Madeleine Milhaud, actriz
Fue la musa y el apoyo del compositor Darius Milhaud
Madeleine Milhaud era la viuda del compositor Darius Milhaud y a ¨¦l dedic¨® buena parte de una vida que acababa en Par¨ªs -se supo 10 d¨ªas despu¨¦s- el 17 de enero. ?sa ser¨ªa la semblanza escueta pero, ligado a esa entrega activa, voluntaria y creadora a la obra de su marido, quedar¨¢ para siempre su papel como testigo y aglutinante de buena parte de la cultura -y no s¨®lo musical- de la Francia de los ¨²ltimos cien a?os -ah¨ª quedan sus memorias tituladas, precisamente, Mi siglo XX-, de sus momentos m¨¢s vivos, de aqu¨¦llos en los que en buena medida aqu¨¦lla fue el faro cuya luz era preciso seguir.
Amiga de L¨¦ger, de Cocteau, de Gide, de Satie, de Stravinski, de Diaghilev, de Picasso... la enorme -tambi¨¦n en volumen, dado su grosor- sombra de su esposo jam¨¢s le priv¨® de ser ella misma y su dedicaci¨®n a su m¨²sica fue un ejemplo para aquellos que prefieren guardar la memoria de sus deudos artistas construyendo una barrera alrededor de lo que fueron. Ten¨ªa 105 a?os -hab¨ªa nacido el 22 de marzo de 1902- y hasta hace bien poco segu¨ªa trabajando en los papeles, los recuerdos, la vida y la obra de ese Darius Milhaud que fue un ejemplo admirable de libertad creadora y a quien nunca asustaba ponerse frente a la partitura en blanco.
Madeleine y Darius eran primos hermanos y se casaron en 1925. Diplom¨¢tico ¨¦l y autor ya entonces de una obra abundante, ella era una actriz en ciernes que luego, ya casada, llegar¨ªa al cine en t¨ªtulos como Vorrmittagsspuk -una pieza surrealista de Hans Richter en la que interviene Darius y en la que Paul Hindemith puso la m¨²sica-; Courrier Sud, de Pierre Billon, sobre la novela de Saint-Exup¨¦ry, o Les jumeaux de Brighton, de Claude Heymann y con gui¨®n de Robert Bresson. Luego intervendr¨ªa en obras de su marido o en representaciones memorables de las escritas por algunos de sus amigos, como Pers¨¦phone, de Stravinski, o Juana de Arco en la hoguera, de Honegger. Procedentes de una familia jud¨ªa de origen ruso establecida en Aix-en-Provence, los Milhaud debieron huir de Francia en 1940. Llegaron a Chicago -la Sinf¨®nica de la ciudad le hab¨ªa invitado a Darius a dirigir un concierto y eso les procur¨® la salida- y en un coche de segunda mano cruzaron el pa¨ªs hasta California para establecerse en Auckland, en cuyo Mills College el m¨²sico ense?¨® composici¨®n hasta su regreso a Europa en 1947 y su mujer trabaj¨® como directora de escena. A su vuelta, gracias a un amigo que sigui¨® pagando la renta, consiguieron vivir en la misma casa que hab¨ªan tenido que abandonar, en el parisiense Boulevard de Clichy.
Durante muchos a?os -hasta la muerte de ¨¦l en 1974-, Madeleine fue el sost¨¦n f¨ªsico de su compa?ero de fatigas y de gozos, enfermo y condenado a moverse en una silla de ruedas. Ella fue el ¨¢nimo que podr¨ªa faltarle a quien nunca dej¨® de componer, y su vida fue, como comenta en el libro de conversaciones que prepar¨® Roger Nichols y que apareci¨® en 1996, plenamente feliz. Era una mujer en permanente estado de buen humor, como ejemplo vivo de esa misma dicha que irradia la m¨²sica de su querido Darius.
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