamonde, para apostillar que "se ofreci¨® a desmontar todo aquel entramado porque sab¨ªa que dentro hab¨ªa toneladas de acero; aquel acero lo convirti¨® en millonario". Ese mon¨¢rquico fue el ¨²nico que sac¨® algo de partido a aquella aventura de construir una torre dentro de las Torres de Serranos. En ning¨²n documento del bando triunfador hay constancia de que aquel tit¨¢nico trabajo existi¨®.
![Unos de los planos de las obras en las Torres de Serranos, del libro de la exposici¨®n.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CUJAW2MHRUKJJMUYGILLYWKYM4.jpg?auth=ae24cf1e6cbcb9074d36dc13ece1011ca11d05b4987ab31b6c06597d44653755&width=414)
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