"Ana Frank y yo ser¨ªamos amigas"
Isabella Castillo no se parece nada a Ana Frank. Isabella es alta y casta?a, con ojos verdosos y una boca menuda, mientras que Ana era peque?a y morena, con los ojos como carbones y una boca que se abr¨ªa de oreja a oreja cuando sonre¨ªa. Y, sin embargo, cuando Isabella sube al escenario para interpretar El diario de Ana Frank, en cartel desde el pasado d¨ªa 15 en Madrid, el p¨²blico ve a Ana. Su voz se eleva, hermosa como un milagro, y cantando cuenta c¨®mo vivi¨® escondida junto a su familia y otras cuatro personas, durante dos a?os, en una casa de ?msterdam: la dif¨ªcil convivencia, el hambre, su primera menstruaci¨®n, el deseo, el primer amor y el miedo a ser descubiertos por los nazis. Cuando Ana Frank entr¨® en aquel escondite ten¨ªa 13 a?os. Los mismos que Isabella, que llega a la teter¨ªa acompa?ada por su padre, el percusionista cubano Jos¨¦ Manuel Castillo.
La protagonista del musical sobre la ni?a jud¨ªa dej¨® Cuba a los tres a?os
La familia Castillo no se separa de su hija. Juntos han dejado Miami para instalarse en Madrid y juntos acuden al teatro: Isabella sube al escenario, su padre baja al foso de los m¨²sicos, y su madre, la cantante Delia D¨ªaz de Villegas, se acomoda en una de las butacas de patio. Mientras la ni?a posa para las fotos, Jos¨¦ Manuel relata c¨®mo la m¨²sica les permiti¨® escapar de La Habana, hace 10 a?os, aprovechando una gira y c¨®mo la m¨²sica, de nuevo, les ha tra¨ªdo a Madrid. Pero primero pregunta a la ni?a qu¨¦ desea tomar: "Una Coca-Cola light". "?No tienes hambre?". "Un poquito, pero luego quiero comer algo rico con mi mam¨¢".
El diario de Ana Frank es el primer musical que se realiza en el mundo sobre la joven. Para Isabella, aunque canta en p¨²blico desde los cinco a?os y ha ganado numerosos premios, es tambi¨¦n su primer papel protagonista. "Me result¨® f¨¢cil entrar en el personaje de Ana porque la siento muy cercana. Si nos hubi¨¦semos conocido, habr¨ªamos sido amigas. Era una ni?a con mucho coraje, muy talentosa, con sentido del humor, y nunca perdi¨® la esperanza. Tambi¨¦n era coqueta y la peque?a de la casa, como yo. La comprendo cuando se siente sola o piensa que no la toman en serio o se queja de que su madre hace m¨¢s caso a su hermana mayor".
Isabella se detiene un momento. "Eso s¨ª, yo a¨²n no he tenido novio". Su padre sonr¨ªe.
"Despu¨¦s de leer el diario de Ana, yo tambi¨¦n me compr¨¦ un diario", cuenta. All¨ª Isabella empez¨® a escribir sobre los ensayos, las clases de actuaci¨®n y hasta las de dicci¨®n, que han convertido su acento cubano en un suave castellano.
"Me sale el cubano cuando me enfado. El otro d¨ªa tuve un problema con el vestido y sal¨ª del escenario repitiendo: 'Se me trab¨® el zipper". Isabella se r¨ªe. "Yo me siento americana. Cuando dej¨¦ La Habana ten¨ªa tres a?os y mi ¨²nico recuerdo son los helados de mantecado de la helader¨ªa Bimb¨®n. Ese sabor no lo tienen en Miami".
Para preparar el musical, viajaron a ?msterdam. "Me emocion¨¦ mucho cuando vi las escaleras, el cuarto de Ana, el casta?o". Ana Frank ten¨ªa 15 a?os cuando, en 1944, la polic¨ªa irrumpi¨® en el escondite y envi¨® a sus ocupantes a campos de concentraci¨®n. S¨®lo sobrevivi¨® el padre. Ana muri¨® en Bergen-Belsen en el a?o 1945. "Cuando canto en el teatro, yo veo a Ana y los aplausos se los dedico a ella".
El diario de Ana Frank estar¨¢ en cartel un a?o. ?Aguantar¨¢ la voz de Isabella? Jos¨¦ Manuel separa al m¨¢ximo el ¨ªndice y el pulgar: "Tiene unas cuerdas vocales as¨ª de gordas".
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