Ag¨¹ero ridiculiza a Rijkaard
El politiqueo de su t¨¦cnico hunde al Bar?a ante un Atl¨¦tico en el que El Kun tuvo una actuaci¨®n estelar
Al Bar?a le pudo la pol¨ªtica; al Atl¨¦tico le encumbr¨® su realidad. El Bar?a fue v¨ªctima de su t¨¦cnico, que manipul¨® al equipo para evitar un debate con sus pesos pesados. El Atl¨¦tico se encomend¨® a Ag¨¹ero, su profeta, lo que no hizo Rijkaard con Messi, al que desterr¨® para evitar un desplante de estrellas al borde de la prejubilaci¨®n como Henry y Ronaldinho. Un p¨¦simo mensaje para su equipo, agraviado por tal decisi¨®n. Una bendici¨®n para el equipo de Aguirre, que se vio ficticiamente zarandeado hasta que Ag¨¹ero, un futbolista con may¨²sculas, acudi¨® al rescate y sell¨® una partitura inolvidable.
ATL?TICO 4 - BARCELONA 2
Atl¨¦tico: Abbiati; Valera, Perea, Pablo, Antonio L¨®pez; Maxi (Reyes, m. 85), Camacho (Cl¨¦ber, m. 68), Ra¨²l Garc¨ªa, Simao; Forl¨¢n y Ag¨¹ero (Jurado, m. 89). No utilizados: Falc¨®n; Z¨¦ Castro, Luis Garc¨ªa y Mista.
Barcelona: Vald¨¦s; Zambrotta, Puyol, Milito, Abidal; Xavi, Edmilson (Gudjohnsen, m. 63), Iniesta; Henry (Messi, m. 57), Eto'o y Ronaldinho. No utilizados: Pinto; Thuram, Sylvinho, Deco y Giovani.
Goles: 0-1. M. 30. Ronaldinho. 1-1. M. 35. Ag¨¹ero. 2-1. M. 42. Maxi. 3-1. M. 61. Forl¨¢n. 4-1. M. 70. Ag¨¹ero. 4-2. M. 73. Eto'o.
?rbitro: Fern¨¢ndez Borbal¨¢n. Amonest¨® a Iniesta, Camacho, Puyol, Ag¨¹ero, Zambrotta, Eto'o, Antonio L¨®pez y Abbiati..
Unos 55.000 espectadores en el Vicente Calder¨®n.
El holand¨¦s desterr¨® a Messi para evitar un desplante de sus estrellas
Quieran o no, Aguirre, el Atl¨¦tico y la instituci¨®n en pleno dependen de El Kun
Al f¨²tbol coral del Bar?a durante la primera media hora respondi¨® el Atl¨¦tico, un mero figurante hasta entonces, con dos picaduras de Ag¨¹ero, su ¨²nica y distinguida veta. Los azulgrana hab¨ªan abanicado la pelota con tal complacencia rival que sus defensas perdieron el hilo al encuentro de forma repentina. En especial, Milito, una sombra en el primer gol local. Primero consinti¨® recibir a su antojo al Kun, que le anud¨® la cintura con la mirada y su remate fue desviado por Pujol, lo que dej¨® a la intemperie a Vald¨¦s. Al instante, Milito perdi¨® de vista a Maxi, que le pill¨® la matr¨ªcula y super¨® al meta azulgrana tras un arabesco pase de Ag¨¹ero. El Kun es una joya, un futbolista muchos cuerpos por delante de todos sus compa?eros. Un jugador capaz de espabilar ¨¦l solo a un equipo que iba a la deriva, sometido por un Bar?a que lleg¨® a tener m¨¢s del 70% de la posesi¨®n pero se refugi¨® en el descanso con un marcador adverso. Su l¨ªrico despliegue no le hab¨ªa servido de nada. Y no s¨®lo por la flojera de Milito, o la entrega de Vald¨¦s en el segundo tanto rojiblanco. Rijkaard contribuy¨® lo suyo.
Atormentado por la aglomeraci¨®n de estrellas que habitan en la caseta cul¨¦, al holand¨¦s le dio un ataque de entrenador. Un diagn¨®stico fatal para cualquier equipo. Al habitualmente ecu¨¢nime Rijkaard le dio por templar gaitas y, superado por el ecosistema del vestuario, prescindi¨® de Messi en beneficio de Ronaldinho y Henry, y en perjuicio de Eto'o. Un politiqueo antifutbol¨ªstico. En el Bar?a o en cualquier equipo del universo, Messi no admite discusi¨®n con nadie, por mucho que su t¨¦cnico y alg¨²n pol¨ªtico de la directiva se resista a trastocar la pir¨¢mide jer¨¢rquica. Frente al Levante, el entrenador holand¨¦s quiso simular un descanso de Henry, lo mismo que hizo con Ronaldinho ante el Valencia en Copa. Uno y otro nada han hecho para cerrar el paso a Messi, que hace meses, muchos meses, que tom¨® la delantera a todos. Tampoco Eto'o ha merecido el anatema de su t¨¦cnico, que en el Manzanares le hizo jugar de extremo postizo. El colmo: el mejor goleador -su gol lleg¨® de frente a Abbiati-, el jugador que m¨¢s busca y encuentra los espacios, condenado a ser un se?uelo en una zona sin horizontes. Una penitencia a favor de Ronaldinho, que maquill¨® su anclaje como ariete con un golazo de chilena y nada m¨¢s, y de Henry, un demagogo desde que emigr¨® de Londres. Por mucho que su gol se cuelgue con oropeles en la red, con Ronaldinho a cuestas el equipo barcelonista es hoy muy previsible, paquid¨¦rmico en sus movimientos. Todo un desastre para el conjunto catal¨¢n, a expensas de un m¨ªster que tirita ante la p¨²rpura de unos jugadores pret¨¦ritos.
Penalizado el Bar?a por su entrenador, el Atl¨¦tico encontr¨® en el Kun un fil¨®n. El equipo de Aguirre arranc¨® con la cuchara en la mano, como si se sintiera Pulgarcito. El grupo llevaba un tiempo a dieta, con una sangr¨ªa de derrotas que, un a?o m¨¢s, parec¨ªa enterrarle en la segunda vuelta. Nada hac¨ªa presagiar que resurgiera ante un adversario que llegaba en alza. Pero Ag¨¹ero es mucho Ag¨¹ero, tanto como Messi. Tiene clase, es un lazarillo, tiene picante, es h¨¢bil, desequilibrante y tiene gol. Un violinista de primera en un grupo mal confeccionado, con unos defensas de plastilina, sin centrocampistas, y con aire deprimente por su p¨¦rdida de pujanza en las ¨²ltimas temporadas. Frente al Bar?a, el Kun le devolvi¨® la fe. Lo hizo cuando el Atl¨¦tico zozobraba y, de nuevo, cuando empin¨® la goleada en el segundo acto. Puyol tuvo que placarle en el penalti que transform¨® Forl¨¢n, y Vald¨¦s s¨®lo pudo aplaudirle tras el golazo que cerr¨® la cuenta rojiblanca. Quiera o no, Aguirre, el Atl¨¦tico, la instituci¨®n en pleno, dependen de ¨¦l. Quiera o no, Rijkaard, el Bar?a, la instituci¨®n en pleno, necesitan a Messi. Y, lo que es peor, no hay club que no padezca la arbitrariedad de su jefe. Rijkaard perdi¨® ayer buena parte de su cr¨¦dito. El Kun, ¨¦l solo, ridiculiz¨® su cobard¨ªa.
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