D¨ªas de vino y rosas
En plena monserga de una campa?a electoral que parece durar por lo menos unos cuatro a?os, y en la que lo m¨¢s destacado hasta ahora es la invisibilidad de Zaplana y Acebes, va y llega la entrega de los Oscar, en los que Javier Bardem se alza con el premio al mejor actor de reparto en una pel¨ªcula de los hermanos Coen, y Mariano Rajoy se apresura a felicitarle porque se trata de un premio a todos los espa?oles. Es dudoso que el premio no corresponda estrictamente al actor premiado, pero es que, adem¨¢s, no parece que Rajoy sea precisamente un fan de un actor de esa clase, de modo que parece sensato dudar de las motivaciones de una felicitaci¨®n que desprende un insoportable tufo de oportunismo electoral. Aunque, claro, si don Mariano est¨¢ por los currantes, tambi¨¦n estar¨¢ por este Bardem que no para de trabajar.
Mientras tanto, en Cuba se produce un relevo de poderes ante un Fidel momificado y con algo m¨¢s que la mirada perdida a favor de Ra¨²l, su hermano, de 76 tacos, que nombra como segundo a Machado Ventura, de la misma edad, con lo que se anuncia que el relevo generacional en la desdichada isla no se producir¨¢ al menos en el primer nivel de mando hasta que la red de geri¨¢tricos funcione como la Revoluci¨®n manda, y en Espa?a la lucha contra el blanqueo de dinero permite recuperar 4.100 millones de euros, es decir, la calderilla que los blanqueadores olvidan en el forro de los bolsillos, y en Francia, Nicol¨¢s Sarkozy, que no acaba de desprenderse de su jeta de meritorio en alguna de las antiguas pel¨ªculas negras de Alain Delon, tilda de imb¨¦cil o de gilipollas, seg¨²n las versiones, a un agricultor que tuvo el detalle de pedirle que no le tocara porque no quer¨ªa mancharse, as¨ª que el gran l¨ªder bajar¨¢ algo m¨¢s en las encuestas, y en Chipre, mira tu por d¨®nde, la victoria del comunista Demetris Christofias (hermoso nombre) facilita la reunificaci¨®n.
Leer la prensa se est¨¢ convirtiendo cada vez m¨¢s en una especie de ejercicio de puzzle en el que al lector no siempre se le proporcionan todas las piezas capaces de encajarlo, aunque tal vez ser¨ªa comparaci¨®n m¨¢s oportuna la de la rayuela que te lleva desde la tierra de la ignorancia hasta el cielo de la comprensi¨®n si aciertas a darle al tejo para avanzar en sus casillas. Algo que parece fuera del alcance de un Gonz¨¢lez Pons empe?ado en evitar a toda costa a Fern¨¢ndez de la Vega si no cuenta con el apoyo del primo de zumosol exprimido ?ngel Acebes.
Pero vayamos a lo que importa (porque como titulaba el otro d¨ªa este diario, se acabaron las balas de fogueo), que es el debate televisivo entre la gacela Zapatero y el topo Rajoy, donde se jug¨® el lunes pasado si no el futuro de nuestra democracia s¨ª en buena medida el de los candidatos televisados. Lo m¨¢s llamativo fue que Rajoy comenz¨® a escupir datos como si ¨¦l jam¨¢s hubiera tenido nada que ver con ning¨²n Gobierno de Espa?a, as¨ª que trat¨® de tumbar a Zapatero por acumulaci¨®n de enumeraciones sesgadas. Es posible que Zapatero se asombrara un tanto ante semejante osad¨ªa, pero reaccion¨® al recordarle a su oponente que en absoluto pod¨ªa hacer el inocente respecto de los desastres que desgranaba. As¨ª las cosas, Rajoy tuvo que recurrir sin m¨¢s a las impertinencias acusando a Zapatero de haber agredido a las v¨ªctimas del terrorismo, nada menos. Ese es mi Rajoy: por ah¨ª se pierde el centro.
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