?Caballerosidad impositiva? ?No, gracias!
La reducci¨®n de impuestos a las mujeres trabajadoras tiene, seg¨²n el PP, una doble finalidad: incentivar el empleo femenino y compensar a las mujeres por su menor renta. Ambos objetivos son loables, pero ninguno de ellos se ver¨¢ favorecido por este camino.
En cuanto a las diferencias salariales, a primera vista parece evidente que un ingreso adicional para todos los componentes del grupo que tiene menores ingresos disminuir¨¢ la diferencia de medias entre ambos grupos. Sin embargo, parte de esta rebaja de impuestos a las mujeres se trasladar¨¢ a los beneficios empresariales. Si ahora una mujer est¨¢ dispuesta a trabajar por un determinado salario, con la rebaja estar¨ªa dispuesta a trabajar por menos, lo que presionar¨ªa a la baja los salarios de las mujeres, introduciendo un peligroso factor de permanencia de la desigualdad: los empresarios encontrar¨ªan justificaci¨®n para pagar menos, las mujeres perder¨ªan argumentos para exigir igualdad de trato y, en definitiva, se ver¨ªa conculcado el principio de "a trabajo igual salario igual".
Mor¨¢n Las medidas fiscales para mujeres del PP pueden ser hasta contraproducentes
No se necesitan 'pol¨ªticas para las mujeres', sino acabar con la desigualdad
La baja tasa de empleo femenino, por su parte, es una r¨¦mora para la econom¨ªa y tambi¨¦n un grave problema social, pero no se est¨¢n poniendo los medios para atajarlo. Aunque la existencia de programas y subvenciones especiales a la contrataci¨®n de mujeres puede dar la impresi¨®n de que se les da trato de favor, la realidad es muy diferente. Seg¨²n datos de la Comisi¨®n Europea, los servicios de empleo espa?oles dedican menos tiempo y proporcionan menos ofertas de trabajo a las mujeres que a los hombres. Las categor¨ªas de desempleados compuestas mayoritariamente por mujeres no obtienen la dedicaci¨®n espec¨ªfica y el presupuesto que se requerir¨ªa. Ojal¨¢ se pusieran medidas para que los indicadores nos demostraran lo contrario de ahora en adelante.
Si, adem¨¢s de disminuir el paro de las ya activas, se quiere aumentar la tasa de actividad femenina, debe tenerse en cuenta que las mujeres solas, con o sin cargas familiares, registran ya tasas de actividad similares a las de los hombres. La reserva de mano de obra est¨¢ compuesta, mayoritariamente, por mujeres casadas y otras que desarrollan tareas de cuidados en el entorno familiar. Pero actualmente las pol¨ªticas p¨²blicas incitan a las mujeres a caer y/o a continuar en situaci¨®n de cuidadoras a tiempo completo. La tributaci¨®n conjunta en el IRPF y las crecientes oportunidades de retirada del mercado de trabajo para el cuidado de hijos/as y dependientes (por ejemplo las excedencias por cuidado de hijos/as, y muy especialmente ahora el art¨ªculo 18 de la Ley de Dependencia), la desigualdad entre los permisos de maternidad y paternidad desincentivan la participaci¨®n laboral de las mujeres casadas. Parecer¨ªa l¨®gico, tambi¨¦n en este ¨¢mbito, empezar por eliminar los obst¨¢culos actuales.
Pero, ?se quiere realmente que las mujeres casadas se incorporen al empleo de calidad? Parece que en todo esto se olvida un importante detalle: si su oferta es tan el¨¢stica, ello se debe al coste de oportunidad (su disyuntiva no es ocio-trabajo, sino trabajo dom¨¦stico-trabajo asalariado). ?O es que se pretende que estas mujeres, ante unos salarios reales m¨¢s atractivos, se incorporen al empleo a tiempo parcial, en posiciones precarias y con doble jornada de trabajo? Esto no les proporciona independencia econ¨®mica y es una fuente de ineficiencias en el mercado de trabajo: los empresarios, ante la mayor probabilidad de ausencia de las mujeres, tienden a contratar hombres para los puestos de responsabilidad aunque las mujeres est¨¦n mejor formadas. Queda, pues, pendiente la pregunta clave: ?qu¨¦ hacemos con el trabajo dom¨¦stico y de cuidados?
Que las mujeres se incorporen al empleo y a la vez sigan cuidando, todo ello sin participaci¨®n de sus maridos y sin servicios p¨²blicos. Esta soluci¨®n puede alcanzar, a costa del empleo precario de las mujeres inmigrantes, a un sector de la clase media; y ni siquiera permitir¨¢ que esas mujeres profesionales tengan la misma disponibilidad y las mismas posibilidades de promoci¨®n que sus compa?eros hombres. Pero la mayor¨ªa de las mujeres no podr¨¢ permitirse pagar con su sueldo el cuidado de sus hijos/as y, aun con doble jornada, se ver¨¢ abocada al trabajo precario, a periodos de inactividad y al tiempo parcial.
Ni los hasta 75 euros m¨¢s al mes de ingresos prometidos por el PP ni cualquier subvenci¨®n o desgravaci¨®n generalizada para todas las mujeres trabajadoras alcanzar¨¢ a ser una ayuda significativa al cuidado infantil para aquellas familias necesitadas. No mover¨¢ tampoco la tasa de actividad de las mujeres no casadas, pues ¨¦stas ya est¨¢n plenamente incorporadas. ?A qu¨¦ viene entonces este despilfarro? Es adem¨¢s un intervencionismo sin precedentes pretender incidir en los desequilibrios del mercado de trabajo subvencionando el 50% de la oferta. Ser¨ªa divertido si no fuera tr¨¢gico: los neoliberales convertidos en el colmo de intervencionistas. ?Qu¨¦ fue de la mano invisible?
A estas alturas tenemos ya suficiente experiencia acumulada para no tener que discutir en el vac¨ªo. Sabemos que, para que la mayor¨ªa de las mujeres puedan compatibilizar maternidad y empleo de calidad, son necesarias dos condiciones: servicios p¨²blicos de cuidado y corresponsabilidad de los hombres. Y sabemos las pol¨ªticas que aumentan la dedicaci¨®n de los hombres al cuidado: permisos de paternidad intransferibles, pol¨ªticas educativas igualitarias, eliminaci¨®n de los topes de cotizaci¨®n a la Seguridad Social y de todos los dem¨¢s incentivos a las jornadas excesivamente largas, entre otras. Estas medidas, y no las llamadas tradicionalmente pol¨ªticas natalistas, son las que se han demostrado eficaces para combatir la crisis de fecundidad, que es uno de los m¨¢s graves problemas de la econom¨ªa. ?C¨®mo es posible que los mismos que hacen o¨ªdos sordos a todas estas evidencias cient¨ªficas inventen medidas tan imaginativas, por no decir rocambolescas?
Tanta imaginaci¨®n unidireccional s¨®lo tiene una explicaci¨®n: en realidad estas personas no se imaginan ni por un momento que las mujeres puedan incorporarse al empleo en igualdad de condiciones con los hombres, y mucho menos se imaginan que los hombres puedan compartir el trabajo dom¨¦stico en pie de igualdad. De hecho, siguen defendiendo un modelo de familia tradicional donde la mujer est¨¦ sometida al marido y cuide de los hijos en casa. Por eso ni piensan en eliminar la tributaci¨®n conjunta, proponen alargar el permiso de maternidad y no impulsan un sistema p¨²blico de educaci¨®n infantil.
Las supuestas ventajas para las mujeres, como la rebaja de impuestos propuesta, nunca son tan generosas como para llegar a equilibrar las diferencias. Tampoco atienden las necesidades de las personas realmente necesitadas. Mucho menos eliminan los factores que empujan a las mujeres a la dependencia econ¨®mica. Sin embargo, desv¨ªan la atenci¨®n de los verdaderos problemas: en lugar de atajar las causas de la desigualdad, contribuyen a la falsa impresi¨®n de que se da preferencia a las mujeres. No se necesitan pol¨ªticas para las mujeres por ser mujeres, sino aplicar los principios de la actuaci¨®n de los poderes p¨²blicos y de la pol¨ªtica social a toda la ciudadan¨ªa.
Ofrecer a las mujeres una compensaci¨®n en lugar del salario y la posici¨®n que se han ganado por su formaci¨®n y su trabajo supondr¨ªa un enorme gasto y ser¨ªa negativo tanto para la equidad como para la eficiencia econ¨®mica. ?No ser¨ªa m¨¢s sensato emprender, de una vez por todas, el camino de la igualdad?
Mar¨ªa Pazos Mor¨¢n es investigadora del Instituto de Estudios Fiscales.
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