Jodorkovski en Siberia
El antiguo patr¨®n de la petrolera Yukos sufre un duro castigo por su quim¨¦rica pretensi¨®n de intervenir en la pol¨ªtica rusa como cr¨ªtico y opositor democr¨¢tico del nuevo zar, Vladimir Putin.
Tal como van las primarias, es muy posible que los candidatos a la Presidencia de Estados Unidos sean los senadores Barack Obama, por el Partido Dem¨®crata, y John McCain por el Republicano. Y, si es as¨ª, qu¨¦ duda cabe que las pol¨¦micas en la campa?a ser¨¢n afiebradas, dadas las discrepancias que mantienen sobre la guerra en Irak, la pol¨ªtica econ¨®mica, la seguridad social y muchos otros temas. Pero, por lo menos en uno, su coincidencia es total, y es seguro que cualquiera que resulte triunfador interpondr¨¢ sus buenos oficios para que el Gobierno ruso cese, o por lo menos aten¨²e, el encarnizamiento con que persigue al antiguo due?o de la compa?¨ªa petrolera Yukos, Mij¨¢il Jodorkovski, ahora sepultado en una c¨¢rcel de Siberia. En efecto, el 18 de noviembre de 2005, McCain y Obama presentaron en el Senado de Estados Unidos una resoluci¨®n que fue aprobada por unanimidad contra las condenas de Jodorkovski y su socio Plat¨®n L¨¦bedev que, seg¨²n aquel texto, recordaban las peores pr¨¢cticas judiciales de la era sovi¨¦tica.
Obama y McCain coinciden en que pedir¨¢n la libertad del empresario si llegan a la Casa Blanca
En Rusia s¨®lo es posible el capitalismo que rinde pleites¨ªa al autoritario poder del Kremlin
Confieso que hasta hace poco no ten¨ªa la menor simpat¨ªa por Mij¨¢il Jodorkovski de cuyo caso sab¨ªa muy poco y al que, de manera vaga, asociaba a los antiguos bur¨®cratas comunistas que, en la ¨¦poca de Yelstin, se vendieron a s¨ª mismos, en una mascarada de privatizaci¨®n, las industrias que administraban, volvi¨¦ndose de este modo millonarios de la noche a la ma?ana.
Pero un art¨ªculo de Andr¨¦ Glucksmann en Le Monde y las referencias que en ¨¦l se hac¨ªan a declaraciones de dos grandes luchadoras democr¨¢ticas rusas, Elena Bonner-Sajarov y la asesinada periodista Anna Politk¨®vskaya sobre este caso, me pararon las orejas y me llevaron a investigar. Ahora creo que los tres ten¨ªan raz¨®n y que los castigos y atropellos judiciales de que es v¨ªctima el antiguo patr¨®n de Yukos no tienen nada que ver con los delitos econ¨®micos que pudo cometer en la actividad empresarial que lo convirti¨® por un tiempo en el hombre m¨¢s rico de Rusia, y s¨ª, en cambio, con los apoyos que prest¨® a instituciones y partidos pol¨ªticos de corte dem¨®cratico, a organizaciones de derechos humanos, a sus intentos de introducir en sus empresas m¨¦todos de apertura y transparencia a la usanza occidental y, sobre todo, a su pretensi¨®n -quim¨¦rica, dadas las circunstancias de su pa¨ªs- de intervenir en la pol¨ªtica rusa como cr¨ªtico y opositor del nuevo zar, Vladimir Putin.
Su historia es novelesca. Nacido en 1963, fue l¨ªder del Komsomol (juventudes comunistas) mientras estudiaba Ingenier¨ªa. Durante la perestroika comenz¨® a hacer negocios, abriendo primero una cafeter¨ªa y luego un comercio que importaba computadoras y mercanc¨ªas de lujo. Sus ganancias le permitieron abrir un peque?o banco en 1988, que, gracias a su empe?o y a sus influencias pol¨ªticas, creci¨® como la espuma. En 1995 realiz¨® la compra de Yukos, por unos 350 millones de d¨®lares. Dos a?os despu¨¦s, el valor de Yukos se hab¨ªa multiplicado a nueve mil millones. Era la ¨¦poca de esa org¨ªa de privatizaciones luctuosas en la agonizante URSS y qui¨¦n puede dudar que esta operaci¨®n s¨®lo pudo ser posible gracias a tr¨¢ficos y privilegios de ¨ªndole pol¨ªtica.
Ahora bien, si los or¨ªgenes de la enorme fortuna que alcanz¨® con sus empresas son sospechosas, y acaso delincuenciales, como los de todas las grandes fortunas que surgieron en Rusia de la noche a la ma?ana en la behetr¨ªa de la transici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica a la Rusia actual, todos los testimonios que he podido consultar se?alan que Jodorkovski, una vez al frente de Yukos, introdujo una gesti¨®n moderna, publicando balances rigurosos, revelando los nombres de sus accionistas, pagando impuestos y distribuyendo dividendos. Estas pr¨¢cticas le permitieron entablar relaciones estrechas con grandes compa?¨ªas occidentales, con las que inici¨® operaciones conjuntas. Al ser detenido, negociaba una fusi¨®n de Yukos con la Exxon Mobile.
A la vez, empez¨® a financiar ¨®rganos de prensa y centros de informaci¨®n independientes, fundaciones dedicadas a los derechos humanos, organizaciones pol¨ªticas de ¨ªndole democr¨¢tica y liberal e hizo saber -fue, sin duda, su delito capital- que ten¨ªa la intenci¨®n de participar en pol¨ªtica activa oponi¨¦ndose a Putin, cuyas decisiones y ¨²cases contra empresarios critic¨® abiertamente. Mientras algunos de ¨¦stos, como Boris Berezovsky, presintiendo lo que se ven¨ªa, hu¨ªan al extranjero, Jodorkovski hizo saber que no abandonar¨ªa Rusia porque no ten¨ªa nada que reprocharse desde el punto de vista legal.
As¨ª le fue. Meses antes de las elecciones de 2004 a las que quer¨ªa presentarse, en octubre del 2003 fue arrestado y acusado de fraude y de haber evadido mil millones de d¨®lares en impuestos. En mayo de 2005, luego de una mascarada de juicio en el que los abogados de la defensa fueron acosados por las autoridades y, a menudo, impedidos incluso de asistir a las sesiones del tribunal, lo condenaron a ocho a?os de c¨¢rcel. Enviado a Siberia y puesto por largos per¨ªodos en situaci¨®n de confinamiento, fue v¨ªctima de un extra?o intento de homicidio por otro recluso que intent¨® clavarle un cuchillo en la garganta. Cuando cumpli¨® la mitad de la pena y, seg¨²n la legislaci¨®n rusa, pod¨ªa salir en libertad condicional, ¨¦sta le fue denegada y la fiscal¨ªa se apresur¨® a acusarlo de nuevo, ahora por malversaci¨®n y lavado de dinero, imputaciones por las que podr¨ªa ser condenado a 22 a?os m¨¢s de prisi¨®n.
Entretanto el Gobierno de Putin se hab¨ªa incautado de Yukos y llevado a la m¨¢s pr¨®spera empresa petrolera rusa a orillas de la extinci¨®n, con el fin de concentrar en el Estado todo el control de la energ¨ªa, el principal instrumento de influencia y coerci¨®n con que cuenta Putin frente a sus vecinos en particular y a Europa en general. El hombre m¨¢s rico de Rusia no qued¨® reducido a la pobreza extrema, desde luego, pero su astron¨®mica fortuna simplemente se desintegr¨® y, con ella, se encogi¨® considerablemente el sector privado de la econom¨ªa rusa.
La situaci¨®n de Jodorkovski en la prisi¨®n siberiana de Chita donde languidece, y en la que, a menos que la presi¨®n internacional consiga salvarlo, acaso deje los huesos, se halla cerca de la frontera con Mongolia y las condiciones de los presos son dur¨ªsimas. El hostigamiento a sus abogados es sistem¨¢tico y los permisos de visita reducidos a una hora. Una de las razones esgrimidas por la justicia para negarle la libertad condicional fue que durante los paseos en la prisi¨®n se negaba a llevar las manos unidas a la espalda. Hasta el momento, todas las protestas de gobiernos e instituciones -entre ellos los de la canciller Angela Merkel y el presidente Bush-, de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, del Senado de Estados Unidos, del Parlamento Europeo, del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y de innumerables Colegios de Abogados e instituciones de derechos humanos, han sido in¨²tiles.
El caso Jodorkovski ilustra bastante bien la tr¨¢gica historia contempor¨¢nea de su pa¨ªs. Luego de setenta a?os de autoritarismo dictatorial y econom¨ªa estatizada el sistema comunista se desplom¨® por implosi¨®n interna y lo sucedi¨® no la libertad sino el libertinaje y la anarqu¨ªa. En esta situaci¨®n de caos institucional, desintegraci¨®n del orden p¨²blico y colapso de la econom¨ªa, proliferaron las mafias y el gangsterismo, la corrupci¨®n se generaliz¨®, surgieron fortunas vertiginosas y los niveles de vida, ya mediocres o ¨ªnfimos de una mayor¨ªa de ciudadanos, empeor¨® a la vez que la desaparici¨®n del orden y de la seguridad p¨²blica creaban las condiciones propicias para un nuevo autoritarismo. Es lo que trajeron Vladimir Putin y su rosca de antiguos compa?eros de la m¨¢s eficiente (y repelente) supervivencia de la vieja URSS: el KGB, la polic¨ªa pol¨ªtica. La inexperiencia y el desorden en que viv¨ªa hizo que el pueblo ruso viera en el nuevo aut¨®crata a su salvador y aceptara con benepl¨¢cito el nuevo r¨¦gimen.
En la nueva Rusia de Vladimir Putin no ha muerto el capitalismo ni mucho menos. Hay muchos empresarios que hacen grandes negocios. Pero a condici¨®n de ser d¨®ciles y trabajar en estrecha complicidad con el poder pol¨ªtico, que es, ahora, como en todas las sociedades autoritarias, la fuente del ¨¦xito y del fracaso de una empresa, algo que depende de los privilegios que concede el poder y no del favor del p¨²blico consumidor. Y para que no lo olviden, y, sobre todo, para que no vayan a experimentar esa forma de locura que es querer actuar libremente y hasta intervenir en pol¨ªtica, ah¨ª est¨¢ el insensato de Mij¨¢il Jodorkovski, hel¨¢ndose a 40 grados bajo cero, durmiendo en una tarima de madera y pregunt¨¢ndose sin duda por qu¨¦ maldita suerte la realidad rusa -comunista o capitalista- se parece tanto a las pesadillas de Dostoyevski.
? Mario Vargas Llosa, 2008. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SL, 2008.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.