8 de marzo
El hecho de que el D¨ªa de la Mujer Trabajadora coincida este a?o con el d¨ªa de reflexi¨®n convierte el 8 de marzo en una fecha simb¨®lica. M¨¢s que para que reflexionen los ciudadanos, que a estas alturas deben tener ya su voto pensado, la v¨ªspera de unas elecciones debiera servir para que reflexionaran los pol¨ªticos. Este s¨¢bado nuestras meditaciones bien podr¨ªan ir destinadas a ese otro asunto, el de la mujer, que de vez en cuando aparece en la campa?a, y que en alguna jornada irrumpi¨® violentamente, ti?¨¦ndola de sangre, advirtiendo a la clase pol¨ªtica de que la realidad palpita tozuda en la calle mientras pol¨ªticos y periodistas nos enfrascamos en debates sobre victorias y derrotas. Ese ¨²ltimo d¨ªa negro fue tan dram¨¢tico que debiera provocar una reflexi¨®n profunda, que fuera m¨¢s all¨¢ de la estad¨ªstica criminal. Espa?a se ha modernizado en estos 30 a?os tan r¨¢pidamente que pocos estamos dispuestos a admitir que las formas de vida y de expresi¨®n siguen emparentadas con aquel pa¨ªs de profundas ra¨ªces machistas. La misma palabra machismo es un t¨¦rmino que molesta, sobre todo a los hombres, que se lo sacuden como si fuera caspa. Pero como la caspa, vuelve a surgir. En ocasiones, aquella caballerosidad paternalista que convert¨ªa a la mujer en in¨²til, se ha tornado en groser¨ªa; hoy disfrutamos de una modernidad que admite que ya se puede ser tan grosero con una mujer como con un hombre. Hay quien defiende su derecho a emplear palabras soeces contra la mujer como si blandiera una espada contra la correcci¨®n pol¨ªtica. Pero la ¨²nica raz¨®n real de que en una tele, por ejemplo, un tertuliano pueda decir, "cuando estoy salido ser¨ªa capaz de tirarme a una jorobada" es que venimos de un pasado en que la mujer no era nadie. Los hay que matan. Tambi¨¦n los hay que, dado el panorama, deber¨ªan contenerse. Y reflexionar.
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