Fuentes, gatos y liebres
La pol¨¦mica surgida en Estados Unidos por el empleo de fuentes an¨®nimas por el diario The New York Times, que acusaban a uno de los candidatos republicanos, John McCain, de conducta impropia por favorecer a los clientes de una amiga con la que manten¨ªa una relaci¨®n sentimental pese a estar casado, ha animado a algunos lectores a pedir explicaciones sobre las normas que emplea EL PA?S en estos casos. Algunos correos han ido un poco m¨¢s lejos y critican lo que consideran una pr¨¢ctica generalizada del periodismo espa?ol, y tambi¨¦n de EL PA?S, sobre el uso y abuso de fuentes an¨®nimas.
Anselmo Gonz¨¢lez escribi¨®: "Dime qu¨¦ fuentes bebes y te dir¨¦ qu¨¦ producto destilas. El problema que tienen ustedes es que recurren sistem¨¢ticamente a fuentes an¨®nimas -o tan gen¨¦ricas como son las fuentes pr¨®ximas a las diplom¨¢ticas, las socialistas o las populares- para sostener opiniones, o hacer valoraciones sobre la gesti¨®n que realizan personas que se ven atacadas sin saber de d¨®nde vienen los golpes. Una vez le¨ª que los periodistas rara vez est¨¢n en posici¨®n de establecer la verdad por s¨ª mismos y dependen de fuentes con intereses propios para sostener la versi¨®n de la realidad que presentan. Y ustedes violan constantemente su Libro de estilo que afirma textualmente que 'no resulta interesante conocer una opini¨®n si no se sabe qui¨¦n la avala".
Este lector cita correctamente un art¨ªculo del Libro de estilo de EL PA?S, que dedica otros 12 de su primer cap¨ªtulo -Princi-pios- al uso de las fuentes, pero su enmienda a la totalidad me parece exagerada. El uso responsable de fuentes an¨®nimas sigue siendo imprescindible en algunos casos, e incluso en la pol¨¦mica suscitada en el The New York Times, la direcci¨®n manten¨ªa argumentos de peso, aunque sus alegaciones no convencieron a su Defensor del Lector.
?El origen de la informaci¨®n determina la veracidad de la noticia? Antonio Ca?o, corresponsal del diario en Estados Unidos, ha respondido a este defensor sobre la ¨¦tica de las fuentes an¨®nimas y el control profesional de los medios en Estados Unidos.
"El problema principal no es el del anonimato de las fuentes", respondi¨® Antonio Ca?o, "que a veces es necesario para proteger al suministrador de una informaci¨®n valiosa; en casos extremos hasta para proteger su vida. El problema es el uso que se hace de ellas. Una fuente 'an¨®nima' o 'pr¨®xima' no puede ser la base para calificar o difamar a nadie, mucho menos si se refiere a alguien del partido, de la empresa o del equipo rival. Puede ser suficiente para informar de un hecho (una reuni¨®n secreta, una transacci¨®n desconocida...), siempre que el periodista, aunque no haya sido testigo personal de lo ocurrido, haya hecho un esfuerzo honesto por confirmarlo y haya llegado a la convicci¨®n moral de que publica lo cierto. Para estos casos y con el objeto de proteger la verdad, en los medios norteamericanos de calidad existe un estricto proceso de control que incluye la identificaci¨®n ante sus jefes y la certificaci¨®n por parte de los editores de las fuentes que el reportero dice haber consultado. Pero en ning¨²n caso es leg¨ªtimo, como hizo el Times, acusar a alguien de una conducta deshonesta sobre la base de una informaci¨®n an¨®nima y, presumiblemente, suministrada por enemigos de McCain. Como concluy¨® el Defensor del Lector del Times, los periodistas simplemente no fueron capaces de confirmar la filtraci¨®n que les lleg¨® y deb¨ªan de haber renunciado a su publicaci¨®n".
"En Estados Unidos, adem¨¢s, el uso de fuentes no identificadas est¨¢ estrechamente vinculado a la credibilidad de un peri¨®dico. Ninguna cabecera que no sea de probada ecuanimidad y profesionalidad puede usar fuentes an¨®nimas sin que el lector deje de pensar que est¨¢ ante una manipulaci¨®n o una simple invenci¨®n. La pol¨¦mica establecida en torno al caso McCain, as¨ª como los da?os ocasionados al senador republicano, se producen, precisamente, porque, dado el rigor y la independencia del NYT, sus lectores y una gran parte de los lectores de otros peri¨®dicos creen lo que en ¨¦l se publica".
Las informaciones de que dispone un periodista s¨®lo pueden ser obtenidas por tres v¨ªas: su presencia en el lugar de los hechos, la narraci¨®n por una tercera persona o el manejo de alg¨²n tipo de documento. El lector tiene derecho a conocer cu¨¢l de las tres posibilidades se corresponde con la noticia que est¨¢ leyendo. As¨ª lo exige el Libro de estilo, que aunque admite que la "petici¨®n de anonimato por parte de una fuente debe respetarse", debe procurarse "que figure alguna indicaci¨®n del porqu¨¦ de tal exigencia: por temor a represalias, por estar obligado a mantener la confidencialidad del asunto que revela u otros an¨¢logos". Tal vez el abuso del empleo de fuentes con cualquier excusa y para cualquier tema ha convertido un recurso excepcional en trivial. Y de ah¨ª la sensaci¨®n de algunos lectores de que se les pueda dar gato por liebre.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonear al n¨²mero 91 337 78 36.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.