El ap¨®logo de la ni?a feliz
Rajoy cerr¨® su turno de intervenciones en el debate electoral de anteanoche con un enternecedor ap¨®logo destinado a que los espectadores pudieran irse a "dormir con tranquilidad". El relato did¨¢ctico que resumi¨® todas sus ideas es la feliz historia de una ni?a nacida en Espa?a que tiene una familia, unos padres con trabajo y una vivienda. Sea cual sea su domicilio (?Catalu?a, Madrid, Pa¨ªs Vasco, Andaluc¨ªa?), la mocita recibir¨¢ la mejor educaci¨®n y podr¨¢ "pasear por todo el mundo sin complejos" gracias a que dispondr¨¢ de un "t¨ªtulo profesional cotizado" y "sabr¨¢ idiomas".
El complejo de inferioridad para aprender lenguas tiene una larga tradici¨®n en la pen¨ªnsula: un epigrama de Nicol¨¢s Fern¨¢ndez Morat¨ªn describe la admiraci¨®n de un portugu¨¦s "de ver que en su tierna infancia/todos los ni?os de Francia/supiesen hablar franc¨¦s". La desmesurada promesa de Rajoy seg¨²n la cual todos los ni?os de Espa?a hablar¨¢n, leer¨¢n y escribir¨¢n en ingl¨¦s correctamente —con independencia de que acudan a la escuela p¨²blica o a colegios de ¨¦lite— cuando el PP llegue al poder aspira a curar ese castizo s¨ªndrome.
Adem¨¢s de anunciar indirectamente un halag¨¹e?o porvenir a los profesores de ingl¨¦s y a las academias de idiomas, el ap¨®logo se propone transmitir una moraleja esencialmente patri¨®tica. Una vez transformada en "mujer madura", la ni?a del relato sentir¨¢ —"quiero que sienta", subraya Rajoy— "un hondo orgullo por ser espa?ola" y pertenecer a "esa naci¨®n tan vieja y tan admirable".
Los estudios literarios y psicol¨®gicos sobre los cuentos infantiles han descubierto claves inesperadas bajo la superficie inocente de sus textos. Si las investigaciones de Vladimir Propp sobre las narraciones populares rusas sentaron las bases para el an¨¢lisis estructural de su morfolog¨ªa, el Psicoan¨¢lisis de los cuentos de hadas de Bruno Bettelheim estudi¨® c¨®mo los ni?os interpretan los argumentos terror¨ªficos y los personajes amedrentadores. En tanto que escritor novel de relatos infantiles, Rajoy permite reflexionar, en cambio, sobre el contradictorio entusiasmo ante una ni?a que siente el "hondo orgullo" de pertenecer a "una naci¨®n tan vieja y tan admirable" como Espa?a, por un lado, y el paralelo aborrecimiento hacia las emociones nacionalistas de las ni?as catalanas y vascas.
El presidente del PP define a Espa?a como una naci¨®n de "ciudadanos libres e iguales", enfrentada con las comunidades identitarias de car¨¢cter ¨¦tnico y las concepciones patri¨®ticas esencialistas. Dado que los espa?oles no han sido ciudadanos libres e iguales sino s¨²bditos de reyes y dictadores hasta fechas muy recientes, no se entienden las razones de Rajoy para datar la existencia de Espa?a como naci¨®n muchos siglos atr¨¢s. Todav¨ªa parece menos probable que la condici¨®n liberaldemocr¨¢tica constituya una particularidad de la realidad nacional espa?ola: ?acaso las restantes "viejas naciones" del continente europeo no est¨¢n formadas desde la Revoluci¨®n Francesa por ciudadanos libres e iguales?
En cualquier caso, los esfuerzos del l¨ªder popular para introducir en el debate la cuesti¨®n de la inmigraci¨®n —vincul¨¢ndola con el aumento de la delincuencia— mostraron el cort¨ªsimo recorrido de su oportunista definici¨®n de Espa?a como una naci¨®n de ciudadanos libres e iguales. Ministro del Interior y vicepresidente primero con Aznar cuando las corrientes migratorias procedentes de Latinoam¨¦rica, Magreb, ?frica subsahariana y Europa oriental desbordaron las fronteras espa?olas en busca de supervivencia y de trabajo, Rajoy se limit¨® entonces a mirar hacia otro lado, sin tratar de poner coto a la implacable explotaci¨®n de esa barata mano de obra al margen de las regulaciones laborales y en condiciones de vida semi-esclavistas.
Mientras empresarios sin escr¨²pulos —de manera consciente— y la econom¨ªa espa?ola en su conjunto —de forma indirecta— se lucraban con la fuerza de trabajo de los reci¨¦n llegados a nuestras costas, los portavoces del PP iniciaron una campa?a xen¨®foba sobre la criminalidad innata de los inmigrantes y la amenaza que sus costumbres representaban para la identidad espa?ola. El llamado efecto llamada fue manejado como un espantajo para endurecer las leyes y restringir los permisos de residencia y de trabajo.
Como l¨ªder de la oposici¨®n, Rajoy ha redescubierto ahora las posibilidades de obtener un demag¨®gico beneficio electoralista —como ocurri¨® antes en Francia con el Frente Nacional de Le Pen— gracias a la incorporaci¨®n de millones de inmigrantes a una sociedad castigada durante tiempo por la emigraci¨®n; en apenas una d¨¦cada, las gentes nacidas en otros pa¨ªses han pasado a constituir el 10% de nuestra poblaci¨®n. De haber cre¨ªdo alguna vez de buena fe que Espa?a es una naci¨®n de ciudadanos libres e iguales, el presidente del PP habr¨ªa luchado por los derechos de los inmigrantes para convertirlos en futuros compatriotas.
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