Homenaje tard¨ªo y justo a los Coen
Tienen pinta y gestualidad de frikis. Esos dos hermanos con expresi¨®n autista, tan at¨ªpicos, a su rollo, a los que les sienta tan mal la ropa de pompa y circunstancias, nunca dar¨¢n la imagen de curtidos y respetados inventores y capitanes de juguetes muy costosos en la siempre fenicia industria de Hollywood. Sin embargo, los oscars m¨¢s codiciados acaban de declararle su trascendente amor, de bendecir a los chicos radicales y gamberros que jam¨¢s hacen pel¨ªculas pensando prioritariamente en los sagrados beneficios econ¨®micos, de otorgarles el merecido tributo (el a?o pasado le toc¨® al tambi¨¦n estigmatizado y genial Scorsese) que les hab¨ªan negado o aplazado durante tanto y mezquino tiempo. Fue bonito y po¨¦tico escuchar a Joel Coen dar las gracias al destino por haberles permitido a ¨¦l y a su hermano Ethan prolongar en su vida adulta y en su trabajo los juegos que practicaban en las esquinas de la guarder¨ªa.
Los 'oscars' m¨¢s codiciados acaban de bendecir a los chicos radicales
Fue bonito y po¨¦tico escuchar a Joel Coen dar las gracias al destino
No soporto al muy pasado Daniel Day-Lewis de 'Pozos de ambici¨®n'
Y es justo y necesario que hayan reconocido el arte de Bardem
No es pa¨ªs para viejos, siendo inquietante, arom¨¢tico, poderoso y duro, no es el juguete m¨¢s brillante que se han inventado esta inteligente y exc¨¦ntrica pareja. Yo prefiero el universo hamletiano de c¨®digos morales en la selva que retrataban en la maravillosa Muerte entre las flores, la cazurrer¨ªa, el desquiciamiento, la violencia y la villan¨ªa de la Am¨¦rica profunda que describ¨ªan con estilo e infinita mala leche en Fargo, el humor irreverente y el surrealismo que empapan a El Nota y sus indescriptibles colegas en El gran Lebwoski, el tono de pesadilla kafkiana y el salvaje ajuste de cuentas que hac¨ªan con Hollywood en Barton Fink.
Pero no seamos aguafiestas ni cenizos en la celebraci¨®n de un ¨¦xito tan leg¨ªtimo como el de No es pa¨ªs para viejos. De entrada, los Coen son buenos lectores de la impagable escritura de Cormac McCarthy. Saben que el material que les ha ca¨ªdo en las manos es inmejorable y lo traducen a im¨¢genes con fidelidad y respeto, sin abusar de la marca de f¨¢brica, los gui?os para iniciados, la mezcla de esperpento y tragedia que identifica al genuino y exc¨¦ntrico universo de los Coen. Su ilustraci¨®n de los paisajes, ambientes y tensi¨®n de la novela es mod¨¦lica, pero esta notable y sombr¨ªa pel¨ªcula no llega a emocionarme, algo que s¨ª lograba McCarthy con el torturante mon¨®logo interior y los complejos recuerdos de ese viejo sheriff aterrado y perplejo ante la violencia y el caos de un mundo que ya no puede entender.
Y es justo y necesario que hayan reconocido el arte y la fisicidad de Javier Bardem al componer al memorable killer Anton Chigurh, ese determinista Terminator que siempre cumple sus macabros contratos, sin sentido de culpa, con un toque de humor dada¨ªsta, con capacidad para acojonar a cualquiera que sienta su aliento. Tambi¨¦n posee frescura su dedicatoria al recibir la estatua, la transgresi¨®n del anatemizado rojeras al pronunciar con desarmante naturalidad la palabra Espa?a, de la que se han apropiado ancestralmente la abominable raza de los meapilas patrioteros. Reivindicativo y generoso igualmente el homenaje del triunfador a los c¨®micos nacionales, aunque sospecho que bastantes y mediocres buscavidas culturales van a intentar sacar tajada con el Oscar de un individuo que se lo debe todo a su propio talento y no al corporativismo llor¨®n o triunfalista de la gran familia del cine nacional.
No soporto al muy pasado Daniel Day-Lewis de la tan retorcida como pretenciosa Pozos de ambici¨®n. Si en la estimulante primera parte te tragas con bastante convicci¨®n su laboriosa interiorizaci¨®n del tortuoso personaje, el desarrollo y el desenlace son puro gui?ol, ferocidad sin sentido, histrionismo de lujo, carne de Oscar, siempre enamorado ¨¦l de los personajes tarados.
Nada que objetar al maquillaje de Marion Cotillard, a su meritorio parecido f¨ªsico y ps¨ªquico con Edith Piaf, pero esta se?ora compet¨ªa con Julie Christie, palabras mayores como actriz y como mujer. Ya me he olvidado de La vida en rosa. Imposible hacerlo de cualquier aparici¨®n en la pantalla de la fascinante Julie Christie desde hace cuarenta a?os. Cosas del coraz¨®n. Pero el cerebro tambi¨¦n me lo asegura.
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