"La sensualidad ya ven¨ªa en mis genes"
A sus 61 a?os, a la actriz y cantante londinense Jane Birkin la cuidan entre algodones en el hotel donde aguarda el comienzo de su gira espa?ola (ayer por la noche, en Girona). Dispone de poco tiempo porque anda con la garganta maltrecha y le han cerrado una cita de urgencia con un foniatra, pero su conversaci¨®n es tan torrencial y apasionada como cualquiera de aquellas m¨ªticas grabaciones con el que fuera su marido, Serge Gainsbourg, o las pel¨ªculas que la elevaron a la categor¨ªa de mito er¨®tico internacional.
"Me agrada que me sigan encontrando sensual, pero no hay secreto. La sensualidad ya ven¨ªa en mis genes", revela con su caracter¨ªstica, inconfundible, voz perezosa, desde el otro lado del hilo telef¨®nico. Esta noche desfilar¨¢ por el C¨ªrculo de Bellas Artes madrile?o, y ma?ana, por el Palau de la M¨²sica barcelon¨¦s.
"Me aburre rememorar todos aquellos rollos de los a?os 50 y 60"
Birkin ha alcanzado ya ese estatus de artista veterana e indiscutible que puede decir las cosas como las piensa, sin medias tintas ni correcciones pol¨ªticas: "Le agradezco que no me pregunte por Je t'aime... moi non plus
[su celeb¨¦rrimo himno libidinoso junto a Gainsbourg, fechado en 1969] ni por todos esos rollos de los a?os cincuenta y sesenta. Me aburre soberanamente rememorar aquella ¨¦poca". Y acto seguido, se deshace en elogios hacia la activista birmana Aaung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz en 1991, a la que ha dedicado su primera canci¨®n de autor¨ªa propia en varios a?os.
"Entrar en contacto con esta mujer [encarcelada por el r¨¦gimen militar] me sirvi¨® para comprender las cosas de verdad importantes en la vida", admite.
Por eso, quiere destinar ahora sus "mejores energ¨ªas" a combatir los reg¨ªmenes totalitarios del Lejano Oriente, una batalla que se ha convertido casi en obsesi¨®n. "Sarkozy me recibi¨® para hablar de Birmania. Estuvo receptivo, pero yo fui algo ingenua al pensar que me har¨ªa m¨¢s caso del que me hizo. Me quito el sombrero con Angela Merkel, que ha denunciado la situaci¨®n de los presos pol¨ªticos en China, y con Steven Spielberg, que ha atendido a la voz de su conciencia al decidir que no quer¨ªa colaborar con los Juegos Ol¨ªmpicos. No podemos permanecer impasibles ante las pesadillas".
Inmersa en estas batallas, admite que no le sobran fuerzas para proseguir su carrera musical. De hecho, decidi¨® que su presente gira no har¨ªa escala ni en Francia ni en el Reino Unido, pa¨ªses en los que se siente "permanentemente juzgada" y donde "todo lo que antes era alegr¨ªa ahora me resulta aterrador".
?Se avecina una retirada? Birkin resopla y contesta: "No lo s¨¦, quiz¨¢s. Influye que me siento muy cansada, y en esas circunstancias no le veo la gracia ni la necesidad. La gente sigue mostrando inter¨¦s, y se lo agradezco muy sinceramente, pero... no s¨¦ si puedo seguir aguantando ese ritmo de un concierto cada noche, de ac¨¢ para all¨¢".
Habr¨¢, al menos, nuevo ¨¢lbum. Tras varios a?os en los que relaj¨® su producci¨®n musical, la musa de Gainsbourg o de Michelangelo Antonioni ha publicado tres discos de forma consecutiva: Arabesque, de orientalizante est¨¦tica sonora; Rendez- vous, donde compart¨ªa d¨²os con Bryan Ferry, Manu Chao, Fran?oise Hardy o Caetano Veloso, y Fictions, para el que le escribieron temas originales algunos j¨®venes admiradores tan relevantes como Rufus Wainwright, Neil Hannon o Beth Gibbons.
"Ahora ha llegado el momento de escribir un trabajo con canciones propias y producidas por m¨ª misma", anuncia con una sonrisa. "Quiero cantar historias peque?as, explicar c¨®mo me visto, a qu¨¦ me dedico y qu¨¦ es lo que pienso, porque tus ideas constituyen el mayor de tus tesoros".
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