"En Pakist¨¢n soy una especie de hombre honorario"
Es hija de gallegos, nacida en M¨¦xico, y en sus 45 a?os de vida ha recorrido buena parte de la geograf¨ªa planetaria. Ha pasado de periodista a dar informaci¨®n a sus antiguos compa?eros, y ha cambiado de patr¨®n o de pa¨ªs siempre que le ha parecido m¨¢s interesante otro trabajo. Ahora lleva 15 meses en Pakist¨¢n y asegura que se siente "muy a gusto entre la hospitalidad de sus gentes", lo que contrasta con la imagen de "pa¨ªs duro, agresivo y hostil con las mujeres que se tiene en el exterior".
Antonia Paradela se confiesa glotona, pero un extra?o virus "de estas zonas" maltrata su est¨®mago. "?Querr¨¢s una cerveza?", pregunta a la periodista a la hora de decidir d¨®nde comer. Entramos en el Club 21, restaurante instalado dentro del complejo diplom¨¢tico amurallado de Islambadl. Est¨¢ ligado a la Embajada francesa y s¨®lo acceden a local los socios -cuota anual de 200 euros- y sus invitados. El buf¨¦ es una combinaci¨®n discreta de oriente -shasliks y carnes a la brasa- y occidente -ensaladas y pastas-, cuyo principal atractivo es que puede regarse con cerveza o un buen caldo a precios moderados en un pa¨ªs donde el alcohol est¨¢ estrictamente prohibido.
La portavoz de Unicef distingue as¨ª un pa¨ªs liberal: cuando hay tres mujeres en la calle
"Para los paquistan¨ªes, como trabajadora extranjera y no musulmana, soy una especie de hombre honorario", dice convencida de las ventajas que tiene por ser mujer. "Me da acceso al mundo de las mujeres en un pa¨ªs donde la segregaci¨®n de sexo est¨¢ impuesta en la misma casa familiar", se?ala. Ella s¨®lo come un poco de arroz y pollo asado. "Para las mujeres soy algo sorprendente. Confinadas a un rinc¨®n de la casa, mi entrada en ¨¦ste es como una gran novedad, una fiesta. Me reciben de forma muy calurosa".
Antonia ha encontrado una buena f¨®rmula de averiguar el conservadurismo de los pueblos que visita para ver sobre el terreno la marcha de los proyectos de Unicef: "Cuento el n¨²mero de mujeres en la calle y si veo m¨¢s de tres, ya s¨¦ que es muy liberal", revela con una sonrisa. Ella se cubre la cabeza con un gran chal para "no llamar la atenci¨®n y mostrar respeto" y tambi¨¦n utiliza, "porque es c¨®moda", la t¨ªpica vestimenta paquistan¨ª, un blus¨®n hasta las rodillas (shalwar kamiz) y un pantal¨®n flojo.
Nunca se ha sentido en peligro, pero le duele la vulnerabilidad de las mujeres en Pakist¨¢n. Hace unos d¨ªas, una ONG denunci¨® a un hombre que hab¨ªa vendido el ri?¨®n de su mujer para cobrarse la dote que hab¨ªa pagado por ella. La portavoz resalta la importancia que Unicef concede a la educaci¨®n de las mujeres, por el impacto que esto tiene sobre la infancia y que comienza en el mismo parto. "El analfabetismo y la ignorancia llevan a las mujeres a cortar el cord¨®n umbilical con tijeras oxidadas o en malas condiciones y causen la muerte del ni?o".
De Irak a Darfur, pasando por Londres, Paradela se?ala que su experiencia "m¨¢s dolorosa y a la vez m¨¢s vital" fue la guerra de Irak. Y la mejor ha sido abrir una una escuela para ni?as en Suat, al norte de Islamabad, un espl¨¦ndido valle torturado por la lucha entre los radicales isl¨¢micos y el Ej¨¦rcito. "Logramos que se apuntara una ni?a de ocho a?os, la primera f¨¦mina de su familia en acceder a la educaci¨®n".
Y eso merece la pena.
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