Sus pompas y sus obras
La pregunta que m¨¢s a menudo suelen repetir los cuentistas progubernamentales cuando sale el tema del Pa¨ªs Vasco es: "Pero, bueno, ?ETA est¨¢ m¨¢s fuerte o m¨¢s d¨¦bil que antes?". Y el partido de la oposici¨®n, con su torpeza peculiar, se enreda en disquisiciones sobre que s¨ª pero no y que no pero s¨ª, para acabar reconociendo que no est¨¢ tan fuerte como estuvo pero tampoco todo lo debilitada que deber¨ªa estar de haberse seguido la pol¨ªtica adecuada. Lo chocante de estas disputas es que han conseguido que no se hable de la situaci¨®n del Pa¨ªs Vasco en la campa?a electoral. Sin embargo, lo pol¨ªticamente importante es c¨®mo est¨¢ la situaci¨®n de las libertades y del Estado de derecho en Euskadi; la situaci¨®n militar de ETA concierne ante todo a las fuerzas del orden, que seguramente tienen su propia y fundada opini¨®n al respecto.
Vientos de cambio en el Pa¨ªs Vasco: declina la obligatoriedad social del nacionalismo
Los que indujeron a error a Zapatero siguen al frente del socialismo vasco
Menos mal que ??igo Urkullu ha puesto en Madrid los puntos bajo las ¨ªes, al modo tradicional del nacionalismo. Zapatero hizo muy mal en negociar asuntos pol¨ªticos con ETA, porque esas cuestiones -es decir, las reivindicaciones pol¨ªticas de ETA- debe discutirlas con los partidos nacionalistas vascos. El presidente ha cometido el peor de los pecados: no respetar la divisi¨®n del trabajo. La misi¨®n de ETA -cruel y desagradable pero imprescindible- es exigir violentamente que se reconozca la autodeterminaci¨®n, se revise la relaci¨®n del Pa¨ªs Vasco con el Estado y se ampl¨ªe sin l¨ªmites -aunque en plazos a deter-minar- la hegemon¨ªa nacionalista. Pero ETA es un mero y algo brutal instrumento, no un interlocutor v¨¢lido (ni siquiera cuando adopta ropajes pol¨ªticos como Batasuna): todas esas cuestiones deben discutirse gracias a que existe ETA, pero nunca con ETA. Son los dem¨¢s nacionalistas, los de chaqueta y corbata, los que se encargar¨¢n con el debido tacto de tan delicadas negociaciones. A la izquierda abertzale no se la debe ilegalizar, as¨ª, de golpe, s¨®lo intimidarla lo suficiente como para que comprenda que su futuro y el de sus reivindicaciones pasa por una sumisi¨®n a rega?adientes al PNV y compa?¨ªa. Su presi¨®n en la calle puede venir bien para que el nacionalismo se ofrezca como moderado mediador entre los feroces y los constitucionalistas. Vaya, tampoco es tan dif¨ªcil de entender, en que estar¨ªa pensando Zapatero...
Para disipar dudas, el PNV ofrece el siguiente lema de campa?a: "Yo vivo en Euskadi; y t¨² ?d¨®nde vives?". M¨¢s claro, agua. Dejemos de lado el apoyo a la gobernabilidad de Espa?a que puede esperarse de un partido con un slogan tan acogedor y cosmopolita. Lo interesante es que aqu¨ª se plantea, como dir¨ªa Humpty Dumty, qui¨¦n es el amo. Yo vivo en Euskadi quiere decir: yo soy quien tiene derecho pleno a mandar aqu¨ª. Los dem¨¢s, sobrevenidos y arrecog¨ªos, que firmen uncontrato m¨¢s o menos como el disparatado que Rajoy propone para otros inmigrantes.
Pero ya que el lema electoral convoca al "di¨¢logo", tal como ellos lo entienden, intentemos contestar a esa pregunta. Hay varias respuestas posibles. Una: "Pues mire, yo tambi¨¦n vivo en Euskadi. Pero no me extra?a que no se haya dado cuenta porque, a diferencia de usted, vivo lo m¨¢s oculto posible. Procuro no hablar como pienso, dejarme ver lo menos posible en las demostraciones colectivas y finjo constantemente que el nacionalismo obligatorio me parece muy bien. No quiero l¨ªos para m¨ª ni para mi familia". Dos: "No, yo no vivo ya en Euskadi. Me he tenido que marchar, ?sabe? Una pena. No me gusta que me coaccionen ni me amenacen. Me hart¨¦ de ver malas caras por no ser adicto al r¨¦gimen. De modo que me fui a defender la alegr¨ªa a otra parte. Ahora ya ni siquiera creo que me gustar¨ªa volver. Gracias a ustedes, he cogido asco a lo que m¨¢s amaba". Tres: "?Claro que vivo en Euskadi! Y no pienso irme, ni callarme, ni darles la raz¨®n a los matones del pueblo. No creo que haya que normalizar pol¨ªticamente nada aqu¨ª, lo que hace falta es que ustedes se acostumbren a ver como normal pertenecer a un Estado de derecho llamado Espa?a en lugar de a la tribu de Aitor. Ni tampoco pienso colaborar en su construcci¨®n nacional que en realidad consiste en destruir la efectiva naci¨®n de ciudadanos a que pertenezco". ?Hace falta seguir o basta con estas respuestas, se?ores nacionalistas?
El nacionalismo vasco se aparta ahora con disgusto de ETA, pero no renuncia a las ventajas que ETA ha conseguido para ¨¦l. Hablando teol¨®gicamente, para que me entiendan mejor, ha renunciado a Satan¨¢s pero no a sus pompas ni a sus obras. Porque sabe que sin las pompas y obras de ETA su proyecto ser¨ªa uno m¨¢s entre otros y no el destino obligatorio sin el cual no se obtendr¨¢ la paz.
Lo malo, ay, es que el mito de la invulnerabilidad de ETA (y de sus portavoces pol¨ªticos) se est¨¢ derrumbando estrepitosamente. Cuando se le aprietan de verdad las tuercas policiales y jur¨ªdicas, en Espa?a y en Francia, el terrorismo queda reducido a algo maligno y da?ino, todav¨ªa apoyado por demasiados fan¨¢ticos, pero que pronto dejar¨¢ de ser pol¨ªticamente determinante. Y ello pese al contagio en otras autonom¨ªas, desde los antropoides c¨¦lticos que atacaron en Compostela a Mar¨ªa San Gil, tan similares en procedimientos y coreograf¨ªa a los que padec¨ª yo hace tres a?os en la Universidad de Barcelona, hasta las piaras de descerebrados que han hostigado a Dolors Nadal y a Rosa D¨ªez en otras dos universidades... por el momento. Es el nuevo juego de rol de nuestros nenes "progres", hacer de batasunitos. Ante esta decadencia, es comprensible que los nacionalistas movilicen a todo el que a¨²n les pueda servir como escudo pol¨ªtico para aprovechar los estertores de su ventaja mal adquirida, desde el colectivo Erabaki -for-mado en gran parte por sus habituales rentistas sociales- hasta los jugadores y t¨¦cnicos de la Real Sociedad, esos que nunca pudieron protestar p¨²blicamente por un asesinato pero ahora vienen a explicarnos que los procesos de ilegalizaci¨®n son "pol¨ªticos" y que hay que respetar la "decisi¨®n del pueblo", que seguramente ser¨¢ "normalizadora". Pobre gente.
Pero resulta que, pese a quien pese, soplan vientos de cambio en el Pa¨ªs Vasco. Un grupo de padres alaveses y vizca¨ªnos ha formado un colectivo a favor de la ense?anza en castellano y contra la imposici¨®n del euskera en el nuevo curr¨ªculo vasco. Aunque lejos de ser mayor¨ªa, cada vez hay m¨¢s euskaldunes que dan la tercera de las respuestas antes indicadas al lema del PNV. En el principal debate pol¨ªtico de ETB1, Kalaka, se oyen ahora en vascuence argumentos bien razonados y expuestos sin temores ni temblores a favor de las tesis constitucionalistas hasta ayer proscritas -?y no s¨®lo por los nacionalistas!- como crispadoras.
Por lo visto, se va acabando ya el juego de la obligatoriedad social del nacionalismo y de la perpetua deslegitimaci¨®n del Estado en beneficio de los violentos y sus rentabilizadores. Como bien dice Joseba Arregi, que sabe de lo que habla, "se ha acabado el juego de conceder que el nacionalismo, este nacionalismo que huy¨® a Estella-Lizarra y es incapaz de encontrar el camino de vuelta, que es el camino de su homologaci¨®n democr¨¢tica, tiene derecho de primogenitura sobre la sociedad vasca, sobre la cultura vasca, sobre el euskera, sobre la historia vasca" ("Se acab¨® el juego", Diario Vasco, 10-2-08).
Ser¨ªa un excelente momento para que los constitucionalistas se dejaran de si son galgos o podencos y cerraran filas ofreciendo una alternativa conjunta en Euskadi. Pero los socialistas parecen m¨¢s interesados en desmarcarse del PP que en mostrar firmeza ideol¨®gica ante el nacionalismo. No han escarmentado. Lo peor no es que se entendieran ayer con Batasuna, sino saber por una indiscreci¨®n de Miguel Buen que volver¨ªan a negociar "si se dieran de nuevo las condiciones adecuadas". O sea que a¨²n no se han dado cuenta de que nunca se dieron tales condiciones y que su primer error fue creer que se daban. Los que lo cometieron -y probablemente indujeron a Zapatero a cometerlo- siguen a la cabeza del PSE. Se ha dicho muchas veces que la permanencia de Acebes y Zaplana, ligados a la guerra de Irak, etc¨¦tera, al frente del PP dificulta la aceptaci¨®n de este partido por votantes de centro. Pues bien, ?c¨®mo creer que el PSE no va a incurrir en sus viejos errores con ETA-Batasuna, mientras sigan como l¨ªderes Egiguren, L¨®pez, Pastor, Ares, Buen... por no mencionar al insufrible Od¨®n Elorza? Con ellos ah¨ª hay pocos motivos para creer y muchos para desconfiar.
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.