Obama ofrece en el debate dem¨®crata de Ohio su cara m¨¢s presidencial

El vig¨¦simo, y probablemente ¨²ltimo, debate de estas elecciones primarias mostr¨® que Barack Obama est¨¢ listo para ser presidente de EE UU. Al menos, tan listo como Hillary Clinton. Todos los intentos de la senadora de hacer aparecer a su contrincante como m¨¢s inexperto, menos preparado y m¨¢s imprudente en asuntos sustanciales de pol¨ªtica social y relaciones exteriores se estrellaron contra el aplomo de Obama, s¨®lido en su papel de favorito. Clinton, que puede estar ante el final de su campa?a, quem¨® su ¨²ltimo cartucho sin m¨¢s efecto que el de poner de manifiesto su impotencia ante el fen¨®meno sorprendente de este joven senador que ha enamorado al pa¨ªs.

Buscando algunas complicidades, Hillary Clinton acus¨® a los medios de comunicaci¨®n de haberla tratado en forma desigual a lo largo de toda esta campa?a. "Resulta curioso que en todos los debates me tengan que preguntar a m¨ª primero", se quej¨® la ex primera dama, quien, parodiando un conocido programa de humor de la televisi¨®n, sugiri¨® a los moderadores que le ofrecieran a Obama una almohada para que estuviera m¨¢s c¨®modo.

Hubo otro gesto desesperado al final del debate, aquel en el que defendi¨® "las ventajas de que por primera vez una mujer sea presidenta de EE UU". Ella misma hab¨ªa dicho que los factores de sexo o raza no deb¨ªan influir en el electorado, entre otras razones porque Obama no puede reclamar con la misma libertad el voto en virtud de ser negro, quiz¨¢ por la mayor sensibilidad popular respecto a este asunto.

El primer esfuerzo de Clinton en el debate, celebrado en la noche del martes en Cleveland State University, en el Estado de Ohio, uno de los grandes campos de batalla del pr¨®ximo supermartes (4 de marzo), fue el de denunciar que el plan de seguro de salud de Obama no garantiza la cobertura universal. ?ste es un complejo asunto en el que las discrepancias tienen que ver con el hecho de hacer obligatoria o no la contrataci¨®n de un seguro privado a todos los ciudadanos, puesto que en ning¨²n caso se est¨¢ hablando de un sistema p¨²blico de salud, como en Espa?a. Obama intent¨® dejar claro que ¨¦l comparte el ideal de que todos los estadounidenses tengan cobertura sanitaria y que su plan y el de Clinton son bastante similares.

Se trata de una discusi¨®n ¨¢rida para los periodistas pero crucial para los votantes. Gran parte del respaldo del que gozaba hasta ahora Clinton -que, en el plano afectivo, nunca ha desatado pasiones- era por su dilatada lucha por la universalidad del seguro de salud. El martes no gan¨® muchos puntos en ese terreno.

Menos a¨²n anot¨® en otro de sus supuestos puntos fuertes, el de la pol¨ªtica exterior. Estuvo tan contradictoria y tan populista como Obama en la pol¨¦mica sobre el Tratado de Libre Comercio con M¨¦xico y Canad¨¢ (conocido como Nafta) y tuvo el desafortunado traspi¨¦s de no recordar el nombre del elegido por Vlad¨ªmir Putin como su sucesor. Probablemente, Obama tampoco lo sab¨ªa, pero fue ella la que se precipit¨® a responder a la pregunta que el periodista dej¨® en el aire sobre qu¨¦ sab¨ªan cualquiera de los dos respecto al probable pr¨®ximo presidente de Rusia. Y fue ella, por tanto, la que se encontr¨® con la cuesti¨®n fatal, "?conoce su nombre?", ante lo que Clinton respondi¨®: "Mev... dev..., lo que sea".

Quiz¨¢ lo m¨¢s ilustrativo de esa an¨¦cdota es la urgencia de Clinton por convencer y la serenidad de Obama, que se sabe ganador. Clinton lo intent¨® todo. Defendi¨® su comparaci¨®n entre Obama y George Bush -"tras la experiencia de estos a?os, no podemos permitirnos otro presidente que no conozca la pol¨ªtica exterior"-, asegur¨® que su rival se hab¨ªa opuesto a la guerra de Irak cuando todav¨ªa no era senador, pero que, de haberlo sido, hubiera votado como ella, a favor. Acus¨® a Obama de haber propuesto bombardear Pakist¨¢n y de estar dispuesto a reunirse sin condiciones con los enemigos de EE UU.

Obama no pareci¨® resentirse de ninguno de esos ataques. Su objetivo fue el de ofrecer una imagen cre¨ªble como potencial comandante en jefe y contrarrestar el temor a que su juventud e inexperiencia lo conviertan en un presidente d¨¦bil frente a las amenazas externas. Explic¨® que, por supuesto, no hab¨ªa defendido bombardear Pakist¨¢n, sino el derecho de EE UU a actuar all¨ª selectivamente contra los l¨ªderes de Al Qaeda. Y en cuanto a negociar con el enemigo, precis¨®: "Siempre me reservar¨¦ el derecho de actuar en consecuencia cuando sienta que los intereses de EE UU est¨¢n amenazados".