Cronometrador

S¨®lo falt¨® que al moderador del primer debate electoral televisado desde hace 15 a?os le hicieran un an¨¢lisis de sangre para ver si era donante universal y que le sometieran a una prueba neurol¨®gica para comprobar que su cerebro no se alteraba m¨¢s con Rajoy que con Zapatero; vaya, que a esas neuronas les daba igual ocho que ochenta. Puede que esa desconfianza sea la consecuencia de un tiempo en que la opini¨®n ha engullido a la informaci¨®n y en el que, como dec¨ªa Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao, la ausencia de debates p¨²blicos ha convertido las tertulias en debates por delegaci¨®n. De cualquier manera, no deber¨ªa admitirse como costumbre el que los partidos, que tanto se han valido de los medios period¨ªsticos para generar corrientes de simpat¨ªa o rechazo durante cuatro a?os, se conviertan de pronto en una especie de observadores internacionales que aparecen, m¨¢s que para ver la altura de las sillas o la disposici¨®n de los focos, con la intenci¨®n de comprobar si ese ser que van a situar en el centro de la mesa es lo suficientemente puro, neutral y jam¨¢s tuvo acercamiento de ¨ªndole econ¨®mica o carnal con alg¨²n miembro de los dos partidos. Demuestra, en cierto modo, que desde el mundo de la pol¨ªtica no se cree que nadie pueda ser independiente. Pero qu¨¦ es ser un periodista independiente, ?alguien que carece de afinidades pol¨ªticas? En absoluto, eso es algo que no se le puede exigir a nadie. La independencia se ha de demostrar en la capacidad de moderar un debate siendo ecu¨¢nime. Una actitud que adoptan la mayor¨ªa de los espa?oles en su vida laboral. No cabe duda de que Campo Vidal fue una estupenda elecci¨®n, pero lo que irrita es la falta de confianza en que son muchos los que podr¨ªan haberlo hecho. O tal vez el Congreso debiera promover la construcci¨®n de un robot electoral: ?el cronometrador con patas!