?D¨¦me algo para investigaci¨®n, que soy rector!
Hace ya algunos a?os una vi?eta del genial Forges pon¨ªa esta "plegaria" en boca de un hombre de gab¨¢n ra¨ªdo y barba descuidada que, extendiendo la mano al conductor de un coche parado en un sem¨¢foro, ped¨ªa una limosna para poder financiar la investigaci¨®n. Se podr¨ªa pensar que se trataba de una exageraci¨®n. Efectivamente lo era. Pero sobre todo la sin¨¦cdoque de situar la necesidad en el rector. Los rectores y las rectoras no pedimos nada para nosotros. Pedimos recursos necesarios para las universidades que representamos. Y lo hacemos no defendiendo los intereses de nuestra comunidad universitaria sino los del conjunto de la sociedad, ya que entendemos que investigar y apostar por la transferencia de sus resultados a la sociedad es imprescindible para seguir avanzando; sabemos que mejorar las condiciones docentes y discentes y la calidad de la educaci¨®n es un desaf¨ªo nunca vencido; consideramos una obligaci¨®n ayudar a crear riqueza y trabajo, en particular trabajo cualificado; pensamos que el compromiso social y el desarrollo sostenible son apuestas ineludibles que no pueden demorarse.
En esta permanente labor de b¨²squeda de apoyo y recursos para el desempe?o de las responsabilidades universitarias, los rectores tenemos a veces la sensaci¨®n de ser recibidos p¨²blica y privadamente con prevenci¨®n. Con frecuencia nos sentimos destinatarios de aquella ingeniosa frase que Castelao puso en el pie de uno de sus dibujos, en el que un pobre que ped¨ªa a la puerta de una casa recib¨ªa por toda respuesta: "Otros vinieron y nada llevaron y bien sabe Dios que no se les puede dar a todos". Todo el mundo entiende y cree justificado que se pidan m¨¢s recursos para poder reducir las listas de espera, para poder mejorar las infraestructuras m¨¦dicas o para operar con t¨¦cnicas quir¨²rgicas menos invasivas. Pero no se muestran tan sensibles con el compromiso de formar mejor a nuestros futuros m¨¦dicos o con la necesidad de realizar aquella investigaci¨®n que despu¨¦s permitir¨¢ fabricar mejores dispositivos para el diagn¨®stico o f¨¢rmacos m¨¢s eficaces, incluso a la medida de cada persona.
Los gestores de entidades deportivas privadas, y muy singularmente los responsables de los clubes de f¨²tbol, apelan con frecuencia a las administraciones e incluso al conjunto de la ciudadan¨ªa para que se vuelquen en la defensa de "sus colores", y no pocas veces tienen ¨¦xito en esta demanda. Aparentemente los rectores tenemos m¨¢s dif¨ªcil conseguir eco, y mucho menos ¨¦xito, entre los agentes sociales, pol¨ªticos, econ¨®micos, culturales y de la comunicaci¨®n. Sin duda vivimos en una sociedad que valora la respuesta a corto plazo y a la que le cuesta ver que hay inversiones cuyos rendimientos son enormes pero con cosechas que no son de un a?o para el otro. Repartir los recursos p¨²blicos acaba siendo un juego de suma cero. Si se prioriza la inversi¨®n en ciertos sectores es a costa de invertir menos en otros, cuando menos durante un tiempo. Saber gobernar es saber priorizar.
Estamos acostumbrados a valorar lo anecd¨®tico con categor¨ªa de com¨²n, y anecd¨®ticas son, frente al conjunto, algunas disfunciones que tambi¨¦n la universidad presenta y que, por supuesto, tenemos que empe?arnos en corregir. Prejuzgamos con frecuencia la universidad por lo que fue y no por lo que es, y menos a¨²n por lo que quiere ser. Y unido a esto, seguro que tampoco desde la Universidad estamos haciendo todo lo posible para estar m¨¢s presentes en la sociedad y dar las mejores respuestas a sus necesidades. Hagamos tambi¨¦n autocr¨ªtica y, mejor a¨²n, tomemos medidas para mejorar permanentemente nuestras universidades.
A los rectores nos toca seguir reclamando lo necesario para hacer y hacer bien lo que se nos pide que hagamos. Nos toca gobernar con transparencia, eficiencia y eficacia. Nos toca rendir cuentas de cada euro que recibimos y de cada responsabilidad que asumimos, y tambi¨¦n de las que eludimos. Pero a quien tiene los recursos le toca decidir si la universidad p¨²blica es una inversi¨®n rentable para los fines de un buen gobierno o un gasto que debemos tender a minimizar.
El presidente del Gobierno de Espa?a, en la clausura de la conferencia sectorial de educaci¨®n y cultura, celebrada en Madrid el pasado 16 de diciembre de 2007, anunci¨® una "Estrategia Universidad 2015" con el objetivo de situar a nuestro sistema universitario entre los diez primeros del mundo. Como parte de las medidas necesarias para este loable prop¨®sito el presidente asumi¨® el compromiso de abordar de un modo comprometido el Informe sobre Financiaci¨®n de las Universidades, elaborado por el Consejo de Coordinaci¨®n Universitaria. Celebramos este anuncio, y a¨²n m¨¢s si fuese compartido por el resto de fuerzas pol¨ªticas, algo especialmente relevante cuando nos encontramos a las puertas de unas nuevas elecciones generales. Mientras, seguiremos demandando que se nos d¨¦ algo m¨¢s para investigaci¨®n, que somos rectores magn¨ªficos.
Sen¨¦n Barro es rector de la Universidad de Santiago de Compostela.
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