La impopularidad de Sarkozy hunde las expectativas electorales de su partido
El apoyo al presidente cae al 38% al arrancar la campa?a para las municipales
La popularidad del presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, todav¨ªa no ha tocado fondo. El incidente del pasado s¨¢bado en el Sal¨®n de la Agricultura, cuando insult¨® a un visitante que se negaba a darle la mano, coincid¨ªa con el en¨¦simo sondeo en ca¨ªda libre.
IFOP le daba un nuevo descenso de nueve puntos hasta un 38%, y otorgaba una subida de siete enteros a su primer ministro, Fran?ois Fillon, que le aventaja ya en 20 puntos. Ayer arrancaba la campa?a oficial de las elecciones municipales que tendr¨¢n lugar los pr¨®ximos 9 y 16 de marzo, y los candidatos de la Uni¨®n por un Movimiento Popular (UMP) se temen lo peor: un contagio que les prive de sus bastiones locales.
En el seno de la mayor¨ªa gubernamental se da ya por sentado que la valoraci¨®n del presidente m¨¢s votado de Francia tardar¨¢ a?os en recuperarse. Seg¨²n el portavoz del Gobierno, Laurent Wauquiez, "puede tomar hasta dos a?os". El pron¨®stico no se basa s¨®lo en la percepci¨®n social de que no se cumplen las promesas de Sarkozy, sino especialmente en el progresivo deterioro de la imagen p¨²blica que ¨¦ste ofrece, que en opini¨®n de los franceses no corresponde a la figura ic¨®nica del presidente de la Rep¨²blica.
El v¨ªdeo del episodio del Sal¨®n de la Agricultura, colgado en la p¨¢gina web de Le Parisien, superaba todos los r¨¦cords de visitas. La imagen del jefe del Estado luciendo una congelada sonrisa de oreja a oreja, que responde con un "Pues l¨¢rgate, pobre imb¨¦cil" a un tipo que primero le rechaza el saludo y luego le dice "no me toques, que me ensucias", ha permitido a la oposici¨®n retomar la iniciativa.
La que fuera su rival, la socialista S¨¦gol¨¨ne Royal, visit¨® ayer el mismo lugar y se permiti¨® recomendarle al presidente que "mantenga la serenidad y la sangre fr¨ªa". El Sal¨®n de la Agricultura es una de las citas anuales de la clase pol¨ªtica, que gusta de subrayar sus ra¨ªces campesinas y fotografiarse con las vacas premiadas. Era uno de los escenarios favoritos del anterior presidente Jacques Chirac, un hombre cuya popularidad lleg¨® a cotas a¨²n m¨¢s bajas y a quien en m¨¢s de una ocasi¨®n le llovieron escupitajos sin que se inmutara.
El primer secretario socialista, Fran?ois Hollande, le acus¨® de "haber perdido los papeles" y su gran rival en la derecha, el ex primer ministro Dominique de Villepin se?alaba: "Podr¨ªa ser un buen presidente, pero la sensaci¨®n es de un cierto desastre". Y el l¨ªder de la extrema derecha, Jean-Marie Le Pen, le apuntillaba: "Hace m¨¢s de Tint¨ªn que de De Gaulle".
Desde el Gobierno la consigna parec¨ªa ser resistir a toda costa y negarlo todo. "Nadie tiene derecho a humillar al presidente de la Rep¨²blica", explicaba el ministro de Trabajo, Xavier Bertrand. El muy flem¨¢tico y elegante titular de Agricultura, Michel Barnier, que le acompa?aba durante el fuego cruzado, le excusaba se?alando que Sarkozy hab¨ªa respondido "de hombre a hombre" a alguien que "le hab¨ªa agredido verbalmente".
M¨¢s grave a¨²n en t¨¦rminos pol¨ªticos ha sido la reacci¨®n de Sarkozy ante la decisi¨®n del Consejo Constitucional de rechazar la aplicaci¨®n con car¨¢cter retroactivo de la nueva ley que permite mantener recluidos a los delincuentes considerados peligrosos, una vez purgada su pena. En una reacci¨®n fulminante y muy criticada, Sarkozy pidi¨® al Tribunal Supremo que buscara la manera de regatear la decisi¨®n. El primer presidente del Alto Tribunal, Vincent Lamanda, acept¨® "reflexionar", pero dej¨® claro que no cuestionar¨¢ la decisi¨®n del Consejo Constitucional.
Un cartel inc¨®modo
La revista Courrier International no pudo colocar la semana pasada sus carteles de publicidad, que suelen reproducir la portada. En ella figuraba una referencia a un art¨ªculo de Llu¨ªs Bassets, director adjunto de EL PA?S, titulado Sarkozy, c'est fini (se acab¨®), que Courrier anunciaba como Sarkozy, ce grand malade (este gran enfermo).
La agencia de publicidad de los transportes p¨²blicos parisienses rechaz¨® el cartel, al igual que la cadena de quioscos Replay, del grupo Lagardere, aunque al final acept¨® colocarlos doblados de manera que no se pudiera leer esta referencia. En opini¨®n de Anthony Bellanger, de Courrier, es consecuencia del miedo creado por la demanda penal presentada por Sarkozy contra Le Nouvel Observateur.
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