La Espa?a que no pudo ser
Tal vez el mejor proyecto de uno de los arquitectos m¨¢s famosos de todos los tiempos, Frank Lloyd Wright, hubiera sido el rascacielos de una milla de altura que dise?¨® para Chicago en 1956. No lo sabremos nunca. No se construy¨® por falta de financiaci¨®n. El norteamericano tampoco lleg¨® a levantar en Venecia una fundaci¨®n para estudiantes de arquitectura que la viuda del joven proyectista Angelo Masieri le encarg¨® en 1935. Tras el ¨¦xito del Guggenheim de Bilbao, un Frank Gehry plet¨®rico tambi¨¦n prob¨® suerte en Venecia. Con el mismo lenguaje de bucles, dibuj¨® un nuevo aeropuerto para la ciudad, pero no logr¨® construirlo. Cerca del Gran Canal qued¨® tambi¨¦n enterrado uno de los proyectos m¨¢s queridos de Benedetta Tagliabue. Esta italiana asentada en Barcelona dibuj¨® con su marido, Enric Miralles, la remodelaci¨®n de la Escuela de Arquitectura en la que hab¨ªa estudiado. Aquellos sue?os hoy son s¨®lo planos, los dibujos de lo que no ha podido ser.
La historia de la arquitectura est¨¢ escrita tanto con los inmuebles que pueden visitarse como con la leyenda de los que faltan. Los arquitectos expertos en patrimonio Alberto Teller¨ªa y Vicente Pat¨®n creen que la construcci¨®n de algunos edificios hubiera cambiado no s¨®lo la forma de las ciudades para las que fueron pensados, sino el propio curso de la historia. Es el caso del Palacio Real que Filippo Juvarra quiso construir en los altos de San Bernardino (lo que hoy es la plaza de Moncloa y la de Cristo Rey en Madrid): "Con un tama?o parecido al de Versalles habr¨ªa cambiado la forma y el desarrollo de Madrid hacia el norte, y probablemente la historia del pa¨ªs", apuntan. Y citan otros proyectos que hubiesen servido para erigir otro Madrid, como el magn¨ªfico Palacio de las Artes de Antonio Palacios, el autor del C¨ªrculo en la calle de Alcal¨¢, "con un aire entre babil¨®nico y futurista". O su idea de una Gran V¨ªa formada por una hilera de rascacielos unidos por enormes arcos, que enlazaba el centro de la capital con la Casa de Campo.
Madrid se qued¨® sin la bas¨ªlica que dise?aron Francisco de As¨ªs Cabrero y Rafael Aburto en los a?os cincuenta. Ese proyecto hubiera ocupado el lugar en el que hoy puede visitarse el Templo de Debod. Otras ciudades, como Barcelona, atesoran entre sus planos fragmentos de edificios que recortaron sus arquitectos. Son detalles de proyectos que fueron reducidos hasta quedarse, a medias, convertidos en otros proyectos. Es el caso del parque G¨¹ell de Gaud¨ª, que naci¨® para ser una urbanizaci¨®n de viviendas aristocr¨¢ticas que apenas empezaron a construirse. O del urbanismo del famoso ensanche de la ciudad, para el que Ildefonso Cerd¨¢ ide¨® manzanas con parques p¨²blicos en el interior que no se construyeron porque no se respet¨® el dise?o. Aparcamientos, guarder¨ªas infantiles o talleres ocupan hoy la mayor¨ªa de esos patios que, en algunos vecindarios, t¨ªmidamente tratan de recuperarse hoy. La econom¨ªa, la necesidad de rentabilizar el metro cuadrado en las ciudades, est¨¢ detr¨¢s de muchas de las decisiones arquitect¨®nicas que dibujan las urbes de hoy. La oportunidad pol¨ªtica es otra de las bazas que, tanto como las ideas de los arquitectos, terminan por decidir la forma de una ciudad.
Los proyectos no realizados tienen una vida m¨¢s all¨¢ del tiempo. En ocasiones sirven de faro, alumbran el camino para otros dise?os. Otras veces reaparecen en contextos inesperados. As¨ª, algunos proyectos no construidos han tenido nuevas vidas en forma de inspiraci¨®n, o de plagio, seg¨²n opiniones. A Norman Foster se le recrimina aprovecharse de antiguos dise?os: cuando ide¨® las gasolineras de Repsol en 1997 se denunci¨® su inspiraci¨®n en los paraguas invertidos que Amancio Williams dise?¨® para el monumento dedicado a su padre y para el Pabell¨®n Bunge Bonr de Buenos Aires, que s¨ª construy¨®, pero que fue demolido en 1966. Algunas de las historias detr¨¢s de los encargos, o proyectos ganadores de concursos que no llegan a realizarse, son aut¨¦nticas odiseas. Otras revelan la ambici¨®n de ciertos constructores o la chapucer¨ªa de ayuntamientos m¨¢s pendientes de las elecciones que de la construcci¨®n de sus municipios. Sea como sea, los proyectos no construidos cuentan historias. Y no s¨®lo arquitect¨®nicas.
Centro de talasoterapia
Gij¨®n. Grupo Aranea
La Salamandra iba a ser el nombre de un centro de talasoterapia tumbado al sol junto a la playa. El ic¨®nico edificio funcionaba como un elemento vivo, "una superficie que recoge el agua del mar y la amansa para ofrecer otra manera de disfrutarla", cuentan sus arquitectos. Sus autores, Francisco Leiva Ivorra y el grupo Aranea, llegaron a ver su proyecto en la exposici¨®n sobre arquitectura espa?ola que acogi¨® el MOMA de Nueva York el a?o pasado. Los terrenos estaban calificados para construir un balneario, pero el Ayuntamiento convoc¨® el concurso sin ser propietario. La empresa Orenes-Franco, que concursaba para el casino de Gij¨®n, compr¨® los terrenos y ofreci¨® al Ayuntamiento realizar conjuntamente casino y balneario. Orenes no gan¨® el concurso para el casino, perdi¨® inter¨¦s en el centro de talasoterapia y dej¨® plantado a los pol¨ªticos. Con el tiempo, un empresario recuper¨® el proyecto de la Salamandra, "pero el Ayuntamiento mostr¨® su desagrado y el inversor se retir¨®".
Monta?a de Denia
Denia. Vicente Guallart
Entre Alicante y Valencia, Denia creci¨® en torno a su puerto. En los a?os sesenta, la urbanizaci¨®n de viviendas comenz¨® a transformar los pies de un macizo pr¨®ximo, hoy parque natural. Con las laderas del Montg¨® saturadas, el desarrollo inmobiliario se desenfren¨® hasta cubrir varios kil¨®metros de baj¨ªsima calidad urbana. En ese marco, el proyecto de la Monta?a de Denia que dise?¨® Vicente Guallart naci¨® con la decisi¨®n municipal de recuperar el centro de la ciudad y concentrar las actividades en el antiguo n¨²cleo urbano. "La estrategia era que el centro siga siendo el centro", apunta Guallart. As¨ª, en 2002, el arquitecto valenciano comenz¨® a trabajar en un plan para explotar un mont¨ªculo junto al puerto, ya excavado con una red de t¨²neles durante la Guerra Civil y ocupado, entre otras cosas, por un castillo de origen ¨¢rabe. La idea era llevar al interior de esa monta?a un gran aparcamiento; tambi¨¦n un auditorio y un centro de convenciones. Cines, un parador y una zona comercial ayudar¨ªan a financiarlo.
Parque Artabria
A Coru?a. Manuel Gallego Jorreto
Castro de Elvira, el poblado celta cercano a A Coru?a, fue descubierto por un profesor de la Universidad de Santiago hace s¨®lo cincuenta a?os. Artabria iba a recuperarse como patrimonio de la ciudad y, a la vez, a convertirse en una nueva atracci¨®n de turismo cultural. Para construir el parque tem¨¢tico de los ¨¢rtabros se convoc¨® un concurso internacional que gan¨® el arquitecto coru?¨¦s Manuel Gallego Jorreto. El proyecto ganador comprend¨ªa varios edificios y una gran zona de esparcimiento en torno al castro celta, que ya se est¨¢ restaurando. El edificio para el centro de visitantes deb¨ªa ser un s¨ªmbolo y una atalaya. Gallego lo dibuj¨® integrado en la topograf¨ªa del parque, como un mirador y como puerta de acceso a los itinerarios. Nada se ha construido. "Desde que gan¨¦ el concurso no s¨¦ absolutamente nada del asunto, salvo alguna referencia de prensa", explica hoy el arquitecto. "Nadie me ha dicho nada, ni las causas del porqu¨¦ no se ha realizado, ni si se piensa hacer alg¨²n d¨ªa".
Museo de Cantabria
Santander. Emilio Tu?¨®n y Luis M. Mansilla
Tu?¨®n y Mansilla construyen sobre cimientos muy s¨®lidos. El a?o pasado ganaron el Premio de la Uni¨®n Europea Mies van der Rohe por su dise?o del MUSAC de Le¨®n. Es cierto que, habiendo firmado adem¨¢s los museos de Zamora y Castell¨®n, la Fundaci¨®n Pedro Barrie de la Maza en Vigo, y teniendo en cartera el de las Colecciones Reales de Madrid, la Colecci¨®n Helga de Alvear de la Junta de Extremadura o el Museo de la Automoci¨®n Eduardo Barreiros de Madrid, parece innegable que esta pareja es experta en esa tipolog¨ªa. Pero? ni esa experiencia, ni todos los premios cambiaron el destino de uno de sus proyectos favoritos. Un museo que no es otro museo. Un centro de exposiciones inventado como un paisaje y destinado a albergar dos colecciones: una de arte y otra de historia. El Museo de Cantabria de Tu?¨®n y Mansilla quer¨ªa ser "como aquellas monta?as que, en d¨ªas claros, se ven al fondo de la vaguada de las Llamas, con perfiles desiguales, pero a la vez parecidos", explican.
Plaza de les Arts
Barcelona. Zaha Hadid
Su plaza quer¨ªa coser desniveles urbanos y dotar a un antiguo barrio industrial de un espacio p¨²blico verde para los vecinos. La suya era una gran plaza como fondo para dos infraestructuras recientes: el Auditori, de Rafael Moneo, y el Teatro Nacional de Catalu?a, de Ricardo Bofill. El de Hadid no era un proyecto sencillo porque para conseguir los seis kil¨®metros que deb¨ªa ocupar la plaza era preciso expropiar a muchos de los vecinos. La ¨²nica arquitecta con el Premio Priztker es famosa por plantear retos arquitect¨®nicos. La plaza deb¨ªa ser m¨¢s un nuevo centro para la ciudad que el jard¨ªn del barrio, con 20 salas de cine subterr¨¢neas, locales para presentaciones y celebraciones. El alcalde que realiz¨® el encargo, Joan Clos, lleg¨® a hablar de la posibilidad de ubicar all¨ª la filmoteca de la ciudad. Juegos topogr¨¢ficos salvaban los antiguos desniveles entre las calles y el ferrocarril vecino, y los resolv¨ªan con rampas. Hadid dijo que ser¨ªa "la nueva plaza Catalu?a".
Oficina de extranjer¨ªa
Barcelona. Miralles / Tagliabue
Desde la Delegaci¨®n del Gobierno en Barcelona tuvieron la idea de ofrecer sombra y asiento para colas interminables. Y pensaron en aprovechar ese gesto para dar unidad urban¨ªstica a una zona de la ciudad que rodea el parque de la Ciudadela. Para encargar el proyecto buscaron a un experto en sombras, en p¨¦rgolas, en texturas y en tejidos urbanos. Llamaron al estudio Miralles / Tagliabue, y la arquitecta Benedetta Tagliabue se inspir¨® en "unos tejidos que hab¨ªa tra¨ªdo de un viaje a ?frica". La idea era hacer desaparecer la cola y aliviar la espera. En realidad, "la cola era el proyecto", comenta hoy. Bajo una p¨¦rgola de chapa met¨¢lica y vidrio, que segu¨ªa el patr¨®n de los tejidos africanos de la arquitecta y que incorporaba asientos en torno a las columnas, la espera para tanta gente desesperada hubiera sido otra. Y la relaci¨®n entre esa desesperaci¨®n y la ciudad, m¨¢s hermosa. Cambios en los equipos de gobierno dieron al traste con la idea de aliviar la espera marcando el territorio.
Estadio en Badalona
Badalona. Dominique Perrault
Badalona quiso tener su estadio, y contrat¨® para su dise?o al arquitecto Dominique Perrault, que entonces, hace una d¨¦??cada, era todav¨ªa conocido como el "ni?o mimado" de Mitterrand porque no hac¨ªa mucho que hab¨ªa firmado uno de sus grands travaux: la Biblioteca Nacional de Francia en Par¨ªs. La idea del arquitecto franc¨¦s fue convertir el torrente de Montigal¨¢ en un valle del deporte, un paisaje que permitiera mezclar naturaleza y arquitectura a favor del deporte. Por eso, para Perrault era fundamental evitar la presencia de "objetos arquitect¨®nicos" que interrumpieran las vistas. Una gran malla de protecci¨®n solar actuaba como verja y velo, y cerraba, de manera casi imperceptible, las instalaciones. Ese tejido tan ligero y transl¨²cido consegu¨ªa levantar un icono leve que Badalona ya no tendr¨¢. Hoy, Perrault ya ha construido en Espa?a un rascacielos para el Habitat-Sky, en Barcelona, y ahora las pistas de tenis, la famosa caja m¨¢gica, junto al cauce del Manzanares, en Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.