La catedral resucita al Ap¨®stol
Camino del Xacobeo, el can¨®nigo Cebri¨¢n Franco prepara la publicaci¨®n del en¨¦simo libro que defiende la autenticidad de la 'inventio' frente a las teor¨ªas priscilianistas
Ni Prisciliano, ni una mujer ni un can de palleiro, como dec¨ªa Lutero, duermen su sue?o eterno en ese misterioso cofre de plata, que acumula colas m¨¢s largas que la oficina del DNI, en la catedral de Santiago. El Arzobispado del campo de estrellas, aquel monte Libred¨®n en el que hacia el 830, Teodomiro, obispo de Iria, dijo que estaba enterrado el Ap¨®stol, insiste por en¨¦sima vez sobre la cuesti¨®n jacobea ahora que ya han comenzado los preparativos del pr¨®ximo A?o Santo. Juan Jos¨¦ Cebri¨¢n Franco, can¨®nigo delegado de Estad¨ªstica, profesor jubilado y escritor, hermano de ese otro Cebri¨¢n Franco, Jenaro, que es responsable de la Oficina del Peregrino, prepara la publicaci¨®n, "quiz¨¢s ya para el mes que viene", de Los Relatos de la Traslaci¨®n del Ap¨®stol Santiago a Compostela. Seg¨²n el autor, en el volumen, fruto de "una investigaci¨®n de ocho a?os", se dan "muestras suficientes de que los restos venerados en la catedral no pueden ser otros que los de Santiago el Mayor y, por supuesto, no son ni por asomo los de Prisciliano".
La prueba del carbono 14 "nunca se har¨¢, porque el tema est¨¢ zanjado"
"Si en vida Santiago no estuvo en Galicia, apaga y v¨¢monos", reconoce el autor
"Navegaron con el cuerpo decapitado hasta aqu¨ª porque ten¨ªan una amiga"
A falta de una prueba de carbono 14 que nunca se ha hecho y "nunca se har¨¢, porque el tema est¨¢ zanjado", el libro defiende que en el cofre sellado (lacrado por el cardenal Pay¨¢ y Rico a finales del XIX y cerrado con dos llaves en manos del arzobispo y el de¨¢n) hay 254 huesos. Todos ellos humanos, de varones y anteriores al siglo II, cuando Prisciliano "que no era gallego, como se dice", vivi¨® en el siglo IV. La antig¨¹edad, para el can¨®nigo, queda demostrada por la factura romana, "id¨¦ntica a la del Coliseo", del muro del primitivo mausoleo y el tama?o de las teselas del mosaico que, seg¨²n los indicios de la Iglesia, decoraba la tumba en sus or¨ªgenes.
De la identidad del esqueleto, adem¨¢s, para Cebri¨¢n no queda un ¨¢pice de duda desde el largo proceso de investigaci¨®n (con abogado del diablo venido de Roma "y toda la pesca") que se abri¨® en 1878, cuando Pay¨¢ y L¨®pez Ferreiro excavaron y encontraron los huesos. Llevaban nueve siglos ocultos, protegidos de las sucesivas invasiones, pero el archivero recordaba que sus abuelos daban la vuelta a la girola y, en vez de rezar frente al altar mayor, oraban en la trastienda, cerca de la Puerta Santa, mientras cantaban: "Os corpos dos santos est¨¢n sepultados en paz".
Los huesos que all¨ª, efectivamente, se hallaron, son los que hoy siguen atrayendo a millones de peregrinos a Compostela. Y para el papa de aquel entonces, el pen¨²ltimo Benedicto, es decir, el n¨²mero XV, qued¨® demostrado que el interfecto era el Hijo del Trueno... aquel ap¨®stol que se encend¨ªa tanto cuando hablaba. ?Por qu¨¦? "Pues porque trajeron de Pistoia (Italia), la reliquia que hab¨ªa mandado para all¨¢ Gelm¨ªrez: la punta de la ap¨®fisis mastoidea derecha, con restos de sangre, rota en la decapitaci¨®n... ?Y encajaba!", relata, emocionado este sacerdote que se pas¨® a escribir sobre santos despu¨¦s de perder el empleo en el Peleteiro de Santiago. Cebri¨¢n, que public¨® en tiempos de Suqu¨ªa "un estudio sociol¨®gico sobre la prostituci¨®n", fue expulsado del colegio tras aparecer en Interviu como "El cura de las putas".
El religioso explica que, de todos estos fragmentos ¨®seos, 85 son de Santiago y el resto (85 y 84, respectivamente) de Teodoro y Atanasio, los dos santos que se encargaron de la "traslatio" del cad¨¢ver del hijo de Zebedeo desde Jaffa hasta Galicia, por el "segur¨ªsimo" Mediterr¨¢neo de la ¨¦poca. Si hicieron tantas millas, "por supuesto nunca en una barca de piedra, una leyenda absurda", fue, "sin duda", porque ten¨ªan aqu¨ª "una amiga", la ¨²nica del mapamundi conocido en la que confiaban: Lupa o Luparia, reina, noble, simple mujer adinerada o incluso prostituta, "que el mote que le pusieron sus vecinos puede querer decir muchas cosas".
El ensayo sostiene, con datos de la Biblia, que Santiago el Mayor vino en vida a Galicia para fundar comunidades. Ser¨ªa entonces cuando conoci¨® a Lupa, que le cedi¨® su propio mausoleo. Y en esta estancia previa se cimenta el que algunos han llamado el "mayor mito de la Iglesia" y otros, como el propio Lutero, bautizaron como "el emporio de la superstici¨®n": "Si Santiago no estuvo en Galicia y no entabl¨® amistad con Lupa, entonces apaga y v¨¢monos", admite Cebri¨¢n. Pero, para ¨¦l, "est¨¢ claro que estuvo".
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