La resurrecci¨®n de Dreyer
Se abre la pel¨ªcula pero la pantalla a¨²n est¨¢ en negro. Poco a poco, las estrellas comienzan a desplegar su luz tenue. Y con ella las ramas de los ¨¢rboles se van haciendo visibles. Y los bordes de las nubes, las l¨ªneas del horizonte, las monta?as. Y, por fin, la salida del sol. Un bell¨ªsimo plano fijo de siete minutos de duraci¨®n, con un amanecer campestre como ¨²nica fuente dram¨¢tica, abre la sugerente, a ratos ins¨®lita, por momentos impostada y algo cargante pel¨ªcula mexicana Luz silenciosa, tercer trabajo del m¨¢s listo que inteligente Carlos Reygadas, autor de Jap¨®n (2002) y Batalla en el cielo (2005). Un inicio que, en s¨ª mismo, despliega el car¨¢cter de colosal mentira que encierra la pel¨ªcula. Una mentira, eso s¨ª, demasiado atractiva para dejarla pasar sin comprobar c¨®mo se puede intentar resucitar al dan¨¦s Carl Theodor Dreyer en pleno siglo XXI, con sus mismas armas y en semejantes ambientes.
LUZ SILENCIOSA
Direcci¨®n: Carlos Reygadas.
Int¨¦rpretes: Cornelio Wall Fehr, Miriam Toews, Maria Pankratz.
G¨¦nero: drama. M¨¦xico, Francia, 2007.
Duraci¨®n: 142 minutos
M¨¢s que como un fascinante ejercicio de belleza formal (que tambi¨¦n), la apertura de Luz silenciosa se podr¨ªa traducir como un eficaz m¨¦todo de hipnotismo cinematogr¨¢fico. El espectador que, en esos siete minutos, sea capaz de dejarse imbuir por el cadencioso esp¨ªritu de la escena, probablemente se dejar¨¢ arrastrar por la totalidad dram¨¢tica de la obra, Premio del Jurado en el Festival de Cannes, y llegar¨¢ a su conclusi¨®n (un plano semejante, aunque del atardecer) como un firme creyente en el poder de Reygadas. Sin embargo, el que en esos siete minutos empiece a pensar en el truco que contiene el plano, es posible que ya le sea imposible desembarazarse de la sensaci¨®n de fastuosa trola formal que le est¨¢n endilgando.
Los menonitas
En 1955, Dreyer orquest¨® el m¨¢s majestuoso milagro que ha dado la historia del cine: La palabra (Ordet), con la que el dan¨¦s consegu¨ªa nada menos que reforzar el contenido espiritual de su obra (de arte), ya fuera desde el orden psicol¨®gico o desde la m¨¢s pura est¨¦tica. Reygadas ha encontrado en el ambiente de los menonitas de Chihuahua, que hablan plautdietsch, un dialecto entre el alem¨¢n y el holand¨¦s, el encuadre perfecto para orquestar su drama religioso sobre el poder de la redenci¨®n, y de paso casi calcar, plano a plano, segundo a segundo, el milagro de la resurrecci¨®n f¨ªsica que conten¨ªa la cinta de Dreyer.
Con un innegable poder¨ªo visual, un tempo sosegado y una evidente fuente de inspiraci¨®n, Reygadas compone as¨ª un segundo milagro, desde luego menos original, aunque por momentos tan solemne, aleg¨®rico y sugerente como el de La palabra.
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