La 'guerra' de Ch¨¢vez
El presidente ?lvaro Uribe se ha apuntado un gran ¨¦xito pol¨ªtico con la operaci¨®n en la que el Ej¨¦rcito colombiano ha dado muerte a Ra¨²l Reyes, ministro de Exteriores virtual de las FARC, aunque para ello los militares hayan tenido que violar la soberan¨ªa ecuatoriana, adentr¨¢ndose en el pa¨ªs vecino. ?xito porque merece la aprobaci¨®n de gran parte de la opini¨®n colombiana, con la excepci¨®n de familiares de secuestrados que temen que provoque un mayor endurecimiento de las condiciones de vida de sus seres queridos, junto a elementos de la izquierda radical que promueven con la fe del carbonero unas conversaciones de paz que al Gobierno de Bogot¨¢ nunca le han apetecido, pero que tambi¨¦n desplacen a los insurrectos.
La operaci¨®n contra las FARC es un pu?etazo de Uribe sobre la mesa
El operativo ha sido de tal precisi¨®n quir¨²rgica y optimetr¨ªa satelital que Bogot¨¢ no esperaba la furiosa reacci¨®n del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, aunque dif¨ªcilmente pod¨ªa extra?arle que Hugo Ch¨¢vez montara en c¨®lera medi¨¢tica. El presidente venezolano ha cerrado su embajada en Bogot¨¢, desierta desde noviembre cuando Uribe le retir¨® el pl¨¢cet para negociar con las FARC, y otro tanto ha hecho el ecuatoriano, lo que puede deberse a la polvareda levantada por las acusaciones basadas en la informaci¨®n hallada en el ordenador de Reyes. Documentos presentados por el respetad¨ªsimo general Oscar Naranjo retratan a Ch¨¢vez como financiero y proveedor de armas de las FARC, y a Venezuela como el mejor santuario para la guerrilla; Correa, mucho menos implicado, parece, sin embargo, cautelosamente comprensivo con la guerrilla. El ex teniente coronel, inveterado partidario de matar las mariposas a ca?onazos, amenazaba, en cambio, con la guerra si se produc¨ªa una violaci¨®n similar de la divisoria venezolana, error y menosprecio del derecho internacional que jam¨¢s deber¨ªa cometer Bogot¨¢. Pero las razones de Ch¨¢vez pueden conectarse con la gravedad de las revelaciones colombianas. Lo que haya de verdad sobre el compadreo de Caracas con las FARC, aunque debe verificarse por medio de una investigaci¨®n independiente, ha podido incitar al mandatario venezolano a una acci¨®n preventiva, un bosque de imprecaciones, donde ocultar con tambores de guerra si no al mundo, s¨ª a su parroquia, los aspectos m¨¢s clandestinos del bolivarianismo.
La operaci¨®n es todo un pu?etazo de Uribe sobre la mesa, con el que recupera una iniciativa pol¨ªtica que hab¨ªa perdido cuando Ch¨¢vez y las FARC, haciendo caso omiso de que hubiera retirado la venia para mediar, segu¨ªan liberando secuestrados, aunque con cuentagotas, siempre a la mayor gloria del l¨ªder venezolano. Y, al mismo tiempo, ese golpe de efecto puede tener notables consecuencias a medio y largo plazo. El presidente colombiano no cesa de afirmar que lo importante no es el hombre sino la causa; no tanto su persona como la perdurabilidad de su obra, pero recientemente se han reavivado los esfuerzos de sus partidarios m¨¢s lambiscones para plantear que, con los apa?os constitucionales necesarios -en Colombia, coser y cantar- Uribe opte a un tercer mandato. Y nada puede propulsar su candidatura tanto como un ¨¦xito as¨ª, con la ¨²nica salvedad de que faltan m¨¢s de dos a?os para las presidenciales, y la muerte de Reyes quiz¨¢ no d¨¦ para tanto. Nada m¨¢s f¨¢cil, si se presentara la chance a semanas o meses de los comicios, que decirle al electorado que, ya medio descabezadas las FARC, ser¨ªa necedad e imprudencia confiar el tim¨®n del Estado a otras manos.
Si el partido de la izquierda, el Polo Alternativo Democr¨¢tico aprovecha la oportunidad para condenar a Uribe con demasiado ¨¦nfasis, por mucho que haya s¨®lidas bases jur¨ªdicas para ello, la opini¨®n lo interpretar¨¢ como una nueva concupiscencia con las FARC, y ello confortar¨¢ en extremo a Uribe o sus sucesores en la contienda del verano de 2010. El Polo hace bien, con todo, en organizar una gran marcha para ma?ana jueves contra los paramilitares, secuestradores y asesinos que por defender, supuestamente, al Estado contra la subversi¨®n lo que han hecho es envilecerlo. El error de una parte de la izquierda fue boicotear la gran protesta de febrero contra la guerrilla; en la que, t¨¢citamente, lo que el pueblo colombiano estaba pidiendo era, precisamente, lo que acaba de ocurrir: un golpe al coraz¨®n de la banda terrorista.
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