El s¨ª de las ni?as
Qu¨¦ man¨ªa con las ni?as. El candidato Rajoy ha hecho popular a la que dice llevar en la cabeza y en el coraz¨®n; con tal motivo han surgido gamberros y cineastas aficionados que en YouTube no paran de cachondearse de la ni?a. Y hace pocas semanas, en la ceremonia de los Goya, la presidenta de la Academia, ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde, glos¨® en su l¨ªrico discurso a una ni?a, tambi¨¦n supuesta: la que seg¨²n ella descubri¨® c¨®mo hab¨ªa sido la Espa?a de Franco viendo en DVD La gran familia, aquella comedia de propaganda de los a?os sesenta que ensalzaba a las familias numerosas, es decir, a las productoras de mano de obra, necesidad social antes de que llegaran los emigrantes. La gran familia podr¨ªa ser de obligado consumo para los que deban integrarse ahora, seg¨²n las propuestas de Rajoy. En palabras de Gonz¨¢lez-Sinde, gracias a La gran familia "la ni?a conoce su pa¨ªs, conoce sus costumbres, su idioma, sus valores, su paisaje, la experiencia que ella hace suya y que le sirve, por ejemplo, para saber que otros ni?os antes que ella se han perdido, pero que al final, mediante el afecto, encontraron el camino". Mucha chiquillada.
Joyas para pocos
No obstante, el discurso de ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde, rememorado ahora por la recalcitrante ni?a de Rajoy, apunt¨® otros temas, esta vez m¨¢s serios. Uno de ellos, el de las ciudades espa?olas a las que no llegan las pel¨ªculas que merecen verse, sean espa?olas o no. Por ejemplo, la iran¨ª Buda explot¨® por verg¨¹enza en la que conmueve la ardua peripecia de una ni?a de apenas seis a?os, ?otra ni?a!, con su af¨¢n de ir a la escuela en medio del duro ambiente en que vive. Una joyita del cine actual que la mayor¨ªa de los espa?oles no tendr¨¢ ocasi¨®n de ver. En muchas ciudades no se exhibir¨¢. Como tampoco otras curiosidades de la cartelera: la marroqu¨ª W.W.W., la francesa Asuntos privados en lugares p¨²blicos, de Alain Resnais, el documental Bucarest, la memoria perdida, o ese nuevo an¨¢lisis de Ken Loach sobre la emigraci¨®n, En un mundo libre..., que puede poner los pelos de punta a quien vaya a verlo sin apriorismos.
Se insiste en que hay demasiadas pantallas en Espa?a. De las 4.300 censadas, sobran 1.500. Pero eso sucede en grandes centros urbanos; en el resto del pa¨ªs no hay cines suficientes, o s¨®lo se exhiben pel¨ªculas americanas de moda: por ejemplo Juno, historia de otra, no tan ni?a como las de Mariano y ?ngeles, que queda embarazada y que quiz¨¢s acabe teniendo familia numerosa.
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