S¨¦rpico prefiere Argentina
El Gobierno espa?ol decidir¨¢ si extradita a Ricardo Cavallo, procesado por delitos de lesa humanidad durante la dictadura (1976-1983). Lleva siete a?os en prisi¨®n preventiva
El g¨¦lido teniente de nav¨ªo Ricardo Miguel Cavallo, S¨¦rpico, sufr¨ªa una transformaci¨®n cuando torturaba a mujeres, seg¨²n la afirmaci¨®n de supervivientes de la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada (ESMA), el cadalso m¨¢s horroroso de la dictadura militar argentina (1976-1983). S¨¦rpico sudaba a chorros, gritaba e insultaba durante la aplicaci¨®n de las descargas el¨¦ctricas, y maldec¨ªa si las supliciadas aguantaban los calambrazos de su picana occidental y cristiana. "Entr¨® todo rojo, empapado. Me grita: '?Dame un coca-cola! Esa vieja de mierda [Telma Jara] no quiere cantar'. No hay la menor duda. Era Cavallo", seg¨²n Carlos Lordkipanidse, tambi¨¦n torturado, encargado de falsificar carn¨¦s oficiales. Durante sus a?os de cruzado, S¨¦rpico colg¨® del despacho, y aplic¨® en los potros, el lema de un general franc¨¦s: "Si un ej¨¦rcito quiere vencer a un pueblo tiene que estar dispuesto a meter la mano hasta la mierda".
Se le implica en la desaparici¨®n de 227 personas, el secuestro y torturas de 110 y la detenci¨®n de 17 mujeres
Casi un cuarto de siglo despu¨¦s de que la "mierda" aventada por las juntas militares matara a cerca de 30.000 personas, Ricardo Miguel Cavallo, extraditado por M¨¦xico a Espa?a en 2003 a petici¨®n del juez Baltasar Garz¨®n, cumple prisi¨®n en Alcal¨¢-Meco a la espera de su juicio en Espa?a o de su extradici¨®n a Argentina. La fiscal¨ªa de la Audiencia Nacional le considera parte de la maquinaria de exterminio. Le pide hasta 17.000 a?os por cr¨ªmenes de lesa humanidad.
El argentino es un interno pulcro y silencioso; lee mucho y departe con militares y polic¨ªas espa?oles, preso en el m¨®dulo especial. Su situaci¨®n es irregular: no ha sido juzgado desde su detenci¨®n en M¨¦xico, en el a?o 2000, al ser reconocido por varias v¨ªctimas.
"La fiscal¨ªa est¨¢ haciendo un uso espurio de la prisi¨®n preventiva. No justifico nada, pero lleva casi ocho a?os sin juicio. ?l quiere ser juzgado en Argentina, que es su juez natural. Y all¨ª ya no hay impunidad", subraya su abogado defensor, Fernando Pamos de la Hoz. El 16 de enero, ante el apremio fiscal de fijar fecha al juicio oral en Espa?a, la Sala Tercera, presidida por Alfonso Guevara, aprob¨® la extradici¨®n a Buenos Aires "por estar reclamado por los mismos hechos objeto del presente procedimiento, debi¨¦ndose estar a la finalizaci¨®n del proceso de extradici¨®n".
El Consejo de Ministros deber¨¢ decidir el destino de un marino implicado en la desaparici¨®n de 227 personas, el secuestro y torturas de otras 110 y la detenci¨®n de 17 mujeres, cuyos hijos fueron robados y asignados a otras familias al nacer en prisi¨®n. S¨¦rpico ten¨ªa 27 a?os cuando presuntamente atorment¨® a Telma Jara de Cabezas, de 52 a?os. "Yo pensaba que me mor¨ªa", recuerda en el libro El alma de los verdugos, escrito por el juez Baltasar Garz¨®n y el periodista Vicente Romero. "No tengo dudas de que ¨¦l es quien me tortur¨®, porque un d¨ªa yo estaba sin capucha y ¨¦l estaba a mi lado con la picana en la mano".
No todos rememoran un verdugo sin entra?as. El sindicalista V¨ªctor Basterra, que sufri¨® un paro cardiaco durante su martirio, le recuerda contradictorio: "Ten¨ªa una actitud un poco m¨¢s humanitaria que el resto, y, por otra parte, era un torturador. Y seguramente un torturador eficaz, porque impart¨ªa cursos de tortura a estudiantes no s¨¦ de qu¨¦".
Ana Testa era una hermosa estudiante de arquitectura, peronista, de 25 a?os, cuando fue detenida. La voz de Cavallo sigue tatuada en su memoria. "Nunca vi si era ¨¦l quien f¨ªsicamente me aplicaba las descargas el¨¦ctricas, pero ¨¦l dirig¨ªa la tortura". En las celdas de aquel presidio murieron 5.000 de las 30.000 v¨ªctimas de la dictadura. Sobrevivi¨® un centenar. "Su voz la volv¨ª a escuchar todos los meses que permanec¨ª en la ESMA", cont¨® a la prensa.
La escuch¨® casi a diario porque el teniente de nav¨ªo debi¨® enamorarse de Ana, a quien los carceleros llamaban "la princesa", por su belleza. Cuatro veces la llev¨® hasta la casa de los Testa en Santa Fe, a 600 kil¨®metros de Buenos Aires. Comparti¨® mesa y mantel con los padres y hermano de la detenida, obligados a desvivirse con el carcelero. La madre le prepar¨® cassata brasileira, el capricho apetecido por Cavallo: un postre helado de leche condensada, yema de huevo, nata y az¨²car. "La verdad es que me cost¨® a?os acomodar en mi cabeza qui¨¦n era realmente ese siniestro monstruo, ese hijo de puta", admiti¨® Testa en el libro de Romero y Garz¨®n. "Porque era un bicho que, por un lado, manten¨ªa el juego de ser relativamente gentil y querer ser agradable, y por otro lado, era una basura de tipo que hab¨ªa pasado por todos los estadios de un campo de concentraci¨®n".
El abogado de la acusaci¨®n, Manuel Oll¨¦, intenta retenerle en Espa?a porque no encuentra en Argentina ni las condiciones, ni la madurez del procedimiento para juzgarle. "El proceso estar¨ªa en una fase totalmente embrionaria, en una fase en la cual ni siquiera el sumario est¨¢ instruido. Los propios derechos del acusado se ver¨ªan vulnerados. All¨ª estar¨ªa mucho tiempo a la espera de ser juzgado y tambi¨¦n en situaci¨®n de prisi¨®n provisional", subraya. Ante un hipot¨¦tico conflicto jurisdiccional de esta trascendencia, el derecho internacional establece que "la regla que debe regir es la del principio pro actione en inter¨¦s de la justicia, o sea, que quien est¨¢ en mejores condiciones para enjuiciarlo tiene prioridad". Y en Espa?a, a diferencia de Argentina, todo est¨¢ concluido, a la espera del arranque del juicio oral, seg¨²n explica Oll¨¦.
No pocos perciben un gran desinter¨¦s en los juzgados argentinos. Vicente Romero es directo: "Tengo la sospecha de que el juez que tiene que juzgar a Cavallo no tiene ninguna gana de juzgarlo. Y creo que es una opini¨®n fundada". La voluntad gubernamental de hacerlo es firme, pese al esc¨¢ndalo causado por la publicaci¨®n en el diario P¨¢gina 12 de Buenos Aires de un fotograf¨ªa del presunto genocida H¨¦ctor Febres, posteriomente envenenado con cianuro, haciendo la plancha en la piscina de la base naval donde cumpl¨ªa prisi¨®n preventiva. En otras fotos monta a caballo con el jefe de la unidad. "A ¨¦stos se les va a juzgar ac¨¢ o all¨¢", hab¨ªa prometido, en agosto del 2005, el entonces presidente N¨¦stor Kirchner a Baltasar Garz¨®n durante una reuni¨®n privada. El magistrado espa?ol, que persigue a 39 militares argentinos, le escuch¨® complacido porque observ¨® m¨¢s decisi¨®n en el Ejecutivo "que en algunos sectores del poder judicial, sobre todo en las instancias intermedias altas".
Cavallo, mientras tanto, calla, espera y aguanta los infortunios de la vida como una suerte de expiaci¨®n. "Le tuvieron tres a?os en aislamiento, no ha visto a sus hijos desde hace ocho y su esposa se muri¨® cuando estaba encarcelado en M¨¦xico", se?ala Fernando Pamos de Hoz. "Ha sufrido mucho. Ahora le veo sereno. Por lo menos ve a seres humanos". Pero el sufrimiento de S¨¦rpico no es comparable con el de sus v¨ªctimas.

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